El ascenso de Daniel Noboa a la presidencia de Ecuador refleja una tendencia global en la que líderes de corte autoritario logran acceder al poder en momentos de crisis. Uso el término «autoritario» en lugar de «populista», pues considero que este último implica mucho más que simple polarización y demagogia. El populismo, en su sentido más profundo, consiste en la creación de sujetos políticos que exigen su dignidad y participación en el orden social; en cambio, para ser autoritario sólo se necesita la firme convicción de imponer una visión de mundo y exigir un servilismo total de parte de seguidores y subordinados.
Noboa, al igual que otros líderes contemporáneos, no representa ni construye ningún nuevo sujeto político —como sí sucedía con los populistas de antaño— sino que se limita a una imitación superficial del populismo, a través de un discurso simple, burdo y altanero, enarbolado a través de las redes sociales; siempre atacando, confrontando e insultando a sus adversarios; imponiendo su versión del mundo y afirmando que con su gobierno “comienza una nueva era«.

El presidente de Ecuador simplifica los problemas estructurales de su país en un discurso de «mano dura», siguiendo un patrón similar al de figuras como Nayib Bukele [1] en El Salvador: implementa políticas que refuerzan el papel de las fuerzas armadas en el control del orden público y declara un «conflicto armado interno» contra las bandas criminales. No obstante, en los hechos, no ha conseguido los resultados de Bukele: el año 2024 ha sido extremadamente violento para Ecuador, con junio declarado como el mes más violento del año, con 592 asesinatos. Además, la tasa de homicidios aumentó significativamente en varias regiones, como Azuay, El Oro y Esmeraldas, debido a la actividad de bandas criminales vinculadas al narcotráfico y la minería ilegal.
Noboa utiliza un discurso lleno de lugares comunes propios de la nueva derecha, en el que prevalece la simplificación de los problemas complejos. En su narrativa, la violencia se combate con más violencia, y la economía se reactiva con políticas fiscales regresivas, como el aumento del impuesto al valor agregado (IVA), que afecta principalmente a las clases más bajas. Este tipo de políticas, lejos de fomentar el crecimiento económico inclusivo, tienden a exacerbar las desigualdades sociales que, a su vez, generan tensiones adicionales.
Por otra parte, Noboa, como otros líderes de corte autoritario (por ejemplo, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso), necesita de controversias para mantener su legitimidad[2] y por eso le viene tan bien el tono de la conversación de las redes sociales, las cuales son un espacio ideal para amplificar su mensaje mediante una narrativa marcada por polémicas constantes y ataques directos, sin ninguna preocupación por las consecuencias a mediano y largo plazo.

A su vez, las redes sociales le permiten a Noboa establecer una conexión directa y sin intermediarios con su público, reforzando su presencia y asegurando lealtad en medio de la polémica. En lugar de centrarse en el debate serio o la construcción de consenso, opta por un discurso que aviva las pasiones y que alimenta un ciclo interminable de confrontación. De esta manera, logra mantenerse relevante y en el centro de la conversación política, pese a problemas evidentes del país como la inflación y el desempleo.
Así pues, su estrategia gira en torno a mantener una narrativa de urgencia, lo que le permite justificar medidas excepcionales y limitar el debate democrático. En esto Noboa se distancia de Bukele, quien ha caminado hacia construir y estabilizar el régimen. Como explica Pablo Ospina en Nueva Sociedad, su gobierno se ha esforzado por crear momentos de alto impacto mediático, como el asalto a la embajada de México, el cual no solo provocó una crisis internacional, sino que también resultó en la ruptura de la coalición que sostenía el gobierno con el correísmo en el congreso.
El estilo de gobierno del presidente ecuatoriano tiene como elemento central la generación de crisis, algo similar a lo que ocurre con Milei en Argentina. Dicho estilo se caracteriza, esencialmente, por mantener el ya mencionado discurso de la urgencia; pero además genera acciones políticas que desestabilizan las instituciones y que sirven para legitimar medidas autoritarias. Por ejemplo, operaciones polémicas o provocadoras generan caos y polarización, pero al mismo tiempo permiten al gobierno justificar su actuación bajo la promesa de restaurar el orden.
Finalmente, la sensación de improvisación, lejos de ser un defecto, es deliberada: permite a este estilo de liderazgo mantener un estado de alerta, de emoción, como si fuera reality show. Esta constante incertidumbre crea un ciclo en el que el gobierno se presenta como indispensable para la estabilidad, aunque sea su propia acción la que alimente la crisis.
Así pues, el gobierno de Noboa parece encaminado a ser una administración que refuerza la idea de que Ecuador vive en una crisis perpetua. En lugar de resolver los problemas, Noboa ha encontrado en el miedo a la violencia y la controversia su principal herramienta de control. La verdadera amenaza es que este tipo de liderazgo, basado en el autoritarismo y la polarización, no sólo no ofrece soluciones, sino que depende de que los problemas persistan para mantener su legitimidad

Hugo Garciamarín (@Hgarciamarin) es doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Director de la Revista Presente.
[1] Aunque a Noboa el presidente de El Salvador le parece “arrogante”. Cf. Ana María Cañizares, “Explosivas declaraciones del presidente Noboa ponen en apuros a varias instituciones del Estado ecuatoriano”, CNN Latinoamérica, 18 de junio de 2024. Disponible en: https://cnnespanol.cnn.com/2024/06/18/explosivas-declaraciones-presidente-noboa-apuros-instituciones-estado-ecuador-orix en El Salvador: implementa políticas que refuerzan el papel de las fuerzas armadas en el control del orden público y declara un «conflicto armado interno» contra las bandas criminales. No obstante, en los hechos, no ha conseguido los resultados de Bukele: el año 2024 ha sido extremadamente violento para Ecuador, con junio declarado como el mes más violento del año, con 592 asesinatos.
[2] Un ejemplo es el conflicto que Isabel Díaz Ayuso inventó con el Ateneo de Madrid. Cf. Manuel Viejo, “Ayuso señala al Ateneo de Madrid y abre una crisis cultural sin precedentes al retirarle la ayuda anual”, El País, 16 de diciembre de 2023. Disponible en: https://elpais.com/espana/madrid/2023-12-16/ayuso-senala-al-ateneo-de-madrid-y-abre-una-crisis-cultural-sin-precedentes-al-retirarle-la-ayuda-anual.html?event_log=go,