Parece, al ojo poco entrenado, que una palabra que sale tan fácilmente de los labios de una persona, y que ha salido al mismo tiempo de las bocas de miles de aficionados al futbol a lo largo de muchos años, no deja de ser una palabra y, por lo tanto, no tiene mayor trascendencia que el sonido que emite y, con suerte, la presión en que pone al portero rival a la hora de despejar el balón. Para este mismo espectador —ya en los asientos de un estadio, ya desde la comodidad de un sillón—, no existe gran diferencia entre gritarle puto al guardametas de otro equipo, y gritárselo a alguien con quien se mantiene una disputa ensalsada. No parece, por tanto, haber una relación demasiado tangible para el futbolero promedio de lo que decir esta palabra puede significar, ni lo que implica más allá de la cancha, más allá del juego, a pesar de que hay lugares en los que una palabra como esta es la diferencia entre dos realidades tan opuestas pero tan ligadas como vida y muerte.
Desde hace ya varios años, la FIFA ha sancionado en más de una ocasión a la Federación Mexicana de Futbol (FMF) a causa de los gritos homofóbicos y discriminatorios de los aficionados del “Tri” en sus partidos internacionales. Las sanciones (17 desde 2014 a 2021[1], por un monto aproximado de 13,7 millones de pesos mexicanos) parecen haber logrado disminuir las instancias del cántico, pero nada se sabe sobre si han logrado hacer calar el mensaje en contra de la discriminación en la afición. Aún recuerdo, hace ya bastantes años, hablando con un tío sobre si era correcto o incorrecto gritar aquello en un estadio, que él argumentaba que el grito ”no es homofóbico, porque no se dice con ese sentido”. Mi argumento en contra de esa aseveración no ha cambiado nada en estos años. Sigo creyendo que, como propugnan los estudios de pragmática lingüística, la intencionalidad del hablante al decir algo no siempre prima en la recepción del mensaje; esto es, lo que se quiere decir, no siempre es lo que se dice.
Y ¿quién es el receptor del mensaje? ¿Lo es solamente el portero? ¿Lo es todo el equipo? ¿Lo soy yo, un homosexual de 28 años? ¿Lo eres tú, un [inserte su sexualidad] de [inserte su edad]? ¿Lo es el joven que siente que no puede participar de ese mundo que grita, como el peor de los insultos, aquello que cree ser? ¿Lo es el niño pequeño que descubre esa palabra por primera vez y la asocia con lo adverso, con lo que se quiere vencer, con lo despreciable? Habrá que pensar, tal vez —como le gusta hacer mucho a los conservadores cuando se habla de representar fielmente la diversidad del mundo en la televisión—, en los niños, la niñas y les niñes cuando decimos ciertas cosas; no vaya a ser que —a diferencia de lo que ocurre con la orientación e identidad sexual—, el odio se adquiera en los lugares comunes, y la normalización de la violencia, en el día a día.
México no es el único país que grita insultos homofóbicos en los partidos deportivos. Según la Guía global sobre conductas discriminatorias en el fútbol,[2] la homofobia es una de las prácticas discriminatorias más comunes en los encuentros futbolísticos, tanto en partidos masculinos como femeninos. Los insultos a jugadores o aficionados relacionados con la percepción de su orientación sexual o identidad de género son comunes, en especial en las ligas y partidos del continente americano (se dice “puto” en todo el continente, “cueco”, “culero” y “joto” en Centroamérica, “culiao”, en Chile, “maricón”, en Paraguay y Perú, “bicha” y “viado/veado”, en Brasil, etc.), y en el continente africano, pero no son ajenas a Oceanía (Australia registra “poofter” (maricón), “faggot/fag” (puto) y “dyke” (marimacho), ni a Europa (la fundación Kick It Out reporta un incremento de más del 90% en los casos reportados de discriminación por orientación sexual en la liga inglesa),[3] en donde la simbología y la ideología de ultraderecha —nunca alejada del odio hacia lo que considera “degeneración”— suelen campar a sus anchas.
La ausencia de este tipo de expresiones discriminatorias de las ligas y partidos del continente asiático —que no se libra de los cánticos racistas— no implica para nada, como parece implicar la FIFA[4], que estas actitudes no existan. Si hacemos caso a las palabras de Abdulaziz Abdullah Al Ansari, director del Departamento de Cooperación Internacional del Gobierno catarí, quien dijo a AP[5] que, pese a que se admitirán banderas LGTB+[6] en los estadios del mundial —por requerimiento de la FIFA—, podría verse en la necesidad de quitársela a los aficionados para protegerlos; lo que debe entenderse es todo lo contrario.
Si bien la FIFA ha trabajado activamente en programas para asegurar que los aficionados y participantes en la Copa del Mundo pertenecientes a la comunidad LGTB+ estén a salvo, la realidad es que una gran mayoría de las personas pertenecientes a este colectivo que hubiesen querido y podido asistir al mundial, no lo hacen por miedo.[7]Independientemente de que se vayan a “suspender” las leyes en contra de las personas LGBT+ durante la duración del torneo, según declaraciones del comité organizador, la cuestión que debería preocuparnos realmente no es la de los veintipico días que durará el Mundial, sino la de todos los demás, en los que ser de cierta forma seguirá siendo ilegal y castigado con penas de cárcel e, incluso, de muerte, no solamente en Catar, sino en muchos otros países de su entorno y alrededor del planeta.
Si atendemos con detenimiento al artículo 3 de sus estatutos, “La FIFA tiene el firme compromiso de respetar los derechos humanos reconocidos por la comunidad internacional y se esforzará por garantizar el respeto de estos derechos”, veremos que el último ciclo mundialista (Rusia 2018 – Catar 2022), parece ir en contra de todas las palabras de dicho artículo, ya que en estos dos países, además de restringirse la libertad de prensa, expresión y de asociación,[8] han muerto miles de trabajadores migrantes.[9] Pasa algo similar con el artículo 4 de los estatutos, que prohíbe la discriminación de cualquier tipo,[10] pero, según la interpretación de los ejecutivos de la Federación, no impide apoyar organizaciones y estados que incumplen estas prerrogativas con todo el poder de sus propias leyes, dándolas así como válidas y aceptables.
¿A qué se debe la hipocresía de la FIFA? ¿Por qué motivo se aceptan sedes mundialistas en lugares que no cumplen los requisitos básicos en materia de derechos humanos? Su secretaria general, Fatma Samoura, afirmaba que el compromiso de la federación por “promover activamente la diversidad en el fútbol y luchar contra la discriminación es mucho más que ondear una simple bandera”,[11] sin embargo, las grandes medidas implementadas por esta para luchar contra ella en un país en el que ciertos tipos de discriminación se encuentran institucionalizados no van más allá de eso mismo: banderas y brazaletes arcoíris:[12] un fenómeno conocido como pinkwashing o rainbow washing, que sirve todos los meses de junio a las grandes corporaciones para atraer a ese público multicolor que tanto dinero gasta, sin hacer nada real por él.
Por esto, debemos preguntarnos si realmente la FIFA ha cambiado algo desde que se descubrió en 2015 que la corrupción era tolerada y ejercida desde lo más alto de su cúpula; desde que se eligió a Brasil como sede mundialista para 2014… O, como parece ser, debemos suponer que en realidad no le interesa el bienestar e integración de las minorías, ni el bienestar de todas las personas de un país tanto como le interesa que el dinero de las naciones autoritarias, que blanquea con sus acciones, llegue a sus bolsillos.
Es cierto que tampoco podemos pedir a la FIFA que cambie el mundo, pero no está de más pedirle que apoye prioritariamente aquellos proyectos que buscan hacer lo que ellos no pueden. A día de hoy la homosexualidad masculina[13] es casi inexistente en el futbol profesional, en tanto que está invisibilizada por la homofobia y los prejuicios que impiden a los jugadores expresar su orientación sexual de forma abierta. Algunos aficionados al futbol aseguran que se debe a que no hay jugadores homosexuales en las ligas profesionales, lo cual no solo es falso, sino dañino. Si bien el único jugador de primera división en activo que ha salido del clóset —el australiano Josh Cavallo[14]— no forma parte de su selección nacional para el Mundial de Catar 2022, no debemos poner en duda que habrá jugadores gays en el campo y fuera de él, aunque sea por el simple hecho de que ya los ha habido.[15]
Si bien parece —por lo menos en Europa— que nos encontramos lejos de los años 90 y de la situación que llevó a Justin Fashanu al suicidio ocho años después de haber declarado públicamente su homosexualidad, siendo así el primer futbolista “famoso” en hacerlo.[16] Los tweets de Iker Casillas[17] nos demuestran que “ser gay” en este y otros deportes sigue sacándole la risa floja a gente —cuarentones algunos— que suponíamos lo suficientemente madura, razón por la cual no nos debe de sorprender que los jugadores de primer nivel que han declarado ser homosexuales o bisexuales a duras penas den para formar un equipo completo de futbol; sin hablar de que la mayoría han dejado atrás sus años de competición o de que habría que hacer algunas modificaciones de alineación para volverlo un equipo funcional.
El compromiso con los valores de este deporte, no obstante, no debería provenir solamente de las instituciones, especialmente cuando hay individuos que tienen —en su calidad de portavoces y de insignias del deporte— el poder de hacer más. Mientras que Anna Muzychuk, campeona del mundo de ajedrez, ha renunciado —por principios morales— a defender su título, por celebrarse la competición en Arabia Saudí, cientos de jugadores y entrenadores de los 32 equipos nacionales de todo el mundo que participarán en el mundial de 2022 no han mostrado señal alguna de repulsa hacia las violaciones a los derechos humanos de su vecino mundialista —¿es la lejana posibilidad de un trofeo tan importante como las libertad?—. Pero no se trata de un problema solamente futbolístico: Catar es sede de un gran premio de Fórmula 1, de otro de MotoGP, de un torneo del Tour Europeo de Golf, de uno de la ATP y otro de la WTA; ha sido sede de los campeonatos mundiales de ciclismo de ruta (2016), atletismo (2019), balonmano (2015), pádel (2021) y del mundial de clubes de la FIFA (2019 y 2020); y lo será de los campeonatos mundiales de natación y waterpolo en 2024 y, quizá, de los Juegos Olímpicos de 2032. Además, la mayoría de los grandes eventos deportivos internacionales mantienen algún tipo de relación de patrocinio con empresas estatales de las monarquías represoras del golfo pérsico (Saudi Aramco, Etihad Airways, Emirates, Qatar Airways, QatarEnergy), y más de un equipo deportivo ha sido comprado por magnates que mantienen estrechas relaciones —familiares, en algunos casos— o forman parte de las más altas esferas políticas de esta región del mundo.[18]
La críticas de la sociedad respecto a la selección de esta sede mundialista no se han dejado esperar, y en algunos casos han sido acalladas de forma poco democrática; como en el mes de septiembre, cuando en un amistoso entre la selección nacional catarí y la Cultural y Deportiva Leonesa (equipo de la ciudad española de León, fundado en 1923 y propiedad de la Aspire Academy, fundada por el emir de Catar) un aficionado que llevaba una pancarta preguntando por lo derechos humanos en Catar fue expulsado del estadio,[19] al más puro estilo de lo que esperamos que ocurra en el mundial por “nuestra seguridad” si decidimos expresar la irrespetuosa opinión de que todos los seres humanos merecen derechos fundamentales, independientemente de su nivel económico, lugar de procedencia, orientación sexual o identidad de género.
¿Cuál es entonces el mensaje? ¿Es que pese a ser un deporte muy popular, a la FIFA no le importa que se mueran los trabajadores migrantes pobres que hacen posible que se juegue futbol de primer nivel en un lugar tan poco propicio para hacerlo? ¿Es que pese a que se trata de un deporte que propugna los valores de cooperación, excepcionalidad y trabajo en equipo, en la FIFA no se contempla un verdadero lugar para la diversidad sexual? ¿Es que, pese a incluirlo en sus estatutos, los Derechos Humanos que dice defender no incluyen la libertad de expresión? ¿Es que el dinero vence cualquier posicionamiento moral o político, como decía Ricky Gervais en la gala de los Globos de Oro de 2020?[20] ¿O es que, como en todo, se nos olvida que esto es poco más que un gran negocio, en el que los intereses colectivos sirven únicamente para justificar el beneficio privado de unos cuantos?
Por lo tanto, la última pregunta es: ¿deberíamos boicotear el Mundial de Catar 2022 por estas causas? La respuesta es que probablemente sí. Pero no basta con boicotear un evento; ni basta con que lo hagan unos cuantos. En casos como estos, las televisiones públicas y privadas que han pagado cientos de millones de dólares por los derechos de transmisión, las federaciones nacionales que han aceptado que sus selecciones participen en el torneo, los propios jugadores y patrocinadores, tanto del mundial como de los equipos, los comentaristas deportivos que prestarán su voz a las jugadas, y todos los involucrados en el proceso de promoción de este evento tendrían que hacer algo para lograr que una organización como la FIFA respondiese realmente ante ese grito vulgar y homofóbico continuado que es la represión catarí; porque a los poderosos —y en el futbol no hay excepción— no se les gana sin meterles un gol.
[1] “México recibe la decimoséptima sanción por gritos homofóbicos de sus hinchas”, El Financiero, 1 de noviembre de 2021, en https://www.elfinancierocr.com/cables/mexico-recibe-la-decimoseptima-sancion-por-gritos/VPZM5QP3BRFEDBIWJQIPJ4KRPI/story/
[2] FARE NETWORK, “Guía global sobre conductas discriminatorias en el fútbol”, 2017. Disponible en https://www.farenet.org/wp-content/uploads/2017/06/Global-guide-to-discriminatory-practices-in-football-low-res-screen.pdf
[3] Los últimos datos fiables son los de la temporada 2019-2020, debido a que las interrupciones por motivo de la pandemia del COVID hacen que el incremento en el último año ascienda a un muy sobrecargado 350% ya que durante 2020-2021 se registraron muy pocos casos, coincidiendo con que se disputaron muy pocos partidos. Las cifras oficiales se pueden encontrar en https://www.kickitout.org/annual-reports
[4] “FIFA and the other tournament organisers are not aware of discriminatory incidents against LGBTI+ fans or community members during the tournament. Furthermore, and as is standard practice at FIFA tournaments, FIFA and the other tournament organisers ensured that rainbow flags were allowed to be brought to and displayed in the stadiums.” FIFA, “Update From FIFA on The Recommendations of The FIFA Human Rights Advisory Board: Covering The Period of September 2018 To November 2019”, 2020, p. 22. Disponible en
https://digitalhub.fifa.com/m/5c39bba2deed9e98/original/ot4pzfavdz5vjxbopxzq-pdf.pdf
[5] “If he (a fan) raised the rainbow flag and I took it from him, it’s not because I really want to, really, take it, to really insult him, but to protect him,” Al Ansari told the AP. “Because if it’s not me, somebody else around him might attack (him) … I cannot guarantee the behavior of the whole people. And I will tell him: ‘Please, no need to really raise that flag at this point.’” Rob Harris, “Qatari official: Rainbow flags may be taken to protect fans”, 1 de abril de 2022, en https://apnews.com/article/business-soccer-sports-lifestyle-middle-east-f03cd08c36dee73b419b2b0e2978fd3f
[6] Las supuestas declaraciones de un oficial catarí sobre la pena de prisión a quien ondease una bandera arcoíris durante el mundial han sido desmentidas por múltiples medios, incluyendo la Agencia Reuters. Reuters Fact Check, “Fact Check-No evidence quote from ‘Qatari spokesperson’ on incarceration for display of LGBTQ+ Pride flags at the 2022 World Cup is authentic”, 5 de julio de 2022, en https://www.reuters.com/article/factcheck-qatar-prideflags-idUSL1N2YM1QU
[7] “I’m not aware of any going out for the tournament. I can’t guarantee there aren’t some LGBT+ fans going, though I highly doubt it from the conversations I’ve had.” dice Joe White, cofundador de Three Lions Pride, en entrevista con el periódico británico The Guardian. Sean Ingle, “Prove World Cup will be safe, England LGBTQ+ supporters’ group tells Qatar”, 22 de septiembre de 2022, en https://www.theguardian.com/football/2022/sep/22/prove-world-cup-will-be-safe-england-lgbtq-supporters-group-tells-qatar
[8] El caso de Rusia se puede consultar en el informe de Amnistía Internacional https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/paises/pais/show/rusia/igual que el de Catar https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/paises/pais/show/qatar/
[9] La falta de autopsias tras las muertes ha llevado al gobierno de Catar a decir que se trata de “muertes no relacionadas con el trabajo”, pero se estima que alrededor de 6500 personas migrantes han perdido la vida en la construcción de los estadios para el Mundial de futbol. Alberto Senante. “Los muertos del Mundial de Qatar 2022”, 18 de mayo de 2022, en https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/los-muertos-mundial-de-qatar-2022/#:~:text=El%20diario%20The%20Guardian%20cifr%C3%B3,Nepal%2C%20Sri%20Lanka%2C%20Pakist%C3%A1n
[10] “Está prohibida la discriminación de cualquier país, individuo o grupo de personas por cuestiones de raza, color de piel, origen étnico, nacional o social, sexo, discapacidad, lengua, religión, posicionamiento político o de cualquier otra índole, poder adquisitivo, lugar de nacimiento o procedencia, orientación sexual o por cualquier otra razón, y será sancionable con suspensión o expulsión”. FIFA, “Estatutos de la FIFA”, 2018, p. 7. Disponible en https://digitalhub.fifa.com/m/7af12a40897b1002/original/azwxwekfmx0nfdixwv1m-pdf.pdf
[11] FIFA, “Guía de la FIFA de buenas prácticas en materia de diversidad y lucha contra la discriminación”, 2017, p. 5. Disponible en https://digitalhub.fifa.com/m/13e6da9541f864eb/original/ltngj4nhdndodad6ic8r-pdf.pdf
[12] Ni siquiera a día de hoy conocemos si el gesto simbólico de llevar un brazalete de capitán arcoíris (“One Love”) que adoptarán las selecciones de Países Bajos, Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania, Suiza, Gales e Inglaterra es apoyado por la FIFA. De igual trascendencia es la camiseta negra de la selección danesa en honor de los trabajadores muertos durante la construcción de los estadios de este evento, o el video de protesta de los socceroos australianos.
[13] Hablamos de homosexualidad masculina en este artículo (incluyendo también a las personas bisexuales) ya que este el tema del mismo compete al mundial masculino de futbol; pero somos conscientes de que por la invisibilización misma por la cual nos referimos a este torneo simplemente como “El Mundial”, mientras que en su contraparte femenina siempre especificamos que es “femenino”, la homosexualidad y bisexualidad femeninas, aunque más aceptadas en el mundo deportivo y futbolístico, sufren la misma pena que el futbol femenino: el no recibir la atención que merecen.
[14] El lateral izquierdo del Adelaide United (A-League de Australia), de 22 años, salió del clóset a finales de 2021.
[15] Olivier Rouyer (representó a Francia en el Mundial de Argentina 1978) y Thomas Hitzlsperger (representó a Alemania en el Mundial de Alemania 2006).
[16] La muerte de Fashanu, ligada a unas acusaciones de abuso sexual que la justicia archivó por falta de pruebas, lo llevaron a decir en su nota de suicidio que se quitaba la vida porque la sociedad ya lo había juzgado como culpable. Juicio al que se vio sometido durante los ocho años en los que expresó abiertamente su homosexualidad y vio su carrera deportiva destrozarse poco a poco.
[17] Tweet ya borrado, publicado el 9 de octubre de 2022, el cual el exportero del Real Madrid y de la Selección Española de Futbol masculino denunció como producto de un hackeo, en el que decía: «Espero que me respeten: soy gay. #felizdomingo», al cual respondieron algunos futbolistas como Carles Puyol también en tono jocoso.
[18] Podemos hablar de los equipos de ciclismo UAE Team Emirates (Emiratos Árabes Unidos), Team Bahrain Victorious (Bahréin), o de los de futbol Málaga C. F. (Abdullah bin Nasser bin Abdullah Al Ahmed Al Thani, de Catar), el Manchester City (Mansour bin Zayed Al Nahyan, miembro de la familia real de Abu Dhabi) o el Paris Saint Germain (Tamim bin Hamad Al Thani, emir de Catar), entre muchos otros.
[19] Juan Navarro, “Un amistoso entre la Cultural Leonesa y la selección de Qatar acaba con la expulsión de un aficionado por protestar contra el Mundial”, 3 de septiembre de 2022, en https://elpais.com/deportes/2022-09-03/un-amistoso-entre-la-cultural-leonesa-y-la-seleccion-de-qatar-acaba-con-la-expulsion-de-un-aficionado-por-mostrar-una-pancarta-contra-el-mundial.html
[20] El comediante británico decía a los asistentes a la gala que, considerando las empresas para las que trabajaban (Disney, Amazon, Apple), probablemente llamarían a sus agentes si el Estado Islámico sacase un servicio de streaming.