Diego Valadés, el jurista más universal de Iberoamérica

Por Alfonso Viloria

Concurro a la difícil tarea de procurar una aproximación biográfica de un jurista de trascendencias universal en toda Iberoamérica: el Dr. Diego Valadés Ríos. Sin duda alguna, su trayectoria es un ejemplo a seguir para las nuevas generaciones, pues pocas veces suele reunirse en una misma persona sus virtudes. Sobre el punto, es importante una aclaratoria preliminar: las que siguen son líneas aun inacabadas en su conjunto y no expresan en modo alguno la totalidad de las distintas facetas de su periplo vital, son un repaso somero sobre quizás los aspectos más resaltantes que en su devenir han venido aconteciendo. Son un claro testimonio de afecto, respeto y admiración, por una de las figuras más prominentes de nuestro siglo y finales del pasado.

Sus antepasados remotos

De Diego Valadés. Rhetorica christiana, 1579. Houghton Library, Dominio público.

El proceso de construcción cultural mexicano, al igual que el latinoamericano, responde a una conjugación de elementos de las más diversas índoles. El mestizaje, al que no fue ajeno durante la colonia, definió en buena medida su devenir histórico.

Durante la conquista, tocó México el extremeño Diego de Valadés. Éste, formaba parte de la expedición de Pánfilo de Narváez, que arribaría en el año 1520. Fracasada la empresa de la que formaba parte, decidió quedarse en tierras del “nuevo mundo”, participando a su vez en la conquista de Tenochtitlán, en la que estaría a la cabeza Hernán Cortés. Diego de Valadés consumaría una unión con una mujer indígena con la que procrearía un hijo, uno de los primeros mestizos mexicanos, el cual nació en 1533, en la misma ciudad conquistada por su padre, del que llevaría su nombre.

Diego Valadés (1533- 1582)[1] fue un hombre intelectualmente aventajado, lo que le valió desde muy joven el reconocimiento de sus mayores y mentores, profesó su fe religiosa en la orden franciscana a la temprana edad de 17 años. Cinco años más tarde se ordenaría como sacerdote. Se destaca por su obra “Retórica Cristiana”, mezcla de elementos retóricos, teológicos e históricos; fue un humanista, filósofo, historiador, lingüista, grabador, misionero y evangelizador.  Logró hablar además del castellano, tres lenguas indígenas: náhuatl, tarasco y otomí. Desde entonces, sus familiares mantendrían una estricta relación con su lejano pariente, al cultivar las letras y la historia, aun cuando en algunos casos, no así su devoción religiosa.

Génesis

Cuatrocientos doce años más tarde al nacimiento del singular fraile, un 8 de mayo de 1945, nacería su homónimo y pariente, quien a diferencia de aquel, no tendría las mismas inclinaciones religiosas, de las que se deslastra a la corta de edad de 10 años, luego de su misa de primera comunión. Esa sería su última ceremonia en calidad de creyente.

Diego Valadés Ríos, nace en la ciudad de Mazatlán, estado de Sinaloa, México. Su padre fue Don José Cayetano Valadés, destacado político, historiador, periodista,  escritor y revolucionario, quien a su vez fue hijo de Francisco Valadés Félix, un sinaloense ejemplar, de pensamiento liberal, dedicado al periodismo, éste último hijo del médico Juan Jacobo Valadés.

Noah’s ark surrounded by drowning men; above, the dove holds the olive leaf in its beak, while God appears in a cloud attired as a bishop. Woodcut. Wellcome Collection. Source: Wellcome Collection.

Los Valadés se destacan en el curso de la historia sinaloense por sus convicciones liberales y democráticas, de la que hacen gala por medio del ejercicio de un periodismo combativo puesto al servicio de las ideas y las justas causas. Sus principios e ideales en ocasiones le valieron el exilio forzoso, en busca del sosiego nunca encontrado, en medio de las preocupaciones por la patria.

En ese entorno familiar, de herencia histórica que pervive, se desarrolla la infancia de Diego Valadés, al lado del intenso trajinar de su padre. De sus antepasados, tomaría para sí el interés por la política, la historia y las letras. Su formación intelectual sería de inspiración liberal, con claras inclinaciones hacía la izquierda democrática.

En 1968, ingresa al Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, en condición de becario académico, hasta ser investigador del mismo en 1970. Dos años más tarde, ejercería como Subjefe del Departamento de  Radio, Televisión y Grabaciones. Ya para 1971 se estrenó como profesor visitante de Derecho constitucional en la Escuela de Graduados de la Universidad de Guadalajara y de Historia de las Ideas e Instituciones Políticas, en el Instituto Autónomo de México, hasta 1972.  Al año siguiente, pasaría a formar parte de la Comisión de Técnica de Legislación Universitaria de su alma mater y ese mismo año con tan sólo 28 años, fue designado Director de la Revista de la Universidad y Director general de Difusión Cultural de la UNAM, por invitación de Guillermo Soberón, Rector en ese entonces.

Formación y trayectoria

En 1963 ingresa a la edad de 18 años a cursar estudios de licenciatura en Derecho en la Universidad Clásica de Lisboa, en Portugal. Su estadía en tierras lusitanas se interrumpiría tres años más tarde, con su retorno al natal México, en el que proseguiría sus estudios, esta vez en la afamada Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM),  donde coronaría su título universitario en el año de 1970, egresando con mención honorífica.

Dentro de sus logros al frente de esta dependencia, resalta la construcción de la Sala de Conciertos “Nezahualcóyotl”, la cual en palabras de su proyectista conceptual, impulsor y materializador:

Es una gran caja de resonancia, cuando está uno dentro es como si estuviera dentro de un gran instrumento musical; digamos que establecimos en México una especie de paradigma de salas de concierto. Es sólo para música instrumental, no está diseñada por sus características para ópera, por ejemplo[2].

Un año más tarde se estrenaría como escritor, al salir a la luz pública su libro “La Dictadura Constitucional en América Latina”, que sería proseguido por “La UNAM, Formación, Estructura y Funciones”. Por esos febriles días, junto a connotados juristas de Iberoamérica, forma parte de la fundación del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional.

Durante 1976 le corresponde la penosa noticia del fallecimiento de su padre, un 24 de enero, en la Ciudad de México. Al año siguiente sería nombrado Abogado General de la UNAM, y en 1978 obtendría su primera condecoración: Cruz del Mérito a la Investigación Jurídica por el Instituto Mexicano de Cultura. Su cargo como abogado general lo ejercería con probidad hasta 1981, cuando le corresponde asumir la Coordinación de Humanidades y la presidencia de la Comisión Editorial de la universidad.

Un joven de la familia Sanuto elige la Virtud frente al Vicio
Paolo Veronese. Museo del Prado.

El servicio por México

Ese mismo año de 1981, Valadés se estrena en el ejercicio de la función pública, en la que se destacaría los años siguientes, sin que ello implicará su desvinculación con la academia. Es así, como además de ser estudioso del Derecho pasa a ser también co-creador del mismo, al integrar la LIII Legislatura, como diputado federal en 1985. Un año más tarde sería condecorado nuevamente, esta vez con la Cruz del Mérito Legislativo por la Asociación Nacional de Abogados. En 1987 regresa a su natal Sinaloa, para desempeñarse como Secretario general de Gobierno. Durante ese año, su ejercicio académico no deja de ser intenso con lo cual publica bajo el auspicio de la UNAM “La Constitución Reformada”; “El Derecho Académico en México” y “Constitución y Política”.

Cincinato abandona el arado para dictar leyes a Roma. Juan Antonio Ribera y Fernández. Museo del Prado.

Siguiendo los pasos de su padre, en 1988 representa a México como embajador en el vecino país de Guatemala. Como se puede ver, en un periplo de apenas 20 años, Diego ya habría recorrido las múltiples facetas que demarcarían su vida: la academia, la política y el ejercicio del servicio a su país.

Ese mismo año retornaría a su patria, para ejercer como Coordinador general jurídico del  Departamento del Distrito Federal, donde también sería Secretario general de Coordinación Metropolitana. Para 1992 se desenvuelve como Procurador general de Justicia del Distrito Federal, hasta que dos años más tarde, fuese llamado a suceder a su entrañable amigo, Jorge Carpizo, como Procurador general de la República. En esa misma fecha, es nombrado Ministro de la Suprema Corte de Justicia, responsabilidad que desempeñaría hasta 1995.

Ya para entonces, los éxitos no radicaban solamente en lo político y lo académico, sino además en lo personal. Habría contraído nupcias con Patricia Galeana, quien además despuntará como historiadora y académica.  Paradójicamente, aun cuando ambos eran agnósticos, su unión se llevaría adelante, conforme a la tradición católica, ello con el propósito de congraciar las creencias de los padres de la futura señora de Valadés. De su unión nacerían tres hijos, el primero llevaría el nombre de su abuelo paterno: José Diego, a éste le seguiría tres años más tarde Jimena y posteriormente, tres años luego, Sofía.

La consagración académica

En esos inquietos años noventa, es distinguido con la “Gran Cruz Antonio José Irisarri” por el gobierno de Guatemala e ingresa como individuo de número al Instituto Mexicano de Cultura. Para entonces, el Instituto de Investigaciones Jurídicas se hallaba bajo la dirección del Dr. José Luis Soberantes Fernández, quien respaldaría su determinación de doctorarse. Nuevamente, el extranjero sería su destino y esta vez España lo recibiría. Allí trabajaría durante al menos dos años en su obra cumbre: “El Control del Poder”, tesis mención Cum Laude; su trascendencia se explicaba por sí sola, en tanto “el problema del control del poder es en nuestro tiempo el eje de la vida institucional”. Un año antes, en medio de ese trajinar publicaría su libro “Derecho de la Educación”.

El descanso, estudio de un pintor. ¿Qué pensará? Casimiro Sainz y Saiz. Museo del Prado.

Volvería a México con un nuevo éxito anotado a la larga lista, para coronar otro más: en 1998 sería electo Director del Instituto de Investigaciones, al que desde siempre ofreció su trabajo y amor a la academia. Iniciado el nuevo milenio, en reflejo de que, el hombre moderno, tiene la edad de su tiempo, publica “Constitución y Democracia”, una exitosa compilación de trabajos que abogan y apuestan al cambio institucional, frente a la inercia de la que no pocas veces, suelen ser víctimas nuestros sistemas constitucionales.

Su paso por el Instituto dejó honda huella; en ese titánico esfuerzo que lo caracteriza, siempre en búsqueda de la innovación institucional, obtuvo como resultado un promedio de al menos 132 títulos publicados anuales, la creación de 9 revistas y, para 2002,  encuentra luz, su nueva publicación: “Problemas constitucionales del Estado de Derecho”.

Ya entrado el nuevo milenio, en ejercicio de su segundo mandato, puso a disposición de toda la comunidad académica la portentosa Biblioteca Jurídica Virtual, democratizando de esa forma el saber y facilitando la obtención del conocimiento; fue el promotor de la primera encuesta nacional y mundial sobre “Cultura de la Constitución en México”, destacando la importancia y trascendencia de la misma al enfatizar el hecho de que las decisiones políticas son la génesis de las instituciones, pero el diseño institucional es una cuestión de técnica que requiere de diversos elementos de apoyo: análisis jurídico comparado; examen del entorno cultural; valoración del impacto social, cultural, económico y ecológico de las instituciones; estudio de las interacciones institucionales; información empírica; ejercicios de retrospección y de prognosis”[3]. A su vez, incrementó en al menos 30% la planta de investigadores, dando oportunidades en su mayoría a talentosos jóvenes, que reconocen en él un puente entre generaciones. 

Su meritoria labor, le vale su ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua en 2004. En su discurso de ingreso, reconocería su inclinación por la lectura de diccionarios, que afirmaría, ese sería un atavismo familiar, así como su condición de abogado, en tanto sería el único integrante que sólo tendría en su haber trabajos jurídicos. Su discurso es una pieza oratoria ampliamente emotiva, en la que reconoce lo determinante que resultaría su paso por la UNAM, a su vez que entendía que las motivaciones que conllevaba esa distinción, no era otra que su formación jurídica:

No hay otra razón que explique la hospitalidad que me brindan los señores académicos, que mi formación jurídica. Llego, pues, como un abogado deseoso de participar en el trabajo cotidiano de esta benemérita institución, procedente de otra institución también comprometida con el destino de la cultura mexicana. Por formación y vocación me debo a la Universidad Nacional Autónoma de México. Allí estudié y, también, me desarrollé profesionalmente; en ella encontré los paradigmas de mi vida. Orientado por mis maestros, acompañado por mis colegas, inspirado por mis alumnos, he tenido el privilegio de trabajar por la causa del derecho, afán perenne de todos los pueblos[4].

Al año siguiente, sería publicado su trabajo “El gobierno de Gabinete”, un sugerente esfuerzo de cambio, o mejor aún, de evolución institucional, respecto de la institución presidencial en Latinoamérica, con el propósito de democratizar su ejercicio, sujetarlo a un sistema inteligente de controles y, a su vez, dinamizar la acción del gobierno. A éste, le seguirá una versión complementaria: “La parlamentarización de los sistemas presidenciales”, un exhaustivo estudio de derecho comparado, que sería presentado en 2007, como su trabajo de ingreso a El Colegio Nacional.

A las puertas del centenario de la Constitución de Querétaro, ha enfilado sus esfuerzos, a la ordenación sistemática y comprensible del texto constitucional; es decir, ha procurado devolverle al soberano el texto que le es debido. Su rutina se puede resumir en una frase: no hay descanso posible.

A Diego Valadés, con sobrado afecto

El constitucionalismo moderno amerita de más cientificidad, de abordar problemas y brindar soluciones que transciendan más allá del plano de lo meramente teórico. La educación que se imparte en nuestras diversas Universidades exige con premura una revisión sustancial, que brinde juristas de la calidad, de la talla moral y académica del Dr. Diego Valadés, personajes con gran capacidad para expresarse y argumentar bajo el peso propio del conocimiento amplio que ofrece el estudio disciplinado y consciente.

Diego Valadés tiene sin duda una doble cualidad trascendental: el militante servicio hacia su país en el desempeño de notables responsabilidades con probidad, pulcritud y empeño y, a su vez, el de ser verbo y no sustantivo cuando de ejemplo y formación a las futuras generaciones se trata. Un hombre de visión de Estado y un académico a carta cabal, que forjado en una humildad, deja notable huella de guía a su paso.

Por el maestro Valadés me unen estrechos lazos de respeto y admiración, al él debo gran parte de lo que sé y motivo de ello son estas breves líneas, que más que un elogio, buscan hacer la referencia exacta sin las grandilocuencias propias de las indulgencias que surgen de la hipocresía congraciadora. No son más que una breve constancia de gratitud y admiración a quien de manera decidida ha influido en el desarrollo del Derecho y más propiamente del Derecho Constitucional en sus diversos aspectos a lo largo y ancho de Iberoamérica y más allá, erigiéndose en un claro arquetipo de lo que debe ser el jurista, el académico y, claro está, el ciudadano que sirve a su país.

Todas estas líneas precedentes, son fácil de resumir, apoyándonos en ese excepcional jurista, Jorge Carpizo, al recordar que:

Diego Valadés ha  sabido formar nuevas generaciones de investigadores. Diego Valadés ha influido positivamente en el desarrollo jurídico y político de México. Diego Valadés es un espíritu inquieto que canaliza sus energías, talento y voluntad al servicio de su país, de su Universidad y de sus semejantes. Sus cosechas son abundantes, esplendidas, abundantes y generosas[5].

El Tajo en Lisboa. Tomás Campuzano y Aguirre. Museo del Prado.

[1] Véase: Errasti, Mariano. América Franciscana. I. Evangelizadores e indigenistas franciscanos del siglo XVI, CEFEPAL-Chile, Chile 1986, pp. 277-287 y Kilroy-Ewbank, Lauren. Engravings in Diego de Valadés’s Rhetorica Christiana (en linea) https://smarthistory-org.translate.goog/engravings-in-diego-de-valadess-rhetorica-christiana/?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=tc

[2] Entrevista a Diego Valadés, El Debate, 05/05/2015. Disponible: https://www.debate.com.mx/sociales/Diego-Valades-Rios-hace-un-recuento-de-su-paso-por-el-ambito-cultural-en-el-pais-20150505-0086.html

[3] Véase: Valadés, Diego. Consideraciones preliminares, p. XV, en: Concha Cantú, Hugo; Fix Fierro, Héctor; Valadés, Diego y Flores Dávila, Julia. Cultura de la Constitución en México. Una encuesta nacional de actitudes, percepciones y valores, IIJ, UNAM, México, 2004.

[4] Su trabajo de ingreso sería intitulado: “La lengua del derecho y el derecho de la lengua”. Véase: Valadés, Diego. La lengua del Derecho y el derecho a la lengua. Discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua 25 de agosto de 2005, IIJ, UNAM-Academia Mexicana de la Lengua, México, 2005.

[5] Presentación y Comentarios de la obra en homenaje al Dr. Diego Valadés. El Control del Poder por parte del Dr. Jorge Carpizo y el Dr. Héctor Fix-Zamudio, Investigadores del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM IIJ-UNAM, 08 de enero de 2012, disponible en: https://youtu.be/P9E8sng0MXw?si=lOe2QkeSo4LAJHJH


Alfonso Viloria es abogado egresado de la Universidad de los Andes, investigador académico en Derecho Constitucional.

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