Arturo Zaldívar, Taylor Swift y un Poder Judicial Woke

Por César Martínez

Hans Kelsen ha observado que al lado

 de un iusnaturalismo progresista hay

también un iusnaturalismo conservador.

Norberto Bobbio

La imagen que Arturo Zaldívar proyectó de sí mismo como un ministro ‘progre’ en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), presentándose como aliado de causas feministas y LGBTQ+ en tiktoks donde él se decía admirador de Taylor Swift, ha sido cuestionada al saberse que entregó millones de pesos del erario en contratos para Televisa a cambio de “consultoría, asesoría y manejo de redes sociales.”

Este episodio, donde el exministro presidente del Poder Judicial de la Federación entre 2019 y 2022 respaldaba reclamos legítimos (tal y como la despenalización del aborto de 2023), al mismo tiempo que introducía a trabajadores de la SCJN para hacer guerra sucia con granjas de bots desde el “Palomar” de Televisa Chapultepec, nos recuerda la paradoja advertida por los grandes juristas europeos Norberto Bobbio y Hans Kelsen: usar los derechos como Caballos de Troya para maquinar intrigas políticas en favor del statu quo.

Zaldívar personifica aquella coincidencia entre Bobbio y Kelsen acerca de un iusnaturalismo conservador: “[debemos] darnos cuenta de la extrema inestabilidad de las ideologías jurídicas, cuyo valor progresista o reaccionario depende de las circunstancias históricas en que son sostenidas y de los partidos que las reclaman.”[1] Concretamente, el caso del Zaldívar swiftie nos coloca en el debate global sobre si el wokismo no es más bien un tipo de autoritarismo que promociona los “nuevos derechos” a costa de garantías individuales como las libertades de conciencia y de expresión, de culto y de sufragio.

Es un debate global que abarca a México y también a las democracias occidentales, pues lo woke ha ganado terreno por vía del recurso legal, es decir, de las Cortes y de los Tribunales, más que por la vía de las urnas y del debate público. El analista Javier Tello, sosteniendo que los opositores a la reforma judicial de Andrés Manuel López Obrador ignoraban el debate global, lo explicó elocuentemente:En Estados Unidos, la Corte Suprema está desacreditada porque desde los años 50 allá se usa la ley para lograr objetivos políticos, para suprimir el diálogo y para imponer agendas cuya discusión es competencia del Congreso.”

Así es que la “paradoja Zaldívar”, que consiste en defender y promocionar derechos sexuales y reproductivos en detrimento de los derechos políticos y ciudadanos, tiene un aspecto coyuntural y un aspecto más de fondo. En cuanto a lo coyuntural, vale cuestionar si Zaldívar y otras personas del círculo íntimo de la presidenta Claudia Sheinbaum únicamente simulan apoyar la elección ciudadana de jueces, ministros y magistrados. En cuanto al fondo, vale analizar si la estrategia woke a nivel global, enfrentar al Poder Judicial contra el Poder Legislativo, esconde tras de sí la operación de poderes fácticos o grupos de intereses creados.

Taylor Swifft. The Eras Tour. Vía Radio Punto Rojo.

Siguiendo a Tello, Jaime Cárdenas, jurista, académico, exconsejero electoral y exdiputado del PT llegó a explicar que quienes se opusieron a la reforma obradorista ignoraban también cuán necesario resulta crear un mecanismo de resolución de controversias entre Judicial, Legislativo y Ejecutivo dentro de la Constitución. Y es que, observando el intento de anular la reforma constitucional usando al pleno de la SCJN, Cárdenas coincidió con Diego Valadés en advertir un escenario “inimaginable”, con el Judicial erigiéndose como el soberano supremo de México. Ahí viene al caso la advertencia de Bobbio: un discurso de “derechos” impuesto en tribunales sin deliberación democrática no es justicia, sino ideología.

Así pues, el contubernio woke entre Arturo Zaldívar y Televisa alrededor del Poder Judicial nos permite, además, citar el porqué para Hans Kelsen el elegir jueces, ministros y magistrados por voto popular es compatible con su noción de un derecho puro y autónomo ante la política de congresos y partidos. Una Suprema Corte o Tribunal Constitucional, sostiene Kelsen, que usurpa la facultad de legislar acaba exhibiéndose como un órgano al servicio de fuerzas opositoras al sistema democrático.[2] Para él, en otras palabras, hacer que el Poder Judicial dimane directamente de la soberanía popular es una forma de arrancar fachadas ideológicas, en un país cuyas mayorías carecen del más mínimo acceso a la justicia.

Finalmente, el iusnaturalismo conservador del exministro Arturo Zaldívar, o dicho de otra manera, ese falso dilema entre los “nuevos” derechos y los derechos ciudadanos, exhibe claramente una peligrosa deriva autoritaria en el México post-López Obrador. El acercamiento entre Zaldívar y Televisa acaso sea síntoma inequívoco de que el poder político y el poder económico empiezan a abrazarse nuevamente. Con la histórica elección del primero de junio a la vuelta de la esquina, nos hallamos ante el dilema verdadero entre una justicia democrática y una justicia de poderosas minorías wokes presumiendo sus playlists de Taylor Swift.

El ministro Arturo Zaldívar fue visto intercambiando «friendship bracelets» en el primer concierto que Taylor Swift ofrece en México. / Foto. Berenice Fregoso/ EL UNIVERSAL

[1] Norberto Bobbio, El Problema del Positivismo Jurídico, Fontamara, Ciudad de México, 2001. p. 9.

[2] Lars Vinx, The Guardian of the Constitution: Hans Kelsen and Carl Schmitt on the limits of constitutional law, Cambridge, 2015. p. 61.


César Martínez (@cesar19_87) es maestro en relaciones internacionales por la Universidad de Bristol y en literatura de Estados Unidos por la Universidad de Exeter.

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