En el marco de la discusión de la reforma al Poder Judicial en la Cámara de Diputados, la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, publicó en su cuenta de «X» una definición de democracia que, al parecer, pretende simplificar las complejidades de este concepto.
«‘Demos’ significa pueblo. Este sustantivo junto con ‘kratos, que puede traducirse como poder, componen el nombre de la democracia: el poder del pueblo», escribió Sheinbaum, añadiendo que, bajo esta premisa, la reforma al Poder Judicial derivará en más justicia y más libertad, ya que, según ella, «ese fue el mandato popular».
La definición de democracia —estilo «diccionario de bolsillo»— que nos regala la futura presidenta de México, deja fuera, ya sea por despiste o por conveniencia, detalles importantes. Para los antiguos el asunto no era tan simple, para que el demos tuviera el kratos hacían falta tres elementos: «isonomía», «isocracia» e «isegoría».
Igualdad ante la ley
La isonomía se refiere a la igualdad ante la ley. Esto significa que todos los ciudadanos, sin importar su posición o clase, gozan de los mismos derechos y están sujetos a las mismas leyes.
Sería interesante que la futura presidenta de México nos explicara cómo se garantiza la igualdad ante la ley cuando vemos casos como el del ahora senador Javier Corral, quien evitó ser aprehendido por el desvío de 98 millones 600 mil pesos gracias a la intervención del fiscal de la Ciudad de México, Ulises Lara. Si la ley se aplica de igual forma para todos, ¿cómo es que algunos parecen tener a la justicia de su lado en los momentos más oportunos?
Y, ya que estamos en eso, también sería esclarecedor saber cómo se pretende construir un régimen democrático cuando la impunidad se convierte en moneda de cambio. Personajes como Miguel Ángel Yunes —envuelto en escándalos de corrupción y amigo, según Lydia Cacho, del pederasta Jean Succar Kuri y del blanqueador de Kamel Nacif—, siguen siendo protegidos a cambio de votos en el Senado. Si la isonomía es una de las bases de la democracia, la presidenta electa debería explicar cómo encajan estas transacciones políticas en ese esquema de igualdad ante la ley.
Igualdad de condiciones para participar públicamente
Isegoría es la igualdad en la participación pública. Este principio, fundamental en la democracia ateniense, no sólo garantiza que todos los ciudadanos puedan participar en los debates, sino que la voz de cada uno tenga el mismo peso, sin importar si es la primera o la última en ser escuchada. La igualdad en la palabra es, además, inseparable de la libertad dentro del ágora, donde todos pueden participar en igualdad de condiciones.
Ahora bien, sería pertinente que la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, nos aclarara ¿cómo se garantiza esta igualdad de participación y libertad de expresión en un espacio tan crucial como el Senado de la República?
Cuando el senador Daniel Barreda fue extorsionado para evitar su intervención en la discusión y votación de la reforma al Poder Judicial, ¿dónde quedó la isegoría?, ¿qué clase de igualdad se puede asegurar cuando la Guardia Nacional custodiaba la casa de su padre, detenido en la madrugada y liberado justo antes de la votación?
Y si el único que tenía contacto directo con Barreda durante todo ese proceso era Adán Augusto, el coordinador de Morena en el Senado, tal vez valga la pena preguntarse: ¿cómo se garantiza la igualdad de voces cuando una de ellas está rodeada de silencios forzados y presiones “invisibles”?
Igualdad de condiciones para participar políticamente
La isocracia, como principio democrático, implica la igualdad de condiciones para acceder a los cargos de poder. Las posiciones de liderazgo no están reservadas para una élite selecta, sino que están abiertas a todos los miembros de la comunidad política. Este concepto busca garantizar que la toma de decisiones no sea privilegio de unos pocos, sino una responsabilidad compartida por todos.
Aquí, sería interesante que la presidenta electa nos explicara el papel que han jugado las familias Batres y Alcalde en los distintos puestos de gobierno a lo largo de los años. Si la isocracia realmente se cumple, ¿por qué estos apellidos parecen estar tan bien posicionados dentro del círculo de poder? Y, si la participación en las decisiones está abierta a todos, ¿por qué en Morena no se realizan elecciones internas sino encuestas, o hay elecciones por unanimidad (obligada)? No deja de ser curioso que en un partido que se presume democrático, Andrés López Beltrán, hijo del presidente, sea el Secretario de Organización, en lugar de algún militante de base que haya recorrido las calles repartiendo ejemplares del periódico Regeneración.
La presidenta electa y los seguidores del lopezobradorismo podrán seguir utilizando la definición de bolsillo de la democracia, pero en los hechos, su gobierno no lo es. Es el de unos cuantos arbitrarios que no respetan ningún límite ni principio democrático, que tuvieron un amplio respaldo en las elecciones del 2 de junio.
Hugo Garciamarín (@Hgarciamarin) es Doctor en Ciencias Políticas y Sociales y director de la Revista Presente.