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Un museo de grandes novedades

Por Ignacio Kostzer

A medida que se acercaba la segunda vuelta electoral entre Javier Milei (La Libertad Avanza) y Sergio Massa (Unión por la Patria) en noviembre de 2023, aumentaban las consultas de colegas y amigos en España respecto a esta contienda. En la mayoría de los casos, predominaban el asombro y un cierto desconcierto en torno a los candidatos que habían llegado a la instancia decisiva.

La pregunta más frecuente giraba en torno a la sorpresa que generaba tener como opciones a un personaje de atributos personales estrafalarios, como Javier Milei; y, por el otro lado, a un ministro de Economía cuya gestión había llevado el índice inflacionario a los tres dígitos. ¿Cómo era esto posible?

Desde la distancia madrileña, el asombro era lógico. Las noticias que llegaban sobre Javier Milei hablaban de un anarcocapitalista agresivo, forjado en los platós televisivos, outsider de la clase política, conectado espiritualmente con su perro fallecido; sin que quede del todo clara su conciencia sobre el deceso del can. Enfrente, la cara visible y máximo responsable de una gestión económica a todas luces deficitaria.

En este sentido, la sorpresa era razonable y comprensible. Sin embargo, si ampliamos el foco histórico, podemos observar que este duelo electoral entre el candidato peronista y el libertario no resulta tan extraño ni ajeno a las lógicas que han configurado el conflicto político argentino en la historia contemporánea y, aún más, a lo largo de prácticamente todo el siglo XX.

Dos discursos persistentes y ¿estructurales?

En el marco de la investigación que estamos llevando a cabo para el doctorado en la Universidad Complutense de Madrid, hemos venido analizando los discursos de los ministros de Economía de la Nación en las últimas décadas. Se trata de un análisis discursivo de las políticas económicas, con el afán de deconstruir —primero— y reconstruir el discurso económico estatal, en una clave simbólica, política y hegemónica.

En este sentido, hemos identificado la persistencia de dos grandes discursos que atraviesan transversalmente los diferentes gobiernos. Por un lado, una suerte de proteccionismo de tipo keynesiano o postkeynesiano con una importante intervención estatal en la economía, orientado hacia el mercado interno, basado en la sustitución de importaciones industriales, y —en parte— financiado y subsidiado con impuestos al complejo agroexportador. En términos sociales, se ha articulado esta perspectiva en torno a la alianza de sectores industriales nacionales con la clase trabajadora, impulsada y arbitrada de manera inestable desde el Estado.

Este paradigma —en lo que se refiere a las políticas de Estado— se ha relacionado principalmente con la lógica de construcción nacional popular, encarnada por el peronismo; aunque va más allá de esta identidad específica. Afirmamos que trasciende al peronismo, ya que podríamos identificar elementos de esta orientación en las políticas económicas de los gobiernos radicales de Illia, Frondizi, e incluso en ciertos periodos de gobiernos militares, como los de Levingston y Lanusse, o más atrás en el tiempo, durante la década de 1930.

Como contracara, encontramos la tradición liberal, para la cual el estado no debe obstaculizar la iniciativa privada con su intervención, sino que debe apostar a una integración en el concierto internacional, encabezada por los sectores más dinámicos y competitivos de la economía: fundamentalmente, el complejo agroexportador. En términos sociales, sería la alianza entre las fracciones agroexportadoras y financieras con el capital transnacional la cual ha liderado históricamente esta perspectiva, que ha contado con el apoyo de amplios sectores medios y también populares, como, por ejemplo, durante la década de 1990.

Desde el punto de vista del liberalismo, es el sector privado quien genera riqueza y agrega valor, mientras que el estado representa la mayoría de las veces un obstáculo para su desarrollo pleno. El centro de este planteo tiene que ver con la necesidad de liberar las energías productivas del país, modernizar la economía, e integrarla financiera y comercialmente con el resto del mundo. Este último elemento es central y, por eso, el carácter aperturista de la tradición liberal hace de su núcleo su significante fundamental. En este camino, el Estado es un agente que genera distorsiones y barreras, cuya presencia en la vida económica debe ser reducida.

Al igual que lo hemos comentado para la tradición nacional-popular, en la vasta familia liberal también hay muchos matices y experiencias disímiles. Especialmente en las cuestiones políticas e institucionales podemos encontrar grandes diferencias. Por decir, resulta evidente que no son lo mismo el liberalismo conservador autoritario de la dictadura militar en los ‘70, que el liberalismo en un contexto democrático de la década de los ‘90. Sin embargo, en este trabajo mostraremos cómo la cuestión discursiva en materia económica sí muestra unos rasgos de notable continuidad y consistencia a lo largo del tiempo.

El gobierno de Milei en el contexto de la historia argentina

Transcurridos cien días del gobierno de Javier Gerardo Milei, podríamos adoptar diferentes enfoques para su análisis y caracterización. Ya que ningún hombre se baña dos veces en el mismo río, indudablemente podremos encontrar aspectos novedosos o rupturistas en esta experiencia. Sin embargo, si desarrollamos el análisis discursivo de su gestión económica, en particular enfocado en las alocuciones del ministro de Economía, Luis Caputo, la continuidad conceptual y simbólica respecto a la narrativa liberal tradicional es absoluta.

Si observamos el planteo general, sus significantes modales, puntos nodales y principales articulaciones, las semejanzas con Martínez de Hoz, Cavallo y otros referentes de la narrativa liberal son absolutas. Hay una gran consistencia en este planteo.

La libertad como medio y como fin

En primer lugar, la libertady la liberalización aparecen como un medio y como un fin en sí mismos. Se trata de un programa económico integral, ya que tiene connotaciones comerciales, financieras, productivas, laborales, y también de cara a las relaciones internacionales. De esta forma, podemos observar cómo esta categoría opera de manera transversal en toda la lógica de la gestión económica, ofreciendo un plan de acción multidimensional y transformador.

En este sentido, hay un discurso de Martínez de Hoz en 1980, transmitido a través de la cadena nacional de radiodifusión, que constituye todo un benchmark y una síntesis del programa liberal:

“…Quisiera destacar lo que yo considero son 12 puntos fundamentales a través de los cuales se pueden medir la profundidad de la transformación que hemos llevado a cabo.

1) En primer lugar, la libertad de precios, la eliminación de los controles de precios.

2) En segundo término, la libertad las transacciones cambiarias con la eliminación de los controles de cambio.

3) La libertad del comercio exterior con la eliminación de los monopolios a la exportación por ejemplo de granos y de carnes.

4) La libertad de exportación a través de la eliminación de las prohibiciones y de los impuestos a las exportaciones.

5) La libertad de importar con la eliminación de las prohibiciones cuotas licencias y en la aplicación de un programa arancelario de reducción gradual sobre un periodo de cinco años.

6) La libertad de las tasas de interés y la aplicación de la reforma financiera que abre el sector a la competencia interna y externa.

7) La liberación de los alquileres la eliminación del control que afectaba la posibilidad de la colaboración de la construcción privada para contribuir a eliminar la escasez de viviendas producidas por esa misma causa.

8) La eliminación de las tarifas políticas de los servicios públicos.

9) La eliminación de los subsidios y las protecciones excesivas para ciertos sectores privilegiados de la economía que distorsionaban la misma.

10) La libertad de la contratación de los salarios sobre las bases de los salarios establecidos como mínimos por el estado.

11) La libertad para las inversiones extranjeras bajos reglas justas y sanas tanto para el interés nacional como para los inversores.

12) La libertad para la transferencia de toda la tecnología en un marco que promueva y no obstaculice este movimiento fundamental para la modernización de nuestra economía, de acuerdo a los más altos intereses nacionales”. 1

Desde nuestro punto de vista, este pasaje del discurso ofrece una enorme claridad respecto al programa histórico del liberalismo en Argentina, a la vez que contiene algunos de los significantes clave de su narrativa política.

En el marco de las herramientas analíticas provenientes de la teoría crítica del discurso se entiende que los significantes modales son aquellos que condensan el contenido identitario de una formación discursiva. Pueden coincidir (aunque no necesariamente) con el significante replicado con mayor frecuencia. En este caso, el análisis resulta sencillo y nítido ya que la palabra “libertad” (o sus derivados “liberar”, “liberalizar”) es la más utilizada y alrededor de la cual se organiza el conjunto del discurso del ministro.

En este sentido, la experiencia política del proyecto encabezado por Milei representa la reivindicación más directa y frontal de este espíritu liberal de la que tengamos registro. Desde el nombre del partido hasta la referencia constante e incansable de la defensa de “las ideas de la libertad” exhiben esta inscripción ideológica.

El criterio general tras esta concepción tiene que ver con una de las definiciones básicas de toda la tradición liberal y es que el mercado es la institución social más eficiente para la asignación de recursos escasos. Esta idea se encuentra subyacente en todas las políticas y argumentos de este paradigma. En ese sentido, el Estado debería jugar un papel mínimo, subsidiario, dentro del funcionamiento de la economía y la sociedad en general.

Como contracara, la intervención estatal está asociada a la generación de distorsiones, burocracia, ineficiencia, privilegios y corrupción. Esta noción de un estado como obstáculo para el crecimiento y el desarrollo también se encuentra presente en toda la historia contemporánea de la tradición liberal.

De esta manera, la liberalización está asociada a la corrección de múltiples problemas, tensiones y desequilibrios de la economía. Se presenta como un plan de acción completo. A su vez, como hemos comentado previamente, la libertad representa un valor en sí mismo y una meta final a la cual arribar. La libertad es el eje central de esta narrativa. Tiene implicaciones programáticas, emocionales, valorativas y teleológicas. Alrededor de esta idea se estructura y articula toda la lógica discursiva del ministro. En este sentido, se hace evidente y nítida la caracterización de este discurso como liberal.

El déficit cero como punto nodal

Dentro de este enfoque general que promueve la liberalización y desregulación de todos los mercados y la reducción del sector público, hay algunos anclajes concretos que también persisten de manera consistente dentro de esta narrativa. En el campo del análisis discursivo podríamos caracterizarlos como puntos nodales, es decir, conceptos que ordenan y fijan un sentido al discurso en general.

En concreto, marcan las perspectivas y el horizonte general de la acción del gobierno. En el caso de Milei y Caputo, es muy claro que toda la gestión económica gira en torno al objetivo de eliminar el déficit fiscal. Esto se relaciona con la idea de fondo sobre el papel secundario que debería jugar el Estado en la economía y en la sociedad, y también con la necesidad de resolución del problema más acuciante que afronta la economía argentina, es decir, la inflación.

“El problema es siempre el déficit fiscal, el gastar más de lo que se recauda. Esa es la razón de nuestros problemas. Por eso lo que nosotros venimos a hacer es lo opuesto a lo que se ha hecho siempre. Nosotros lo que venimos a hacer es a solucionar este problema de raíz, justamente para no tener que padecer más esas consecuencias. Para no tener que padecer más inflación. Para no tener que padecer más pobreza. Para eso es fundamental solucionar nuestro problema de adicción al déficit fiscal y esto hoy representa una oportunidad para todos, porque es la primera vez en más de 100 años que llega al gobierno un candidato que explica esto, que la gente lo entiende y lo vota muy mayoritariamente”.2

Si observamos a Martínez de Hoz en los ‘70, Cavallo durante los ‘90, López Murphy en el 2001 o Luis Caputo en 2024, podremos ver la continuidad y consistencia absoluta de este planteo. El déficit fiscal es la causa principal de la inflación y el ajuste es la vía para atacarlo. En algunos casos se habla de “recorte de la inversión pública”, en otros casos de “disciplina fiscal”, “reordenamiento de la inversión pública”, “racionalización de los recursos públicos”, pero, más allá de lo terminológico, la idea es la misma.

“Si nosotros cumplimos con el déficit cero, vamos a dejar de tener en el mediano plazo problemas de inflación, problemas de deuda, problemas de dólar y vamos a sentar las bases para el crecimiento. Lo que nos va a hacer despegar es todo este paquete de leyes de desregulación, donde le sacamos el pie de la cabeza del Estado al sector privado y es lo que nos va a permitir un crecimiento sostenido y de largo plazo”. 3

En este sentido, también se promueve la privatización de empresas públicas, con el objetivo de hacerlas más eficientes y de eliminar el déficit público.

Transparencia, cambio y choque

Otro elemento que persiste de manera notable y consistente dentro de la narrativa liberal es una apelación recurrente a cuestiones vinculadas a la transparencia, el sinceramiento y la verdad. Su contraparte son la corrupción, la demagogia, el ocultamiento y la distorsión de la realidad. En esta construcción, hay un elemento moral (que también podemos ver en todos los ejemplos citados) que tiene que ver con la apelación a la honestidad y a la “verdad”. Es recurrente la apelación a esta vocación de franqueza y de “sinceramiento”. Nuevamente, este perfil signado por la transparencia es utilizado para enfrentarlo a la demagogia y la corrupción características del antagonista.

“Vamos a estar durante unos meses peor que antes. Particularmente en términos de inflación. Y lo digo así porque —como dice el presidente— es preferible decir una verdad incómoda que una mentira confortable”.4

En esta expresión también entra en juego un cierto elemento sacrificial, muy característico de la narrativa de gobiernos como el de Macri, Menem o la última dictadura militar.

A su vez, la corriente liberal se plantea a sí misma dentro del campo del cambio y el reformismo. Sin embargo, existe aquí un matiz relevante entre el planteo de un proceso de reformas estructurales de tipo gradual y quienes propugnan una suerte de shock, de aspiraciones casi revolucionarias.

Los exponentes más claros de la vocación transformadora y con un estilo de choque son Martínez de Hoz, Domingo Cavallo y Luis Caputo. En ellos podemos observar una tónica prácticamente fundacional o refundacional de la economía argentina. Sus anuncios son presentados como acciones que cambiarán drástica y radicalmente las dinámicas de funcionamiento del país. Por otro lado, podemos ver en Prat Gay o Sourrouille exponentes de la variante liberal gradualista.

De rupturas y continuidades

Como hemos planteado al inicio del artículo, si analizamos cuestiones vinculadas a la comunicación política, al sistema de partidos, al contexto internacional o a los rasgos del liderazgo ejercido por Milei, seguramente encontremos elementos novedosos para el análisis.

En nuestro caso hemos optado por observar el discurso económico emitido desde el Ministerio de Economía de la Nación. Desde esta perspectiva, podemos afirmar categóricamente que no hay absolutamente nada nuevo bajo el sol. El planteo es exactamente el mismo que podemos encontrar a lo largo y a lo ancho de toda la tradición liberal argentina de las últimas décadas. Si la pregunta tiene que ver con las perspectivas y la viabilidad de estas políticas, nuestra creencia es que los libros de historia ofrecen más pistas sobre el futuro que los modelos teóricos que inspiran estas acciones.

Ignacio Kostzer: Profesor asociado UAM y UC3M Madrid, marzo de 2024

@JMIlei
  1.  Martínez de Hoz (1980). ↩︎
  2.  Luis Caputo (2023). ↩︎
  3.  Luis Caputo (2024). ↩︎
  4.   Luis Caputo (2023). ↩︎
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