Voces desde la Argentina

Desde la redacción de Revista Presente, le solicitamos a colegas de nacionalidad argentina que narraran sus impresiones sobre los primeros 100 días del gobierno de Javier Milei. Se les pidió que imaginaran que nos encontrábamos en un mundo muy distinto al que vivimos, en el que no existen los celulares, el internet ni las redes sociales y que la única forma de comunicación existente es la correspondencia.

A su vez, se les dio la oportunidad de firmar su texto o mantener el anonimato (para escribir con mayor libertad, si así lo deseaban), de prescindir de citas y fuentes si no lo consideraban pertinente y de utilizar el lenguaje que consideraran más apropiado. La intención era identificar con claridad sus voces y conocer su opinión sin filtros y con la mayor autenticidad posible. El resultado es el siguiente:

100 días de resistencia popular

Por Emilia Trabucco1

Han pasado los primeros 100 días de Milei como presidente de Argentina. 

La construida imagen del “outsider” de la política durante la campaña electoral se derrumba tras el avance de un programa político antipopular, cuyas recetas ya son conocidas en la región y en suelo nacional, de la mano de los grupos concentradores del poder económico.

Casi el 70% de la población ha caído bajo la línea de la pobreza, se despiden diariamente cientos de trabajadores, la inflación trimestral acumulada alcanza el 71%, cae un 19,4% la producción industrial, se derrumban un 30% las ventas minoristas, se destruye el poder adquisitivo del salario en un 50%, y las partidas presupuestarias no llegan a los comedores comunitarios, donde todos los días comen más de 10 millones de personas, asfixiadas por la crisis. Mientras tanto, se destruye el Estado y se aceitan los mecanismos financieros por los cuales se fuga la riqueza nacional hacia las cuentas privadas de los grandes grupos económicos, bajo los lineamientos del Fondo Monetario Internacional. 

Lunettes et lorgnettes de jadis / [Mme Alfred Heymann, J. Bourgeois] ; préface de M. Georges Lafenestre. Source: Wellcome Collection.

Una crisis político-institucional marcó la victoria de Milei, en una ofensiva global de los proyectos neoconservadores que llegan al poder por vía electoral, combinada con la insuficiencia de respuestas de los proyectos populares a las demandas reales de las grandes mayorías. Hoy, y aprovechando las contradicciones de la época, el control de la política de gobierno argentino es disputado por las elites empresariales articuladas al capital global, en el seno de lo que mediáticamente es bautizado como “Círculo Rojo”: una burguesía parasitaria, financiera y exportadora, que solo persigue el lucro en la bicicleta financiera mundial a costa del trabajo de millones de trabajadores y trabajadoras

El expresidente y empresario Mauricio Macri, y Eduardo Eurnekian, dueño del holding Corporación América, se debaten para imponer su poderío, y así poder instrumentar los hilos estatales con el fin de aumentar sus ganancias. Avanzan a fuerza de mega Decretos de Necesidad y Urgencia, grandes paquetes de leyes y el poder de las carteras que encabezan. 

Impulsan la construcción de una especie de democracia “de excepción”, una nueva forma de gobierno, propia del siglo XXI, donde se “pretende normalizar la suspensión de las garantías constitucionales a costa de expulsar del sistema a las fuerzas sociales que le son incómodas” —como lo define el comunicador boliviano Hugo Moldiz—. En síntesis, se impulsa la construcción de un régimen, en apariencia “democrático”, donde las élites económicas están intentando limitar la presencia plebeya en el manejo de la cosa pública, como un peligroso “exceso” de democracia que atenta contra la única “libertad” posible: la libertad de que la clase capitalista local y transnacional se apropie de nuestros recursos naturales, desintegre nuestra “unidad nacional”, y legitime la sobreexplotación de las y los trabajadores argentinos.

El plan de hambre y saqueo de las grandes mayorías debe acompañarse necesariamente de un plan represivo, llevado adelante por la conocida ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Su “protocolo antipiquetes” y su reglamento de “gatillo fácil” se combinan con una estrategia mediática que construye la figura del enemigo interno con el objetivo de legitimar socialmente la violencia ejercida desde las fuerzas de seguridad sobre las protestas callejeras, y el ataque sistemático a sindicatos, movimientos sociales, feministas y organizaciones políticas. 

A pesar de dicha ofensiva, que avanza aceleradamente, hay iniciativas de rearticulación de una fuerza política y social de oposición a políticas de gobierno. En los primeros 100 días, se destacan en el escenario de calle, los “cacerolazos” en repudio al mega DNU de diciembre, el paro general y movilización del movimiento sindical en unidad el 24 de enero, y, especialmente, las masivas movilizaciones realizadas por el movimiento feminista y transfeminista en todo el país, el pasado 8 de marzo, en el marco del Paro Internacional. Las mujeres y diversidades han sido especialmente identificadas por este gobierno como un enemigo a combatir, demostrándolo en sus discursos y sus acciones de gobierno, dirigidas contra quienes principalmente sufren las consecuencias de la violencia económica.

El movimiento nacional y popular argentino está dando muestras de su capacidad y de su voluntad de lucha. La crisis se agudiza día a día, mientras las organizaciones construyen herramientas para enfrentar el proyecto en posición de gobierno, en un tiempo donde necesariamente hay que encontrar nuevas recetas, en medio de una profunda reconfiguración del escenario político. Hoy, el debate debe dirigirse a las propias bases de la democracia como la conocemos, superar las vías institucionales formales, donde el pueblo no está invitado, para construir verdaderos mecanismos de democracia popular y participativa, que devuelva a las mayorías el control sobre sus destinos, y que permita hacer efectivo el sueño de vivir con dignidad.

El Leviatán

Anónimo

Estimados amigos y amigas de la Revista Presente:

Me dirijo a ustedes y al público lector con cierto aire de desánimo al momento de escribir estas palabras. Más allá de la importancia para la nación argentina, el balotaje de noviembre fue vivido como un acontecimiento histórico para los que nos consideramos discípulos de F. A. Hayek: por primera vez íbamos a tener un representante de la Escuela Austriaca de Economía a cargo de un gobierno, ¡y que orgullo que este estuviese ni más ni menos que en el sillón de Rivadavia! Naturalmente, con la monumental responsabilidad de desmantelar el indomable Leviatán.

Muchos dirán que Javier Milei no es el primer líder ejecutivo en introducir las ideas austriacas en el debate político. Algunos recordarán a Margaret Thatcher debatiendo con la obra Camino de Servidumbre en mano, y en Argentina, muchos erróneamente opinan que se trata ni más ni menos que de la versión rockera de Donald Trump. Como purista en cuestiones económicas, nunca me sentí representado por ninguno de ellos, ya que detrás de esas caretas, nunca dejaron de ser lo que en terminología anglosajona llaman “conservadores”. Puede que, en realidad, el que esté equivocado sea yo. Después de todo, nunca hubo genuinamente un país 100% libertario, lo que convierte a estas ideas en una especie de utopía, siendo lo más cercano a su representación un tibio conservadurismo moderado “a la Friedman”.

¿A qué me refiero con esto? En los primeros días de gobierno pasamos del éxtasis a la agonía. Vimos a un Milei brillar en Davos frente a la gran casta global, pronunciando las verdades que muchos de los contribuyentes quisiéramos gritarles a la cara. Sin embargo, días después rompió su más importante promesa para con su núcleo duro de votantes: subieron de nuevo los impuestos, otra vez sopa.

Christ resurrected on the day of judgement. Etching after M. de Vos. Wellcome Collection. Source: Wellcome Collection.

Esto puede ser leído de la siguiente forma: desde la óptica nacional, el Señor Presidente sabe que no todos sus votos le corresponden — aprendiendo así del gran error cometido por Raúl Alfonsín—, y busca entonces llegar a un término medio con los que componen su coalición. Sin embargo, viéndolo desde una mirada internacional, cabe recordar que hoy la Argentina no es más que un experimento libertario; para bien o para mal, todos los ojos están puestos sobre ella. Aquellos que queremos que triunfen las ideas de la libertad vemos que es la única chance de demostrar al mundo que nuestro esquema teórico es válido en la práctica. Mientras que los opositores esperan con ansias que estas ideas fracasen. La subida de impuestos les da a todos ellos motivo suficiente para poder decir que el libertarismo es impracticable.

Es muy temprano aún para opinar, me resulta difícil poder pronosticar cómo seguirá todo esto luego de los primeros meses de gobierno. La única certeza que tengo es que los tiempos que vienen serán difíciles para todos los argentinos, pues no hay otra salida que la austeridad. Podemos disentir en el modo de encararla, ya sea a través de recortes en el gasto público (“el ajuste lo paga la casta”), o por medio de la subida de impuestos a los ya castigados contribuyentes (“al país se lo saca entre todos”).

Sin más, quiero extender mi saludo a todos los miembros de Presente por brindar el espacio a la pluralidad de voces y al debate que enriquece a la democracia.

Crónica de 100 días

Por María Cristina Rilo2

A partir del 10 de diciembre de 2023, Argentina, mi país, parece haberse sumergido en una distopía propia de una película, en donde todo se ve desordenado, desorganizado, destruido, y los personajes se mueven en un “sálvese quien pueda” egoísta como consigna de supervivencia. En no más de dos meses de gobierno (para cuando escribo este texto), la inflación acumulada es mayor al 50%, mientras que los ingresos ya magros de los trabajadores se mantienen inalterados.

Javier Milei, actual presidente, prometió hacer pagar a la “casta política” la crisis económica heredada, pero resulta ser que la interpretación del concepto de “casta” no fue la misma para él que para sus votantes. Otra vez son los sectores populares, la clase media, los jubilados y los trabajadores los que tienen que pagar las deudas contraídas por los poderosos. Otra vez el neoliberalismo, capitalismo financiero y los concentradores de riquezas, dirigen los destinos de un país que desprecian y cuya cultura, educación, sistemas sanitario y científico, etc. aborrecen.

No es la primera vez que mi país cae en manos de sectores conservadores, antiderechos, elitistas. Tenemos una larga historia de golpes de Estado cívico-militares antidemocráticos y represores. Siendo el proceso militar de 1976 a 1983 el más cruel y sangriento: fue necesario implantar el terrorismo de Estado para instalar el neoliberalismo en Argentina.

Mi país es inmensamente rico, con una población de tan sólo 46 millones de habitantes para una superficie casi un tercio más grande que México, en donde el 60% habita en zonas urbanas, con amplias áreas cultivables en manos de sólo el 1% de la población, en donde se producen alimentos para 500 millones de personas.

De igual forma, en la Patagonia se encuentra el tercer depósito de gas más grande del mundo. Tenemos petróleo, minas de cobre, litio, tierras raras, etc. Tenemos importantes reservas de agua dulce. ¿Cómo se explica entonces tamaña crisis económica? ¿Por qué actualmente el 60% de los niños viven en situación de pobreza?

Benjamin Harrison, the autocratic treasurer of Guy’s hospital, receiving tributes from Sir Astley Cooper and his associates. Coloured lithograph attributed to R. Cruikshank, ca. 1830. Wellcome Collection. Source: Wellcome Collection.

Haciendo un poco de retrospectiva, podemos ver que los momentos en que la población argentina vivió mejor fueron los dos primeros gobiernos peronistas durante el siglo XX y los 12 años de gobierno de Néstor y Cristina Kirchener en el siglo XXI. Es difícil entender que exista un antiperonismo tan marcado, incluso en los sectores populares.

La historia la escriben y difunden los que ganan y los que ganan siempre son los sectores de poder económico altamente concentrados, dueños incluso de los medios de comunicación hegemónicos (por ejemplo el Clarín, la Nación +, América 24, Infobae).

Ya a finales del siglo XX y en lo que va del XXI, estos medios, en complicidad con jueces corruptos, instalaron causas jurídicas falsas, se convirtieron en una herramienta política de generación de opinión pública con  mentiras obscenas, deshumanizando a los dirigentes populares, al movimiento obrero y a todo aquello que atente contra los intereses del poder económico concentrado. A este modus operandi de la política actual se lo conoce como Lawfare”.

El capital internacional representado por el neoliberalismo es extractivista, antiecológico, anti-derechos y, si es necesario, antidemocrático; no tiene escrúpulos ni humanidad, lo único que persigue son sus ganancias. El dinero es más importante que la propia subsistencia del medio ambiente y del ser humano.

Desde la vuelta a la democracia, hubo dos períodos en donde se intentó nuevamente instalar el neoliberalismo: en los 90 con Carlos Saúl Menem que nos llevó al colapso económico del 2001; otro momento fue durante la presidencia de Mauricio Macri, quien contrajo la deuda en dólares más grande de la historia del FMI (55 mil millones de dólares), acompañado del cierre de fábricas, aumento del desempleo por más del 25% y precarización del trabajo formal. Una deuda contraída para fugar capitales y que vuelve a sumir a la Argentina bajo las condiciones impuestas por el FMI, más dependencia. 

Ni el millonario préstamo del FMI permitió que Mauricio Macri fuera reelecto, en su lugar ganó una fórmula peronista encabezada por Alberto Fernández, quien, en medio de una crisis financiera descomunal y con las arcas vacías que dejó la gestión anterior, debió enfrentarse a la pandemia del COVID sin posibilidades de crédito internacional. 

 A poor family starves in the centre of Paris: a workman brings them a bowl of soup, a banker for a «Philanthropic bank» ignores them, public funds are spent on a new stock exchange, and books are advertised advocating self-help. Lithograph by Villain after N.-T. Charlet, 1840. Wellcome Collection. Source: Wellcome Collection.

Es evidente que, en cada proceso neoliberal, retrocede el desarrollo de la Argentina: el FMI presta dinero a gobiernos corruptos para luego condicionar el accionar de los gobiernos progresistas, desilusionando a sus votantes, descalificando a los movimientos y partidos que luchan por el bienestar de las mayorías. La dependencia condiciona a los gobiernos populares.

La presidencia de Fernández, si bien disminuyó el desempleo al 6% y aumentó el producto bruto interno, no logró el bienestar esperado por las clases populares, dejando un 100% de inflación anual. La prometida distribución de las riquezas fue insuficiente.

Es importante destacar que cuando se trata de gobiernos progresistas, pareciera que la gente exige mucho más por sus derechos que cuando los que gobiernan son aquellos que representan a los grandes capitales; eso se debe, en mi opinión, al temor a perder el empleo y a la represión, que inmoviliza y calla opiniones.

En medio de la pandemia y con alta inflación, los medios hegemónicos de comunicación, junto con la incorporación de las redes sociales de internet, comenzaron la guerra nuevamente, siempre con la complicidad del poder judicial corrupto, y se intensificó el Lawfare. Se demonizó todo movimiento colectivo y solidario, mostrando como única salida el individualismo y la meritocracia. Los medios de comunicación difundieron  la idea de que el Estado es represor de las libertades individuales. En medio de este ambiente de desinformación, apareció una figura disruptiva: Javier Milei. 

Milei se mostró con una motosierra rodeado de jóvenes que se definían como libertarios, odiadores del Estado opresor, negacionistas del genocidio del golpe militar, del cambio climático, antivacunas, dispuestos a destruir al sistema político para solucionar los problemas de Argentina. Apareció como una suerte de superhéroe (o antihéroe) capaz de destruir a la “casta política”, responsable de todos los males económicos. Prometió achicar el Estado, eliminando subsidios al transporte, educación, salud y eliminar impuestos. Propuso la dolarización de la moneda, y se instaló en la sociedad la idea de: “si se gana en dólares los sueldos serían equivalentes a los de un trabajador en EEUU”..

Los medios siempre  mostraban a Milei como un genio loco e instalaron que sus ideas eran novedosas: Romper todo para empezar de nuevo (aunque en realidad sus propuestas no tienen nada de innovadoras). Los capitales inversores y financieros pasaron a ser grandes patriotas. La libertad absoluta y el libre comercio, quitando al Estado como intermediario en las negociaciones, por ser represor y corrupto, dejando en manos de la oferta y la demanda el funcionamiento del país. Proponía entre otras barbaridades, la posibilidad de que las personas vendan sus órganos si necesitan dinero.

La constante demonización y deshumanización de los movimientos y partidos populares, acusados de corruptos y ladrones, en complicidad con jueces y medios hegemónicos, permitió que Milei instalara el concepto de que “la casta política debía pagar todo”. La deshumanización de los dirigentes populares en los medios llevó incluso a que en el 2022 se intentara asesinar a la expresidenta y, en ese momento vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner.

Se sembró en la gente un exacerbado odio contra la solidaridad, lo colectivo, y se reivindicó al individualismo y la meritocracia como banderas del éxito social.

El 19 de noviembre del 2023, en las elecciones gubernamentales y legislativas, votó solo un 77% de la población mayor a 16 años (es importante destacar que en mi país el voto es obligatorio, solo hay que tener el Documento Nacional de Identidad). Los resultados fueron: 36,6% de votos para Massa, de Unión por la Patria, que representa al progresismo; un 29,9% de los votos para Milei, de La Libertad Avanza, de ultraderecha, y un 23,81% de los votos fueron para Juntos por el Cambio, otra alianza de derecha, gestionada por el expresidente Macri. 

Unión por la Patria fue quien obtuvo la mayoría de los votos, pero no alcanzó el 40% necesario para ganar en la primera vuelta. Fue así como, en el balotaje de las dos primeras fuerzas, se unieron  La Libertad Avanza con Juntos por el Cambio detrás de la candidatura de Milei y vencieron  con el 55,65% de los votos, contra esl 44,35% obtenido por Unión por la Patria. Así es como Javier Milei llegó a ser presidente, pero con una gran minoría parlamentaria y sin ningún gobernador provincial de su partido.

Apenas asumió la presidencia, lanzó un “Decreto de Necesidad y Urgencia”, que de ningún modo era necesario ni urgente, con una serie de medidas desreguladoras de precios en los servicios, alimentos, sistemas de salud prepagas, educación privada y alquileres. Con ello   colocaba el impuesto a la ganancia a los trabajadores de mejores ingresos, congelaba salarios, las jubilaciones y las pensiones.

Además,  eliminaba  la ayuda económica a los sectores más pobres, en los comedores escolares y barriales, y permitía la venta de territorios en zonas de fronteras a capitales extranjeros, así como la venta de clubes de futbol a capitales extranjeros. También en el decreto se presentaron una serie de reformas al código laboral, en donde, de un plumazo, se eliminaban los derechos laborales adquiridos durante tantos años de lucha colectiva, afortunadamente esto  fue frenado por la justicia de fuero laboral.

Paralelamente, presentó en el Congreso Nacional una ley llamada “Ley Ómnibus”, con más de 600 artículos, que  abarcaba reformas que iban desde el código electoral y el código comercial, hasta el  código penal en los temas relacionados con el derecho a huelga y a manifestarse libremente en las calles,  así como subsidios sociales, en temas de la cultura, educación y salud.

Por otra parte,  también pretendía que se le delegaran funciones al poder ejecutivo, y presentó una ley  que implicaba un cambio de la Constitución, con grandes errores jurídicos en su confección. Un disparate que ni sus aliados de Juntos por el Cambio estuvieron dispuestos a apoyar en su totalidad. La “Ley ómnibus” se desaprobó en la Cámara de Diputados. En lo que lleva de gobierno, la inflación se disparó en más del 60% y quitó el subsidio al transporte público. Muchas personas dejaron de trabajar por no poder pagar los montos para transporte, subió el gas, la electricidad y el agua. Los colegios privados se volvieron exclusivos, los servicios de salud privados, un privilegio que la mayoría ya no puede pagar, la inseguridad se incrementó un 100%. Muchos son los trabajadores que ya no  pueden solventar los gastos de comida para sus familias: los sueldos y jubilaciones están congelados.

Ahora sí queda claro quiénes son “la casta” para Milei, quiénes son los que pagan los gastos de deuda contraída por el expresidente Macri. Otra vez el pueblo debe pagar y otra vez los medios de comunicación manipularon para que la gente creyera  en un cambio que no es otra cosa que conservadurismo puro.

En la actualidad, el descontento cada vez es más grande, la realidad ya supera las ficciones que nos quieren imponer desde los medios de comunicación y las redes sociales. La gente ya se está cansando, aunque por la TV traten de justificar otra vez todo lo que pasa, prometiendo un mundo mejor en un par de años. El hambre no puede esperar, la salud y la educación tampoco.

Ya comenzaron las movilizaciones, los paros, la desilusión, y no sólo de los trabajadores, sino también de la clase media.

De todos modos, aún queda la gran pregunta, ¿por qué la gente votó a alguien que promete destruir al Estado que los protege, necesario para resolver los problemas básicos de supervivencia y educación? 

A mi entender, estamos bajo un nuevo paradigma de comunicación social que manipula la información, y ya nadie sabe dónde está la verdad. Estamos globalizados y manipulados por sectores económicos muy poderosos que generan opinión pública y manipulan los votos para poder imponer gobiernos que respondan a sus intereses. 

La destrucción de lo que nos pertenece por derecho y la democracia, no deben ser negociables. Los Estados deben ser mejorados y adaptados a las nuevas épocas y circunstancias, para limitar el poder de los grandes en beneficio de las mayorías populares, del medio ambiente, de la propia existencia sobre el planeta. De eso se trata para seguir creciendo como sociedades.

On the telephone (which is linked up to a television screen) to a patient whom he can both observe and talk to from a distance; representing possible technical innovations. Line block after D.L. Ghilchip, 1932. Wellcome Collection. Source: Wellcome Collection.
  1. Emilia Trabucco es psicóloga y Magíster en Seguridad de la Nación. Es Analista del CLAE Argentina (Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico). Militante sindical y feminista. ↩︎
  2. Doctora en Química Biológica y docente de la Universidad de Buenos Aires. ↩︎
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