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Mujeres en Qatar, entre lo tradicional y lo actual

Por Leticia Rangel Cervantes

El evento más grande de la industria del futbol se lleva a cabo por vez primera en un país islámico, donde convergen la modernización y la preservación de tradiciones, muchas de las cuales oprimen y reprimen a las mujeres, tal como pasa en todo el mundo. Aunque el avance de las mujeres tampoco es un asunto relevante para la tecnocracia del futbol profesional, que, al reconocer al futbol femenil apenas hace poco más de cuatro décadas, organizó el primer torneo mundial de mujeres (1991) 60 años después del de los hombres.

En Estados musulmanes, como Qatar, las relaciones humanas se regulan por las interpretaciones del Corán, que es el conjunto de revelaciones que Dios comunicó a la humanidad a través del profeta Mahoma. También existe una perspectiva secular, orientada por una obra humana, producto de la personalidad de Mahoma, quien, gracias a sus largos peregrinajes como comerciante, conocía religiones monoteístas, por lo que pudo haber buscado alejarse de la idolatría sin convertirse al cristianismo ni al judaísmo.

La otra fuente del islam es la Sunnah (tradición profética), que concretamente se refiere a las acciones y dichos del profeta, considerado como autoridad y guía para el comportamiento moral de la comunidad islámica.

De acuerdo con algunas feministas musulmanas, como Amina Wadud o Fátima Mernissi, la interpretación del Corán es masculina, lineal y machista, o sea que no considera el contexto ni el propósito por el que fueron reveladas las aleyas (versículos), ya que algunas respondían a necesidades específicas del momento, relacionadas con la expansión del islam, la constitución social de la época, la prohibición de prácticas de la Yahiliya[1] –como el infanticidio– e, incluso, la justificación o ratificación de acciones del profeta de Alá.

Como ejemplo de este último punto, se dice que la aleya 24 del Sura 4 “An Nisá”, que significa “las mujeres”, fue revelada tras una victoria de musulmanes sobre judíos en la que el profeta y adeptos violaron a mujeres que convirtieron en prisioneras. La aleya dice:

[…] Están prohibidas las mujeres casadas, pero sí se puede cohabitar con esclavas […] Están permitidas todas las otras mujeres [las que no están casadas.] […] No hay inconveniente en que decidas algo de común acuerdo después de cumplir con lo prescrito […][2]

Con esta revelación, según la interpretación hegemónica, se permitió la muta (matrimonio temporal) y el azl (coito interrumpido), para que los guerreros pudieran continuar agrediendo sexualmente a mujeres cautivas.

Ante estas condiciones de los pasajes del Corán, el pensador musulmán Asghar Ali Engineer realizó una división de los versos coránicos en normativos y contextuales, en la que los primeros son universales y su aplicación debería ser inherente a todos los tiempos y circunstancias, mientras que los segundos tienen especificidad temporal y cultural, por lo que su aplicación corresponde a una época y a un contexto social determinados.

Sin embargo, en países como Qatar, se mantiene la vigencia de ciertas prácticas que fomenta el Corán, porque eran realizadas por la sociedad de otros tiempos o porque eran necesarias para la expansión del islam. Así lo muestra el caso de Paola Schietekat Sedas, una mexicana recientemente condenada a ser flagelada públicamente, como dicta(ba) el Corán, tras ser acusada de zina.

Paola, quien llegó a Qatar para trabajar en el Supreme Committee for Delivery and Legacy del Mundial, denunció en 2021 haber sido atacada por un conocido mientras dormía en su departamento. En su defensa, el agresor argumentó que mantenían una relación de pareja, por lo que las autoridades qataríes iniciaron una investigación que resultó en la acusación del delito de zina, que se castiga con 100 azotes y prisión.

La zina es la relación sexual con una persona con la que no se ha contraído matrimonio y en la que la mujer o el hombre es muhsan, es decir, alguien que ya ha consumado el matrimonio y, por tanto, conocido el modo de cohabitar “más noble”. De acuerdo con el Corán, para castigar a la persona soltera que cometa zina, se requiere de cuatro testigos/as, quienes, en caso de difamación, deben (o debían) recibir 80 azotes como castigo.

Como referencia histórica, se dice que el requerimiento de atestiguamiento derivó de la presunta zina de Aisha, la predilecta de las 15 esposas que tuvo el profeta. De acuerdo con una de las versiones, durante una expedición musulmana, Aisha se separó de la caravana por motivos fisiológicos, quedando rezagada y perdiéndose. Entonces se encontró con Safwan b. Muattal al-Sulami, un comandante musulmán que la acompañó de vuelta a la caravana.

Esto levantó sospechas entre conversos al islam, particularmente en Alí, hijo adoptivo, primo, yerno y sucesor del profeta[3]. Ante esta situación, para acallar la campaña de suspicacias contra Aisha y demostrar su inocencia, fueron reveladas las aleyas sobre las personas testigas y el castigo hacia éstas en caso de falso testimonio.

Volviendo a la actualidad con el caso de Paola, a inicios de este 2022, la Corte de Primera Instancia de Qatar concluyó el proceso penal a su favor, aunque el caso sigue abierto y la fiscalía aún tiene en proceso una acusación en su contra.

Esta lamentable experiencia de violencia y revictimización es un pequeño acercamiento a las problemáticas que viven las mujeres en Qatar, pero que sucede de manera matizada en todos los rincones del mundo, pues, como Paola ha declarado, también pudo haberla vivido en México. En ese sentido, el escaparate que representa hoy el mundial de futbol nos ofrece la inmejorable oportunidad de acercarnos a las acciones que las mujeres qataríes están llevando a cabo para evitar que los casos de abuso sexual de los que sean víctimas se vuelvan en su contra, como sucedió con Paola.

 

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[1] Periodo que al ser preislámico se considera como de la ignorancia moral.

[2] El Corán, versión traducida por Julio Cortes, disponible en: https://ia800103.us.archive.org/19/items/quran-trans/spanish.pdf

[3] El hecho pudo haber suscitado el conocido odio entre Aisha y Alí, quienes se enfrentaron en la Batalla del Camello.

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