#Fotogalería: El orden del ruido

Por Abraham Piña

  • El Instagram del autor es: @pine.ah 

Abraham Piña es fotógrafo, diseñador y cineasta. Se ha formado en la Universidad Autónoma Metropolitana, en la Asociación Mexicana de Cineastas Independientes y en la Escuela Activa de Fotografía Echegaray. Su fotografía abarca un amplio rango de expresiones; por un lado, la vivacidad de su carácter se ve plasmada en sus imágenes más coloridas, y por otro, su curiosidad innata y su interés por poner orden al ruido de la ciudad se hace presente en su fotografía más social, enormemente interesada por los conceptos de «libertad de expresión» y «censura».

Con un claro interés por las posibilidades técnicas de la fotografía, sus instantáneas poseen una alta precisión y una considerable maestría en el encuadre. El fin último de la fotografía de A. Piña se encuentra en la conexión entre quien está detrás de la cámara y quien se convierte en objeto de su acción; el verdadero motivo de esta es la naturaleza inquisitiva de un artista insaciable, tanto de la búsqueda de sentido, como de la creación del mismo. 

Libertad de expresión

Según las estadísticas, los candidatos más votados en las elecciones presidenciales suelen ser los que han invertido un mayor presupuesto en publicidad, pero ¿cómo es esto posible en una sociedad que dice no creer en los medios? Esta es la pregunta de la que parte esta serie fotográfica, en la que el fotógrafo, asumiendo el papel de encuestador, salió a la calle a preguntar a las personas dos cosas: si creían en lo que escuchaban o veían en los medios de comunicación, y si creían en la existencia de la libertad de expresión. A diferencia de un trabajo meramente estadístico, esta serie fotográfica tiene como objetivo –desde un primer momento– convertir los números en personas; por lo que cada uno de los 84 retratos que conforman este trabajo representa la respuesta de las personas «encuestadas» de forma gráfica: Las caras, elemento esencial de todo retrato, aparecen siempre censuradas con una cinta negra –como las que aún se utilizan para pasar imágenes «sensibles» por los filtros de censura de las redes sociales o para ocultar la identidad de las personas–. La diferencia se encuentra en que, en los retratos, la «censura» representa una opinión, dando así una vuelta de tuerca a su función original. Cada retrato corresponde a la respuesta del retratado: el retrato aparece con los ojos tapados si el encuestado no creía lo que veía, los oídos si no creía lo que escuchaba y la boca si no creía que existiese la libertad de expresión.

Tinta de impresión

En este díptico, Abraham Piña explora la relación tóxica entre los medios de comunicación, representados por el papel de impresión en todo su colorido (clara muestra de sus cualidades exteriores), y los individuos que estos representan y utilizan para crear su contenido. El rollo de tinta –plástico obstructor– impide la respiración de quien se encuentra detrás. Los signos de asfixia, transformados en una mueca a la vez de dolor y de aparente placer (como la que los escultores renacentistas y barrocos, imitando al Laocoonte, imprimían en la cara de los santos en éxtasis) se interpretan como el desapego entre el proceso de creación de contenidos para su difusión mediática, y los seres humanos, transformados por esta situación en meros objetos de consumo; y consumidos a su vez, ya sea por la sobresexualización ya por el oportunismo imperante en una industria capaz de desechar miles de rollos de tinta en un instante.

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