Con la resistencia impregnada en la piel

Por Verónica M. García

  • Nota: Los nombres han sido omitidos o cambiados y los lugares no definidos exactamente para proteger la identidad de sus protagonistas. Los testimonios fueron recabados en los Encuentros de Mujeres que Luchan celebrados en los años 2018 y 2019 en el lugar conocido como Semillero Zapatista, del Caracol IV Torbellino de Nuestras Palabras, de Morelia, Chiapas, México.

Elsa tiene 25 años, es originaria de una pequeña comunidad del sureste mexicano, del estado de Chiapas. Nació siendo zapatista. Sus padres participaron en el levantamiento armado de 1994 como bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), cuando indígenas y campesinos de estas tierras le declararon la guerra al gobierno mexicano, por trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz;[1] a lo que después se agregó información y cultura, para sumar así las 13 demandas[2] que han sido guía durante los 28 años de vida del movimiento neozapatista, que desde sus inicios manifestó luchar por acabar con la opresión y discriminación que los pueblos originarios seguían padeciendo en pleno siglo XX. Clavada en la pared de tabla de su casa, manchada de polvo y cochambre, aún Elsa lee la Primera Declaración de la Selva Lacandona que dice:

“… los desposeídos somos millones y llamamos a todos nuestros hermanos a que se sumen a este llamado como el único camino para no morir de hambre ante la ambición insaciable de una dictadura de más de 70 años…”.[3]

Desde niña, sus familiares le han contado la historia de cómo, al grito de “¡Ya basta!”, participaron en la toma de la cabecera municipal de Las Margaritas, mientras que otros compañeros tomaron San Cristóbal de Las Casas, Altamirano, Ocosingo y Chanal. Y que después de doce días de guerra, empezaron las pláticas con el “mal gobierno”; primero en la Catedral de San Cristóbal de Las Casas, luego en el poblado de San Miguel y finalmente en San Andrés Sak’amchen de los Pobres,[4] a donde fueron para hacer cinturón de paz y proteger a sus comandantes.

Elsa cursó sus 6 años de primaria en la escuelita autónoma de su localidad, recibiendo clases de promotoras y promotores educativos de su mismo poblado. Y los siguientes 3 años de formación los hizo en la Secundaria Autónoma de la región, junto con otros jóvenes de comunidades cercanas, siendo sus educadores también zapatistas que, como ella, asumieron la educación en sus propias manos. Esto sucedió cuando el gobierno federal provocó la suspensión de las negociaciones de paz, al no cumplir los acuerdos del primero de los seis temas de los Diálogos de San Andrés, sobre derechos y cultura de los pueblos indios en México.[5] En ese año de 1996, el entonces subcomandante Marcos dijo a través de un comunicado:

“Desde que inició la negociación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional con el gobierno del señor Zedillo Ponce de León, esta negociación y este diálogo han estado continuamente en crisis, en concreto porque una de las partes, el gobierno federal, no acaba de decidirse por la vía de la negociación”.[6]

Sus primas mayores le cuentan cómo los maestros oficiales llegaban borrachos a dar clases, y los pocos días que asistían no eran suficientes para avanzar en el aprendizaje. Para ellos era importante aprender a leer, escribir y hacer cuentas, para que así los mestizos no los engañasen al ir al pueblo más cercano a vender —por necesidad— una gallina, un marrano, alguna hortaliza, algo de maíz o frijol y sus artesanías (bordados y tejidos); única forma de tener algún ingreso económico para comprar lo que la Madre Tierra no da. Por eso, por acuerdo de asamblea, corrieron a los maestros del sistema de todo el territorio zapatista y nació la Educación Autónoma en 1997.

Después de terminar sus estudios, Elsa fue elegida por su comunidad para ser locutora en una de las radios comunitarias zapatistas. Recibió capacitación de otros compañeros y compañeras para hacer grabación, locución y producción radiofónica en emisoras que reflejan la vida, luchas y sueños de sus pueblos. En geografías tan complicadas como la chiapaneca, la radio ha sido vital para estar informados e intercomunicados. Y para ayudar —como dijo el “subMarcos”, o “subGaleano” desde 2014, en honor a un compañero caído[7]— a la concientización de otros hermanos y hermanas, porque:

“…lo que quieren realmente los zapatistas es hacer un mundo nuevo, un mundo donde quepan muchos mundos…  Y es que dicen los zapatistas que debe haber un mundo mejor en algún lado”.[8]

Su papá presta sus servicios comunitarios como promotor de salud en la clínica de su zona, ubicada en el centro administrativo conocido como Caracol, una de las 12 sedes de las Juntas de Buen Gobierno. Se coordina con otros promotores y promotoras para llevar a cabo las campañas de vacunación, pláticas de prevención y para atender los casos difíciles que los promotores locales no pueden resolver en las casas de salud de cada comunidad. Desde los primero años del levantamiento, se reconoció que:

“…las comunidades indígenas han venido sufriendo de la discriminación, el despojo de su derecho de salud, y entre otros, que fueron ya muchos años de resistencia y de lucha. Por eso, la salud es una necesidad primordial para las comunidades indígenas, y es tan importante para el desarrollo de la autonomía y en la lucha de los derechos los pueblos indígenas”.[9]

Por eso se organizaron para crear su propio sistema de salud, que actualmente cuenta con área de salud general —en donde participa su papá— y medicina naturista, además de parteras, hueseros y odontólogos. Elsa y sus hermanitos saludan con cariño a la compañera partera que ayudó en su nacimiento cuando se la encuentran en las reuniones de su zona. Ellos la ven y la respetan como si fuera una abuelita más en la familia.

Durante los peores meses de la pandemia del Covid, en su familia cumplieron con todas las medidas de prevención que los promotores y promotoras les recomendaron —cubreboca, gel, lavado de manos, distancia, no salir al pueblo, etc.—; consumieron plantas medicinales para subir las defensas de su cuerpo y no enfermarse; y, cuando comenzó la campaña de vacunación, su papá acompañó —junto con otros promotores avanzados— a los compañeros y compañeras zapatistas a vacunarse a la ciudad más cercana. Porque hasta en eso se puede ver la discriminación, ya que las vacunas llegaron sólo a poblados grandes y cada una de las personas que no viven en ellos tuvo que poner su pasaje para poder vacunarse.

La mamá de Elsa es delegada de la Junta de Buen Gobierno y, junto con otros compañeros y compañeras, trabaja para que sus pueblos caminen ejerciendo la autonomía en todas las áreas y puedan resolver los problemas que vayan naciendo. Estas instancias de autogobierno comunitario se guían bajo los 7 Principios del mandar obedeciendo: Servir y no servirse, representar y no suplantar, construir y no destruir, obedecer y no mandar, proponer y no imponer, convencer y no vencer, bajar y no subir.[10]

Cuando tenía 8 años, sus papás fueron a Oventik, donde se dio a conocer el nacimiento de los 5 Caracoles Zapatistas y sus Juntas de Buen Gobierno. En un pedacito de periódico que guarda su mamá, Elsa leyó que:

“Los Caracoles pasaron a sustituir a los Aguascalientes, construidos en 1995 con el objetivo de ser puntos de encuentro entre las culturas de los pueblos zapatistas y las otras culturas de México y del mundo… las Juntas de Buen Gobierno funcionan mediante los principios de rotatividad, la revocación de mandato y la rendición de cuentas. Son verdaderas redes del poder de abajo. En ellas se articulan los consejos municipales, los cuales a su vez agrupan a las autoridades comunitarias. Así es como se va tejiendo esa forma emancipadora del poder en el que los gobernantes pasan a ser servidores, personas que mandarán obedeciendo al pueblo”.[11]

Y así ha entendido por qué su mamá dice que “el buen gobierno manda obedeciendo al pueblo”. Esta práctica y todas las que han ido construyendo como comunidades autónomas las compartieron en todo el territorio zapatista en los años de 2013 y 2014 con más de 6 mil personas que vinieron como alumnos a la Escuelita que tomó por nombre “La libertad según los zapatistas”[12]. Elsa fue votan (cuidadora o tutora personal) de una mujer de Noruega de 65 años que convivió con su pueblo durante una semana, participando en los trabajos colectivos por la mañana y estudiando sus libros de texto por la tarde. Una tía de Elsa, que en ese tiempo era comisariada ejidal autónoma, fue maestra por internet de los alumnos que no pudieron venir personalmente y tomaron las clases de ese modo, cada uno en su propia geografía.

Elsa, su tía y su mamá, junto con cientos de mujeres zapatistas, participaron en los dos encuentros de Mujeres que Luchan, en marzo de 2018 y diciembre de 2019 en un lugar del Caracol IV de Morelia que se conoce como Semillero.[13] Elsa recuerda emocionada estas reuniones porque conoció a compañeras de todas las latitudes que también luchan como ella para que no tengamos miedo nunca más y podamos ejercer nuestros derechos y nuestra libertad. Durante los días que duraron estos encuentros, compartieron sus historias de dolor —personales y comunitarias—; intercambiaron sus trabajos por la vida; jugaron futbol y básquetbol; presentaron su arte; cantaron y bailaron juntas para alimentar la esperanza de un mundo de respeto y de dignidad para mujeres, muchachas y niñas.

Además de hacer entrevistas y grabaciones en estos encuentros, Elsa conoció a radialistas de otros lugares del mundo que —como ella— también hacen radio en sus países, ciudades y poblados para dar a conocer los sufrimientos y luchas de las mujeres, así como los de hombres los niños, y sus pueblos. Ella recuerda que les habló sobre su vida como zapatista y su trabajo como locutora de una radio comunitaria. En otras ocasiones, a ella le había tocado acompañar a sus papás a los encuentros como este que los zapatistas han organizado en otros momentos de su caminar —a los cuales han llegado personas de diferentes lugares de México y el mundo que también luchan de manera pacífica por lograr derechos equitativos para todos y todas—, pero esta fue la primera vez que participó en la organización, y, aunque se puso nerviosa a la hora de dar su palabra, compartió su testimonio para que el zapatismo sea una luz también para otras personas.

De septiembre a noviembre del año pasado —2021—, tuvo la oportunidad de viajar a Europa como parte de la Compañía Zapatista Aerotrasportada – La Extemporánea. Esta comitiva de 177 hombres y mujeres zapatistas visitó 28 “rincones de la geografía europea”[14] en grupos de 4 o 5, acompañados de una delegación del Congreso Nacional Indígena-Concejo Indígena de Gobierno y del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua de Morelos, Puebla y Tlaxcala. Este viaje forma parte de una propuesta de visitar los 5 continentes para compartir la historia de lucha y resistencia de los pueblos indígenas de México, y conocer cómo hombres y mujeres en otras geografías resisten al embate del capitalismo neoliberal, que está acabando con nuestra posibilidad de sobrevivencia. A Elsa le correspondió —antes de ser elegida para el viaje— leer al aire en la radio comunitaria el comunicado del subGaleano que dice:

“Los contactos con personas, grupos, colectivos, movimientos y organizaciones de diferentes partes del planeta, nos han mostrado un mundo diverso, múltiple y complejo. Con esto se ha reforzado nuestra convicción de que toda propuesta de hegemonía y homogeneidad no sólo es imposible, es, sobre todo, criminal… Los distintos gobiernos nacionales son las pandillas que pretenden controlar, con violencia “legal”, una calle o un barrio, pero el “capo” que controla todo es el capital.”[15]

Además de compartir el caminar zapatista y conocer las resistencias y luchas de otros pueblos, este viaje le permitió a Elsa conocer la tierra de donde tantas personas solidarias han llegado hasta su casa a compartir la tortilla y el frijol, a trabajar juntos y a compartir las carencias pero también los anhelos y las alegrías.

Con la resistencia impregnada en su piel, esta joven ha decidido no casarse todavía, ni salir a trabajar a la ciudad como empleada doméstica, como la mayoría de las mujeres no zapatistas de estas tierras mayas. Ella recuerda las historias de maltrato que su bisabuelita le contaba de cuando trabajaban en las fincas cafetaleras y el intento de abuso sexual del que se libró su abuelita trabajando de cargadora de niños caxlanes en la ciudad. Esto la ha hecho consciente de que ir a la ciudad no es una opción real para crecer como mujer, porque el alejarse de la Madre Tierra y de su comunidad significa para ella abandonar los pilares que sostienen un modelo distinto al capitalista, basado en valores comunitarios y apegados a la naturaleza.

Elsa afirma serena y alegre que tiene el “deber”, entendido como compromiso moral, de seguir sirviendo a su pueblo, para ayudar a que más personas se organicen, para hacer más fuerte la autonomía indígena y el sueño de un mundo donde se respete a todos los pueblos por igual, que es el mundo en el que caben todos los mundos, con justicia, libertad y democracia.

Mujeres y niñas zapatistas el 8 de marzo de 2020 durante la Jornada Nacional «Un día sin nosotras». foto: Verónica M.

[1]          COMANDANCIA GENERAL DEL EZLN, Primera Declaración de la Selva Lacandona, 1994. Disponible en:  https://enlacezapatista.ezln.org.mx/1994/01/01/primera-declaracion-de-la-selva-lacandona/

[2]          DESINFORMÉMONOS, PERIODISMO DE ABAJO, EZLN: Trece años de lucha por trece demandas y el nacimiento de los Caracoles, 2016. Disponible en: https://desinformemonos.org/ezln-trece-anos-de-lucha-por-trece-demandas-juntas-de-buen-gobierno-y-el-nacimiento-de-los-caracoles/

[3] COMANDANCIA GENERAL DEL EZLN, 1994.

[4] San Andrés Larráinzar.

[5]  Los temas de las siguientes mesas de diálogo eran: democracia y justicia, bienestar y desarrollo, reconciliación en Chiapas, derechos de la mujer en Chiapas y cese de hostilidades. / RADIO ZAPATISTA. San Andrés y el diálogo pendiente: Especial sobre los Acuerdos de San Andrés, 20 de febrero de 2013. Disponible en: https://radiozapatista.org/?p=7627

[6] Subcomandante Marcos, Historia de una negociación que no fue, palabras del Subcomandante Marcos en la Conferencia de Prensa del día 8 de diciembre de 1996. Disponible en: https://enlacezapatista.ezln.org.mx/1996/12/08/historia-de-una-negociacion-que-no-fue/

[7] Subcomandante Marcos, Entre la luz y la sombra, 24 de mayo del 2014. Disponible en: https://enlacezapatista.ezln.org.mx/2014/05/25/entre-la-luz-y-la-sombra/

[8] Subcomandante Marcos, Fragmento de la presentación de Radio Insurgente, 9 de agosto de 2003. Disponible en:https://enlacezapatista.ezln.org.mx/2003/08/09/fragmento-de-la-presentacion-de-radio-insurgente/

[9] II Encuentro entre los Pueblos Zapatistas y los Pueblos del Mundo. Mesa 1: Importancia de la Otra Salud, julio 2007. Disponible en: https://www.radiozapatista.org/IIEncuentro/oventic_salud_importancia.htm

[10] SOMOS EL MEDIO. Los 7 principios del zapatismo. Disponible en: https://www.somoselmedio.com/2020/05/03/los-7-principios-del-zapatismo/

[11]Raúl Romero, “Los caracoles zapatistas”, La Jornada, 17 de agosto de 2019. Disponible en: https://www.jornada.com.mx/2019/08/17/opinion/015a2pol

[12] RADIO ZAPATISTA. Escuelita, “La libertad según lxs zapatistas”- Libros. Disponible en: https://radiozapatista.org/?page_id=20294

[13] Información de estos encuentros en el apartado de Archivo Histórico 2018 y 2019 de https://enlacezapatista.ezln.org.mx

[14]         Información de estos encuentros en el apartado de Archivo Histórico 2018 y 2019 de https://enlacezapatista.ezln.org.mx

[15] Subcomandante Galeano. La travesía por la vida. ¿A qué vamos?, junio del 2021. Disponible en: https://enlacezapatista.ezln.org.mx/2021/06/27/la-travesia-por-la-vida-a-que-vamos/

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