Sobre la reducción de la jornada laboral

Por Gibrán Ramírez Reyes

Casi nadie duda de las grandes ventajas de reducir la jornada laboral semanal a 40 horas con dos días de descanso a la semana y de los cambios benéficos que esto traería en la vida de las mayorías trabajadoras. Por lo menos, casi nunca se pone eso en cuestión abiertamente. Salvo en memes, no se ha dicho que trabajar más tiempo sea mejor para la salud. Si no hay desacuerdo en ello, ¿entonces por qué habría desacuerdo en tender generalizadamente a una disminución de la jornada laboral?

Reducir la jornada laboral redundará, como ha sucedido en todo el mundo, en reducción del estrés y la fatiga causados por largos trayectos, horas de sueño ganadas, en la correspondiente reducción de una de las dobles jornadas laborales que recaen sobre todo en mujeres, en tiempo de convivencia con la familia, en espacio para el ocio y hasta en mejoras para la salud sexual. El trabajo, recordémoslo, es sobre todo tiempo de vida que se invierte o se gasta sin que sea necesariamente satisfactorio.

En materia de salud, por ejemplo, suele decirse que tomarse una Coca Cola hace perder hasta 12 minutos de vida, o que fumar un cigarrillo hace perder hasta 20. De la misma manera podría decirse que un trabajo formal convencional que sea poco satisfactorio para la persona trabajadora es mucho más peligroso para la vida misma aun si el peligro no es principalmente por enfermedad.

 Ya sea en una línea de producción en la maquila, en la caja de un supermercado, en un escritorio como asistente administrativo, la jornada laboral conlleva la pérdida de 8 horas de vida mas los traslados. El derecho al tiempo es, en sentido estricto, una de las modalidades del derecho a la vida.

Farm workers under a tree are making a basket, a plough and other agricultural implements. Engraving by Wenceslaus Hollar after F. Cleyn. Wellcome Collection. Source: Wellcome Collection.

La jornada laboral de 48 horas se estableció en México desde hace casi 110 años y no ha presentado cambios como si no se hubieran presentado cambios en el mundo del trabajo. Para poner un ejemplo, pasamos de librar guerras en caballos a sofisticados aviones, vehículos y drones, pero uno de los principales ejes de la vida social se ha mantenido completamente inmóvil.

En todos los sectores de la economía se han presentado avances que hacen cada vez más eficaz el trabajo, pero la tendencia de la gran empresa ha sido aprovechar procesos de automatización e innovación para prescindir de trabajadores e incrementar su rotación en pos de incrementar también las utilidades, aprovechando así los incrementos en la productividad tal y como se supone que actúe la empresa privada.

Del lado de los trabajadores, malamente, la misma defensa de intereses no ha tenido lugar. Esto ha sido así, entre otras cosas, por la disminución de la densidad sindical y el incremento del llamado sindicalismo de protección patronal, sobre todo a partir de los años ochenta del siglo pasado.

Del mismo modo, los partidos políticos abandonaron las banderas laboristas, que comenzaron a retomarse con fuerza a partir de las crisis económicas, desde el 2008 hasta la pandemia por Covid de 2020. El 23 de marzo, hace cinco años, por cierto, se declaró la política de confinamiento y sana distancia del gobierno pasado.

En el pasado reciente, el discurso laborista (y únicamente el discurso) ha formado parte de plataformas políticas como la de Donald Trump o Marine Le Pen, que son al mismo tiempo antiinmigrantes, antiambientalistas y hostiles con los derechos de las minorías. En México no debemos permitir que se use la agenda del trabajo como caballo de troya para avanzar este tipo de discursos.

Atender a las personas adultas jóvenes y maduras, motor de la economía nacional y olvidados por los discursos que aluden únicamente a sectores considerados vulnerables o a identidades consideradas en situación de riesgo, debe ser uno de los ejes principales de la plataforma política que aspire a forjar un futuro mejor para México.

La reducción de la jornada laboral es necesarísima en nuestro país. Somos uno de los países en que más se trabaja en el mundo. En promedio, una persona trabajadora en México labora 2127 horas al año, un número muy superior al de países latinoamericanos como Colombia o Chile y un poco más de 400 horas más que el promedio de los países de la OCDE. La prevalencia de estrés en la fuerza laboral, según la OMS alcanza el 75% de la fuerza laboral, un número superior al de China.

La reducción de la jornada laboral es, además, inevitable: tres cuartas partes de las economías a nivel global tienen una jornada laboral menor a la mexicana, y la mitad de todas ya adoptaron la jornada laboral de las 40 horas.

A quienes plantean que puede afectarse a la micro, pequeña y mediana empresa, les digo que eso puede solucionarse poniendo todos de su parte. El gobierno, por ejemplo, con incentivos fiscales, mientras la iniciativa privada puede ser solidaria en ayuda para la optimización de procesos de empresas más pequeñas.

A quienes plantean que con esto se afectará la competitividad, le digo que esto no será así, pues en el mundo se ha observado la tendencia opuesta. Un trabajador menos estresado y más motivado es definitivamente más productivo y, en todo caso, depende de las empresas innovar para adaptarse a las mejores condiciones de la vida humana.

No está de más recordar que en las encomiendas fundadas por Hernán Cortés en la Nueva España, la jornada laboral establecida era de cuatro días a la semana. Por supuesto que el cambio no debe ser sólo normativo o moral, sino también material. Como sucede con la prohibición de la explotación infantil o el esclavismo, el tiempo de vida humana no puede sacrificarse en el altar de la competitividad.

Textiles: various workers laying out mulberry leaves to feed silkworms. Engraving by B. Cole, 1753. Wellcome Collection. Source: Wellcome Collection

Gibrán Ramírez Reyes (@gibranrr) es profesor, doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y diputado federal por Movimiento Ciudadano.

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