Permissum videtur id omne quod non prohibitur
(Lo que no está prohibido está permitido)
La “gran familia” del futbol mexicano, que incluye a comentaristas, dueños, aficionados y jugadores, quedó en shock al saber que el Club León de la Liga MX fue descalificado por la FIFA para participar en el Mundial de Clubes 2025. Esto debido a que en su regulación prohíbe explícitamente aquello que, en los hechos, son los usos y costumbres de nuestro balompié: el conflicto de interés normalizado en la multipropiedad de equipos.
Aquel axioma legal en latín, Permissum videtur id omne quod non prohibitur (“se considera permitido todo lo que no está prohibido”), a través del cual se han enquistado diversos vicios en el fútbol mexicano —como el nepotismo, el influyentismo, la lambisconería, la corrupción, la “prensa amiga” y los “pactos de caballeros”—, finalmente chocó con el muro del artículo 10 del reglamento, que la FIFA utilizó para descalificar al “hermano menor” del Club Pachuca, este último, cabe mencionar, sí estará presente en el torneo antes citado.
Para garantizar la integridad de la competencia, los equipos participantes se obligan a cumplir los siguientes criterios…. [c] Ningún individuo o entidad legal de un equipo debe tener influencia sobre otro equipo, definiendo influencia como… [iv] la capacidad de intervenir por cualquier medio en la decisiones de más de un equipo participante
Tras las controversias de derechos de transmisión que Jesús Martínez Patiño (padre) y Jesús Martínez Murguía (hijo) han sostenido contra diversas televisoras, ya es de dominio público que el parentesco directo es el menor de los problemas para el Grupo Pachuca, acusado de recibir privilegios y condonaciones por parte de gobiernos estatales de Hidalgo y de Guanajuato. Sin embargo, lo de Tuzos y Esmeraldas no es sino el botón de muestra en una liga donde otros equipos también tienen conflictos de intereses creados.

Sólo en 2024, y con apenas 25 años de edad, Alejandro Irarragori Kalb heredó el mando del Santos Laguna de Torreón de manos de su padre, quien a su vez, bajo la letra del artículo 10 de FIFA antes citado, también tiene “la capacidad de intervenir por cualquier medio” en los destinos de otro club de primera división, el Atlas de Guadalajara. El conjunto lagunero padece hoy una grave decadencia que, de achacarse a la figura del nepo-baby, no sería muy distinta de la lenta agonía sufrida por Chivas bajo la batuta del hijo del finado Jorge Vergara.
Asimismo, pero en la línea del conflicto de interés y la colusión entre periodistas y directivos, la polémica tras la salida del popular entrenador argentino Martín Anselmi de Cruz Azul rumbo al Porto de Portugal evidenció en redes sociales distintas versiones señalando que dos ex reporteros de cancha de TV Azteca de Ricardo Salinas Pliego (dueño del Mazatlán FC), tendrían voz y voto en la llegada de futbolistas para la escuadra de la Cooperativa. En otras palabras, pasaron de ser comunicadores a ser publirrelacionistas e intermediarios.
Es como si aquel lugar común (mitad real, mitad ficción) del América y Televisa como las “muy visibles manos invisibles” del negocio del futbol en México se hubiera convertido en la fachada más útil para que familias, medios, comentaristas, periodistas, empresarios, traficantes de influencias y hasta políticos saquen raja de toda clase de vacíos legales, leyes laxas y autoridades cómplices o permisivas, (incluyendo a la propia FIFA, que de buenas a primeras se percató de que la Liga MX vive en su mundo aparte).
De modo que hablar del sistema político del futbol mexicano en términos de multipropiedad, nepotismos, corrupción de autoridades, una prensa servil y tráfico de influencias en realidad es oximorónico: se trata de un contrasentido, puesto que en teoría un sistema político debería basarse en instituciones impersonales, mejor conocidas como leyes. En la práctica, nuestro balompié se gobierna por medio de las relaciones personales clandestinas. Don Pablo González Casanova, ex rector de la UNAM, sostenía justo eso hablando del PRI: el cacicazgo, el compadrazgo, el cargo heredado, el amiguismo y la “lisonja cortesana” constituyen el secreto profundo del poder en México.
Sorpresivamente, la redacción del artículo 10 del reglamento del Mundial de Clubes es bastante lógica y precisa como para ir más allá de tipificar el evidente conflicto de interés del Club León y del Club Pachuca, pues prohíbe que un participante influya en la administración de otro participante, por la integridad de la competencia. Si un competidor incide en otro por fuera, por encima, por debajo, o al margen de la ley, entonces lo que hay es una oposición simulada que contraviene los bienes jurídicos del Estado de Derecho y la autenticidad.
En el contexto más general, esto explica el porqué en México ni con nuevas reformas de carácter constitucional contra el nepotismo pueda lograrse arrancar de raíz la mexicanísima cultura de las ‘palancas’, de las ‘conexiones’ y del pago e intercambio de favores.
Finalmente, el escándalo del León con la FIFA pone de relieve algo más que la multipropiedad y el nepotismo en la Liga MX. Es el retrato familiar, la foto oficial de una “gran familia” compuesta por dueños e hijos de dueños, por periodistas y por traficantes de influencias, por directivos y hasta por políticos y gobernantes. En suma, se retrata un sistema político del futbol en México que no se gobierna por leyes ni instituciones, sino por los más rudimentarios usos y costumbres.

César Martínez (@cesarkickoff) es maestro en Relaciones Internacionales por la Universidad de Bristol y en Literatura de Estados Unidos por la Universidad de Exeter.