Obstáculos y violencias a las que se enfrentan las mujeres dentro de la política en México

Por Melissa Cornejo

La revisión y reflexión del papel de las mujeres en la vida pública y los obstáculos a los que se enfrentan al ocupar espacios —dentro y fuera de estos— no pueden entenderse sin una mirada histórica, transversal e interseccional que nos permita analizar de una manera más amplia qué es ser mujer, y después, qué es ser mujer dentro de la política.

Uno de los principales errores que se cometen al hacer este tipo de ejercicios es limitar el análisis estrictamente a lo que viven las mujeres dentro de los espacios políticos —militancia, análisis político o cargos de representación popular —como la misoginia, la violencia política en razón de género y otro tipo de violencias que discutiremos más adelante —y que, por motivos de extensión me limitaré a ilustrar con un solo ejemplo—, y omitir las dificultades a las que se enfrentan en lo cotidiano por el simple hecho de ser mujeres.

Ser mujer

La tesis fundamental del libro El segundo sexo, escrito en 1949 por Simone de Beauvoir, es que no se nace mujer, sino que se llega a serlo. La espina dorsal de esta obra —que después sería tomada como una de las más importantes del feminismo del siglo XX, a pesar de que no surgió con el propósito de ser un manifiesto feminista— es el argumento de que ser mujer no es un destino predeterminado, sino un producto cultural.  Los hombres y las mujeres son seres ontológicamente iguales, e incluso si fueran distintos, axiológicamente se encuentran en equivalencia, pero es a través de la educación, la cultura y la socialización como se construye el género y se asignan roles.

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Todas las dinámicas basadas en los roles de género y los ejercicios del poder tienen en común algo fundamental: dejar en desventaja a la mujer frente al hombre, pues siempre será percibida como el segundo sexo, como el otro que es mirado, invariablemente, en función del hombre. De la mujer se suele esperar suavidad, ternura y cuidados ilimitados; se les encasilla —aún hoy en día— en un sentido moral como la persona que da vida y la conserva, quedando como la principal responsable de las labores domésticas y la conservación del hogar, lo que se traduce en trabajos no remunerados y menor tiempo para estudiar o desenvolverse en un empleo formal.

Desde la mirada psicoanalítica, Lacan se pregunta por la feminidad en repetidas ocasiones y, a pesar de estar abiertamente en desacuerdo con la tesis del segundo sexo de Simone de Beauvoir, —la autora concibe la relación entre lo Uno y lo Otro (hombre y mujer) donde el primero se afirmaba al demeritar al otro como una extensión de la distinción entre sujeto y objeto (2)— el psicoanalista sostiene que el término “mujer” no se utiliza para nombrar los aspectos biológicos, sino que es una posición en orden simbólico, una relación respecto al otro, una posición femenina, rozando lo presentado en párrafos anteriores: no es lo biológico lo que determina a la mujer, sino su relación con los demás.

En su seminario de 1972—1973 (3), formula uno de sus planteamientos más polémicos: “La mujer no existe”, que posteriormente volvería a plantear como “no hay La mujer”, dejando claro que no cuestiona la existencia de las mujeres o la feminidad, sino la universalidad que denota el artículo definido “la”, y que las mujeres existen —y se construyen— de una en una.

 

Una mirada interseccional

Para realizar un análisis completo y desde la responsabilidad, al hablar de obstáculos y violencias que viven las mujeres dentro de la política, también se debe tomar en cuenta todo aquello que viven fuera de ella y que frustra o dificulta su llegada a este tipo de espacios. Si ya mencionamos en el apartado anterior que el sexo con el que se nace no define las capacidades u oportunidades de una persona, es justo mencionar que la socialización y la educación con sesgo de género que recibirá debido a su sexo sí tendrá un impacto directo en la formación y en las aspiraciones. Por mencionar unos ejemplos: mientras un niño juega a ser médico, una niña juega a ser madre y a realizar labores domésticas; mientras un adolescente varón se levanta de la mesa y se retira a su habitación a estudiar, su hermana adolescente es quien recoge la mesa y lava los platos con su mamá; mientras un hombre universitario estudia y trabaja, la mujer universitaria además de estudiar y trabajar tiene que pensar en preparar la comida, lavar la ropa y colaborar en los cuidados dentro de la familia.

Además, a las mujeres las atraviesan cuestiones de clase, como la precariedad laboral, trabajo informal o no remunerado y dificultades económicas que representan un obstáculo más a la hora de integrar la militancia y la promoción de actividades político culturales para pasar de la necesidad de satisfacer sus inquietudes materiales a la necesidad de satisfacer sus inquietudes políticas, pues tienen que hacerlo en un país con una brecha salarial de género de 9.6% según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). (4)

Otro asunto es la maternidad. Y si bien la maternidad deseada no representa un problema en sí misma, puede llegar a ser un obstáculo y llegar a frustrar las aspiraciones de las mujeres que no cuentan con redes de apoyo o empleo formal, no así en el caso de los hombres. Para las mujeres con empleo formal la Ley Federal del Trabajo las protege y a sus hijos durante la gestación y lactancia, se les garantiza atención médica, descanso, y la conservación de su empleo. También, la reforma laboral de 2019 (5) establece que la mujer embarazada tiene derecho a recibir su salario íntegro, seis semanas antes y seis semanas después del parto —mismas que podrá modificar a su conveniencia, siempre y cuando no exista contraindicación—, además, en caso de presentarse alguna complicación, la incapacidad se puede extender hasta las ocho semanas postparto. (6)

Este tipo de reformas y derechos conquistados representan una victoria para el pleno desarrollo de las mujeres trabajadoras, pero sólo para una parte de ellas. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) este año la Población Económicamente Activa (PEA) femenina es de 21 millones, con una tasa de participación económica de 40.9%, de este porcentaje, la ocupación informal en mujeres en edad de trabajo fue de 11.2 millones.(7) Esto implica que 11.2 millones de mujeres, de quedar embarazadas, no tendrían seguridad laboral, ni protección por parte de la Ley Federal del Trabajo.

Por otro lado, existen otro tipo de circunstancias que atraviesan algunas mujeres y que desafortunadamente representan obstáculos a la hora de intentar desarrollarse dentro de la política o de querer ocupar ciertos espacios: la orientación sexual y la identidad de género. No fue sino hasta la actual Legislatura que las mujeres trans llegaron al Congreso.

Por último, no se puede hablar de una mirada interseccional sin hablar de las mujeres racializadas. Fue a finales de la década de 1990 cuando comenzó un proceso de identificación étnica negra, afrodescendiente y afromexicana en la región de la Costa Chica. A pesar de que las mujeres participaron y fueron activas políticamente desde el inicio, las organizaciones y asambleas más importantes de la región eran conducidas por varones solamente mientras las mujeres se encargaban de la logística, la preparación de la comida y los cuidados.(8) Este ejemplo sirve para ilustrar dos cosas: incluso dentro de las movilizaciones políticas apartidistas las mujeres tienen que “ganarse” un espacio y una voz. A la luz de lo dicho hasta aquí, me parece urgente repensar los cuidados y el trabajo logístico como parte de lo político y la política.

 

Políticas feministas o cuotas de género

 Una vez enumeradas algunas de las problemáticas a las que las mujeres se enfrentan, en este apartado se mencionarán algunas de las iniciativas que se han legislado para proteger a las mujeres dentro de la política partidista y cómo en la mayoría de los casos, a pesar de representar un avance y una conquista, o bien resultan insuficientes o son utilizadas por los partidos políticos con la finalidad de posicionarse, ganar adeptos o manipular discursos legítimos.

Integración de San Lázaro en la LXIV Legislatura. Fuente: Cámara de Diputados.

El 31 de enero de 2014 se promulgó la reforma político-electoral al artículo 41 de la Constitución, que eleva a rango constitucional la garantía de la paridad entre hombres y mujeres en las candidaturas a la Cámara de Diputados, Senado y Congresos Estatales. Tan sólo dos años después, en las elecciones de 2016 las mujeres ocuparon un 49.6% de las candidaturas en las diputaciones, y 45.6% de las personas electas por mayoría relativa. En 2018, la LXIV Legislatura del Congreso de la Unión resultó ser la más paritaria de la historia de México al estar conformada en cámara de diputados por 49.2% mujeres, 50.8% hombres, y el Senado de la República por 51% mujeres, 49% hombres.(9)

Si bien esto representa un avance innegable, al margen de la ideología de las mujeres que han llegado a estos espacios, es imperativo señalar que se han presentado situaciones lamentables en las que partidos de derecha se han colgado de reformas e iniciativas como la mencionada para el golpeteo político. Como ejemplo, uno de los casos más recientes: el 30 de septiembre la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) anuló las elecciones que se realizaron en Tlaquepaque, Jalisco, el pasado 6 de junio, por la violación de los principios de laicidad del Estado. Unos días después de la decisión de la Sala Superior, cuya resolución llamó a elecciones extraordinarias, el Congreso de Jalisco —que en su mayoría está conformado por legisladores de Movimiento Ciudadano— aprobó una convocatoria para que en las elecciones extraordinarias sólo participaran candidatas, alegando paridad de género so pretexto de que su partido había postulado a una mujer las elecciones pasadas. ¿Hubieran aprobado la iniciativa de no ser su candidata una mujer? ¿Encontraron en la paridad la manera de sabotear al partido opositor que no podrá perfilar y posicionar a otro candidato con la misma aceptación que el anterior, al que derrotaron por tan sólo 1.29% de los votos? (10)

El caso anterior muestra cómo, para ciertos partidos, la mujer sigue siendo vista como un objeto y un recurso del cual pueden obtener beneficios, y la paridad más que buscar representación femenina, muchas veces es vista como simple cuota de género. Por otra parte, no importa la legitimidad y la validez de la candidatura y el espacio conquistado por medio de elecciones limpias, a las mujeres se les cuestiona de qué forma obtuvieron ese sitio: si son lo suficientemente capaces, si tuvieron que acostarse con alguien, si están ahí por su cara bonita, si son una simple cuota y un largo etcétera. Mismos cuestionamientos que jamás reciben los hombres —por lo menos no desde el mismo sitio— pues ellos han sido sujetos políticos desde siempre, tienen espacios asegurados y no son vistos como simple cuota de género.

El 13 de abril de 2020 fue publicado en el Diario Oficial de la Federación el decreto que incorpora y tipifica la violencia política en razón de género. (11) Esta reforma entiende la violencia política contra las mujeres en razón de género como toda acción u omisión basada en elementos de género que tenga por objeto anular o menoscabar el ejercicio efectivo de los derechos políticos y electorales de una o varias mujeres.

Sin embargo, y en contraste con el gran logro que representa la tipificación de la violencia política en razón de género, las denuncias tienen un gran peso político del que poco se habla. Las víctimas de este tipo de delitos son revictimizadas y vistas como traidoras incluso por los mismos compañeros de partido, son acusadas de crear división, teniendo que cargar, además, con la culpa de levantar la voz ante la injusticia.

 Después de revisar cada obstáculo y de poner en perspectiva cada logro, es un poco más claro que no existen soluciones fáciles para violencias y dificultades tan complejas y sistemáticas. A pesar de esto, podemos comenzar por poner a las mujeres al centro de las políticas e iniciativas para que estas realmente representen y cuiden a las mujeres en su amplia diversidad. Que ninguna mujer quede fuera, que todas las mujeres se vean representadas en los espacios ocupados por otras mujeres.

Otro punto para tomar en cuenta es que la actividad política es diseñada por y para varones, y cuando las mujeres —a pesar de todos los obstáculos que se encuentran en el camino— logran llegar a estos espacios, se encuentran con grandes nuevos retos, pues existen reglas y códigos masculinos a los que tienen que adaptarse: esto choca con la socialización, educación y formación que recibieron como “mujeres”.

Para feminizar la política es indispensable también reconocer el papel de las mujeres en lo político y no sólo en la política. ¿Qué actos tienen un sentido político más fuerte que los cuidados, la educación, la formación, la ternura y el tiempo dedicados a los hijos y la familia dentro del hogar?

Es imperativo no sólo cuestionar y desarticular los códigos “masculinos” dentro de la política, sino comenzar a identificar este tipo de conductas, estructuras y lenguaje que pueden limitar el desarrollo de las mujeres, desde la educación que reciben las infancias; no sólo buscar la paridad de género dentro de los espacios políticos, sino acortar la brecha de desigualdad también en la cotidianidad; no sólo señalar los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres, sino problematizarlos y hacernos responsables todos, comenzando por revisar desde dónde se aprende, se aprehende y se construye.

En suma, a las mujeres les atraviesa la desigualdad de género, dentro y fuera de los espacios políticos, por lo tanto, a pesar de los avances en cuestión de paridad y de las conquistas en materia legislativa, siguen en desventaja, pues la paridad dentro de la política no es lo mismo que igualdad de condiciones ni dentro, ni fuera del ejercicio político.

Hoy tenemos espacios gracias a las mujeres que lucharon antes que nosotras. Luchemos porque las mujeres de mañana puedan, no sólo desarrollarse plenamente dentro de los espacios políticos, sino que encuentren bajo sus pies piso parejo y tierra fértil; igualdad de condiciones y oportunidades en su camino.

 

El pleno de la Cámara de Diputados. Fuente: https://comunicacionsocial.diputados.gob.mx/

 

(1) Simone Lucie Ernestine Marie Bertrand de Beauvoir, El segundo sexo, 1949.

(2) Claudio Godoy, ‘’Los ideales del sexo’’, Lacan XXI, 22 de octubre de 2018, en  http://www.lacan21.com/sitio/2018/10/22/los-ideales-del-sexo/  (consultado el 26 de octubre de 2021).

(3) Jacques Lacan, Seminario 20: Aun, 1972-1973.

(4) OECD. “Brecha salarial de género”, 2021. Disponible en https://data.oecd.org/earnwage/gender-wage-gap.htm

(5) Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión. “Ley Federal del Trabajo”, 2019a. Disponible en http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/125_020719.pdf

(6) Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión. “Ley del Seguro Social IMSS”, 2019b. Disponible en http://www.imss.gob.mx/sites/all/statics/pdf/leyes/LSS.pdf

(7) INEGI. “Resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo”, 2021. Disponible en https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2021/iooe/iooe2021_03.pdf

(8) UAM. “Nunca más un México sin nosotras. Feminismo y mujeres afromexicanas”, 2019. Disponible en

https://www.redalyc.org/journal/267/26760772006/html/

(9) Instituto Nacional Electoral. “Evolución normativa de la paridad de género”, 2021. Disponible en https://igualdad.ine.mx/paridad/evolucion-normativa-de-la-paridad-de-genero/

Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe. “Leyes de cuotas y paridad”, 2014. Disponible en: https://oig.cepal.org/es/laws/3/country/mexico-16

(10) Melissa Cornejo, “Elecciones, ¿extraordinarias?”, La Progre, 7 de octubre de 2021, en https://laprogre.com/2021/10/elecciones-extraordinarias/ (consultado el 15 de octubre de 2021).

(11) SEGOB/DOF “DOF 13/04/2020”, 2020. Disponible en: https://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5591565&fecha=13/04/2020

 

 

 

 

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