I-a
Muerde mi piel, niña
Muerde para probar la carne que nos ata
¿Recuerdas correr al jardín?
A esa comparación entre las arrugas y el balbuceo de un bebé
Las voces se marchan
Dicen eterno y nos dejan tristes
La bebida cae
La mirada se lija
Ahora la expulsión de nuestras bocas no significa nada
Y miro tu inocencia, miro cómo muerde
Cada visita que se aloja es un marchitar de albahaca
Mas la ofensa no es la permanencia, sino que se cimbran de huesos
Mientras estamos tan cansados, tan óxido que no deja sanas las espuelas
No desertar los caminos tras ver las ataduras y los caballos tajados, dices
Mira mi costillar, niña, las jaulas que nadie cree posibles,
el entumecimiento matinal
el cuero mutando a germen
el mercurio que se ha vuelto baba.
I-c
Sombras que charlan en su migración
La asonancia entre una roca y un rosal
Mirar el puño
El costo efectivo
Eres parte de este adorno que intercambia realidades,
que se esfuerza en tener un nombre, mientras todo cojea
Apoyamos las espaldas porque el lenguaje es unidad
porque la vida es ese ojo que mira a través de mi expansión
[a un joven haciendo parkour
Te comento que la visceralidad en mi corazón
[es sólo porque no sé quiénes somos,
y de noche,
mientras duermen,
me rasguño,
en espera,
siempre al tanto.
I-d
Esto es la interioridad de la vida:
querer escribir una carta que nos ata, que nos ronda
Los ojos se vuelven plomo,
[y hoy no hay cuerpos, sólo costales
Vivo,
desde que fui embrión atragantado por la grasa de mi madre
Estoy aquí,
como una simple boca que prueba,
como la arena que nunca es la misma pero sí conserva la tersura
En una melodía o en la cotidianidad,
la mitad vive su propia utopía,
la otra pone en blanco la pupila y traga puñados de petróleo
Hemos acabado con todo
El telón que es la misma playa, nos cubre
Los pasos son firmes ante la oportunidad de arrancarnos las pestañas,
arder al par del capital y su flujo,
de las avenidas chillando lo jodido que se anda,
de la desembocadura de aguas negras en el sitio donde también se pesca.
II-f
Otra ausencia o una bala
Que las heladas jamás sean un desperdicio
o dormir un inicio de taquicardia
Oye andar a tu familia,
los regionalismos y la nación que creyeron suya
Habrá que distinguir lo que verdaderamente nos pertenece
Entender de las orquídeas y su longevidad —nos dijimos mutuamente—
es la contribución en praxis para este desgajamiento
Mientras tanto,
sólo seremos parte de una historia que nos estamos perdiendo
Girar la perilla será entonces
Volar adónde es la misión que nos compete
Mira tus ojos, ¡qué ciegos!
Libera el interior,
esos pensamientos que se asemejan a derrumbes
Somos tardos,
entre enmendaduras constitucionales
y generaciones a las cuales adecuar nuestros recortes —nos dijimos mutuamente—
Fuimos llamados niñas confundidas
Mas no evitaron nuestra dicha:
los estoperoles en los jeans y las escuadras de mi padre.