Sheinbaum: la mejor política exterior (ya no) es la interior

Por César Martínez

Presentar dos iniciativas de reformas constitucionales, en reacción a la designación que hizo el gobierno estadounidense de Donald Trump de algunos cárteles mexicanos como “organizaciones terroristas”, por parte de la presidenta Claudia Sheinbaum, nos hace cuestionar si ella atiende o no a una máxima de su predecesor: la mejor política exterior es la política interior.

Acompañada de su consejera jurídica, Ernestina Godoy, la mandataria mexicana explicó que los dos proyectos de reforma a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos adicionan el contenido de los artículos 19 y 40. Este último, como explicaba el finado maestro Arnaldo Córdova, es un texto clave, pues materializa al artículo 39 que dicta que la soberanía dimana del Pueblo, dotándola de un sistema federal, republicano, representativo y democrático.

Las iniciativas de Sheinbaum, según la exposición de motivos que dio en su conferencia matutina en Palacio Nacional, buscan prohibir y castigar hechos violatorios de nuestra soberanía en cuanto a investigar y perseguir crímenes ignorando las leyes mexicanas y a sus autoridades. Además, la adición al artículo 19 impondría prisión preventiva oficiosa y “la máxima pena posible” a todo aquel que ingrese armamento a territorio nacional sin los permisos y autorizaciones correspondientes.

Cuestionar si la presidenta con sus iniciativas se desvía del dicho la mejor política exterior es la política interior no es para ella asunto menor. Y es que no sólo en su etapa como presidente, sino también en la lucha de oposición, Andrés Manuel López Obrador usó su máxima como una demoledora crítica hacia una práctica corrupta, pero que persistía desde que Álvaro Obregón firmó los Tratados de Bucareli: el explotar la relación con Estados Unidos como una forma de obtener legitimidad en México.  “El candil de la calle”, decía el expresidente oriundo de Tepetitán.

Ottavio Vannini; Miguel Ángel mostrando a Lorenzo el Magnífico el busto de un fauno, Palazzo Pitti, Florencia.

Ávido lector de Nicolás Maquiavelo, López Obrador seguramente acuñó su popular dicho de que la mejor política exterior es la interior, atendiendo a las recomendaciones del escritor florentino para Lorenzo segundo de Médici en El Príncipe: la defensa de un Estado frente a amenazas de otros Estados consiste menos en construir fortificaciones y recrudecer castigos; y más en fortalecer el vínculo entre el Estado y la sociedad por medio de la justicia.

“Las armas del Pueblo se convierten así en las armas del príncipe”, sostenía Maquiavelo en el capítulo XX de su obra magna, “pues un príncipe que desarma al Pueblo le demuestra que por cobardía o desconfianza tiene poca fe en su lealtad.” Desconfiando de la gente, el príncipe descuida el verdadero poder soberano, de modo que “ganándose la indiferencia de su pueblo de nada sirve levantar fortificaciones, endurecer las sanciones y contratar mercenarios extranjeros.” Es decir que la mejor política exterior es la interior: hacerle ver a quienes habitan un país que la soberanía es algo digno de conservar y defender.

¿Pero, entonces, qué es lo que Maquiavelo entiende por “armar al Pueblo”? ¿Repartir municiones y armamento entre la gente de a pie para luchar contra soldados invasores?  

Benedetto Croce leyendo.

Como señaló el pensador italiano Benedetto Croce, contrario a estereotipos y prejuicios, Maquiavelo en realidad abogó por hacer de la política un imperativo ético y moral. Hay una fuerza más grande que la de las bayonetas y para Maquiavelo esa es la fuerza de la virtud. Según el escritor florentino existen Estados inexpugnables, pueblos imposibles de someter: son las repúblicas, “Esparta, Grecia, Roma y la Confederación Helvética [Suiza]” donde la gente elige a sus propias autoridades, es consultada en la creación de nueva legislación y defiende a su patria al grito de la libertad.

En otras palabras, la soberanía de un pueblo y la seguridad del Estado se estrechan por medio de la virtud y la justicia, conceptos que en el pensamiento político moderno se traducen como la soberanía popular y el Estado de Derecho. Esto es, ni más ni menos, el contrato político que dicta el actual artículo 39 más los atributos del orden jurídico, hechos explícitos en el actual artículo 40.

Luego entonces, para fortalecer la soberanía de México ante Estados Unidos, siguiendo la máxima de que la mejor política exterior es la interior, en verdad no hace falta añadir más reformas a la Constitución, sino echar a andar activamente la reforma de justicia movilizando a la sociedad: recordemos que si una mayoría de ministros de la Suprema Corte no pudo declarar inconstitucional la reforma judicial fue porque, (evocando otra vez a Arnaldo Córdova), el acto de votar jueces, ministros y magistrados en realidad fortalece el carácter federal, representativo, republicano y democrático de nuestra soberanía nacional.

Finalmente, la presidenta Sheinbaum se halla ante una disyuntiva grave: de usar la mayoría calificada en el Poder Legislativo para reformar la Constitución como forma de reaccionar ante las provocaciones de Donald Trump, ella estaría gastando tiempo y oportunidades valiosas para rescatar la reforma al Poder Judicial del pantano burocrático y mediático en que está metida. Peor aún, desde la óptica del político tabasqueño inspirado en Maquiavelo, hacer más leyes sin hacer valer las que ya existen es lo mismo que “desarmar al Pueblo y demostrarle que por cobardía o desconfianza no se le tiene fe.”

Origen de la República Romana (año 598 antes de la era cristiana)
1877. Óleo sobre lienzo, 428 x 690 cm

César Martínez (@cesar19_87) es maestro en relaciones internacionales por la Universidad de Bristol y en literatura de Estados Unidos por la Universidad de Exeter

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