Allí los esfuerzos pedagógicos. Allí la audacia ubicua. Allí los derrapes y desbarrancamientos que hicieron del aburrimiento una facultad no ejercible. Queda constancia: fueron muchos y profundos los esfuerzos por elaborar el contrapunto crítico del sexenio. Da fe este humilde botón de muestra, obra de la laboriosidad de quienes saben vivir sin la preocupación de que los historiadores del futuro nos están mirando, los Atila que arrasaron con los peligros de un debate a excesiva altura, tras cuyo paso no volvió a crecer un silogismo. Seguir leyendo