El papa Francisco y el ecumenismo: un apunte

Por Ronaldo González

Desperté con la noticia de la muerte del papa Francisco. Hubo un tiempo en que me declaré agnóstico. A estas alturas de mi vida ya no sé si lo sigo siendo. Por así decirlo, soy agnóstico con respecto a mi agnosticismo. El caso es que desde hace algunos años volví a asistir regularmente a misa los domingos. La cultura católica de mi madre y de mi esposa —y sí, cierta urgencia de una propedéutica, resultado, supongo, del examen retrospectivo a que obliga la edad—, me han hecho cultivar de nuevo las artes de la espera tan propias de la religión, esas que, como querían Tolstói y tantos otros partidarios de la labor pastoral, no se reducen a la estricta liturgia. Quiero decir con esto que he vuelto a buscar un sentido en eso que George Steiner —apostando por un humanismo, es cierto, propiamente secular— ha llamado una gramática de la esperanza.

Curiosamente, ayer, Domingo de Resurrección, vi una película sobre los últimos días de San Pablo. Su relación con la comunidad cristiana de Roma y con Lucas, quien puso por escrito buena parte de sus enseñanzas (Pablo, el apóstol de Cristo, en Netflix). Si Pedro fue, en la tradición católica, el primer papa, Pablo fue el primer teólogo: con él dio inicio, propiamente, la interpretación de la palabra de Cristo. Pero se trató de una primerísima teología cristiana (que, ciertamente, puso el fundamento de la patrística hasta la discusión teológica en nuestros días), muy orientada a su comprensión social, es decir, accesible a la mayoría —y, en consecuencia, también muy paulinamente ecuménica—, de los misterios de la fe.

Apotheosis of an ecclesiastic. Oil painting. Source: Wellcome Collection.

Francisco volvió a esa lectura del compromiso cristiano en su pontificado. Lo hizo con el mismo propósito de comprensión, divulgación e interiorización del mensaje evangélico. Y precisamente por vivir una realidad distinta, a diferencia de Pablo, reconoció, sin condenarlos, temas como el de la homosexualidad. Los episodios polémicos de su vida pública (su relación con la dictadura militar argentina) se fueron aclarando a partir, sobre todo, de la conducta, digamos realista, que asumió entonces e hizo posible obtener resultados concretos en la salvaguarda de no pocas y pocos opositores perseguidos o aprehendidos por ese régimen (incluidos los conocidos casos de los sacerdotes Orlando Yorio y Francisco Jalics).

Junto con ese compromiso con los excluidos y oprimidos (sus declaraciones contra la masacre en Gaza fueron al parejo de su condena al antisemitismo, lo mismo que el perentorio reclamo de atención a los refugiados y, como él mismo decía, a los “crucificados” del mundo), insistió siempre en la necesidad de recuperar la original vocación pastoral de la Iglesia.

En un contexto general, la Iglesia católica ha disminuido su feligresía en todo el mundo occidental, incluida América Latina, espacio en el que sigue teniendo su mayor presencia y ascendencia en todos los órdenes. Para referirme sólo a México (aunque la tendencia es similar en Centroamérica, Colombia, Brasil y Argentina), el último censo del INEGI hace constar que entre 2010 y 2020 el porcentaje de fieles de la iglesia católica pasó de 82.7 a 77.7 %, registrándose un ascenso “de fieles de las iglesias protestantes y evangélicas (de 7.5 a 11.2 %) y, sobre todo, un mayor porcentaje de personas sin religión (de 4.7 a 8.1 %, con un 2.5 adicional de personas sin adscripción religiosa)”.[1]

Esto permite entender la preocupación expresada por el Sumo Pontífice en el Encuentro con los Obispos en la Catedral Metropolitana de México, el 13 de febrero de 2016, al convocar a un hecho de conciencia para vigorizar los lazos con la sociedad, desplegando: “un serio y cualificado proyecto pastoral para contribuir, gradualmente, a entretejer aquella delicada red (…) acercándonos y abrazando a la periferia humana y existencial de los territorios desolados de nuestras ciudades; involucrando a las comunidades parroquiales, las escuelas, las instituciones comunitarias, las comunidades políticas, las estructuras de seguridad; sólo así se podrá liberar totalmente de las aguas en las cuales lamentablemente se ahogan tantas vidas, sea la vida de quien muere como víctima, sea la de quien delante de Dios tendrá siempre las manos manchadas de sangre, aunque tenga los bolsillos llenos de dinero sórdido y la conciencia anestesiada”.[2]

En el siglo XIX, en su célebre Historia de los Papas (1834-1836), Leopold von Ranke, padrecito de la historiografía moderna, justipreció el papel de la institución papal en la construcción de Europa y su unidad. El papa Francisco, en el siglo XXI, enfatizó la necesidad de volver a la labor pastoral en torno a las realidades múltiples de nuestro tiempo. No sólo Occidente: el mundo contemporáneo en su diversidad. Un ecumenismo, más allá de la geografía, comprensivo de la pluralidad de adscripciones culturales, nacionales e identitarias del Presente.

A verger’s dream: Saints Cosmas and Damian performing a miraculous cure by transplantation of a leg. Oil painting attributed to the Master of Los Balbases, ca. 1495. Source: Wellcome Collection.

[1] Díaz Domínguez, Alejandro, “¿Qué nos dice el censo 2020 sobre religión en México”, edición electrónica de la revista nexos, 1 de febrero de 2021. En https://datos.nexos.com.mx/que-nos-dice-el-censo-2020-sobre-religion-en-mexico/, consulta hecha el 13 de septiembre de 2022.

[2] En https://www.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2016/february/documents/papa-francesco_20160213_messico-vescovi.html, consulta hecha el 13 de septiembre de 2022.


Ronaldo González es ensayista, sociólogo e historiador adscrito a la facultad de Historia de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Sus últimos libros publicados son George Steiner: entrar en sentido (Prensas de la Universidad de Zaragoza, España, 2021), Culiacán, culiacanes, culiacanazos (Ediciones del Lirio, México, 2023) y Tiempo y perspectiva. El Guacho Félix, misionero secular (Universidad Pedagógica del Estado de Sinaloa, 2024).

Más artículos
Contra la autoridad