La vasija de Pandora de la infancia en México

Por Hugo Garciamarín

Dar cuenta de la historia de los gobiernos de la Cuarta Transformación exige mirar con seriedad uno de sus legados más dolorosos: la apertura de la vasija de Pandora para niños y niñas, de la que han brotado enfermedades prevenibles, violencia desbordada, malestar social y, en los casos más trágicos, la muerte de los más vulnerables. Esta imagen, lejos de ser retórica, encuentra respaldo en datos duros que dibujan un panorama alarmante para la infancia mexicana.

Según la Organización Mundial de la Salud, México enfrenta hoy una cobertura de vacunación inferior a la que registraba en 2013, lo que significa un retroceso de más de una década en uno de los campos más elementales de la salud pública. No es una percepción aislada ni un dato anecdótico: la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición reveló en 2023 que menos de la mitad de los niños menores de dos años había recibido el esquema completo de vacunación, un desplome dramático si se compara con el 90 por ciento de cobertura que el país alcanzaba apenas diez años atrás.

Sketch for a Monument group, with Fame, Neptune, Britannia and Pandora; also winged cupids holding medallions Pen and grey ink, with grey wash and watercolour © The Trustees of the British Museum. Shared under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 4.0 International (CC BY-NC-SA 4.0) licence.

Para 2023, apenas un 66% de los niños contaban con su esquema completo de vacunación, cifra que fue el preludio del surgimiento de crisis sanitarias que creíamos superadas. Entre ellas, está la tos ferina, una enfermedad prevenible que hoy vuelve a cobrar vidas en el país. Expertos en salud pública y familiares, desde hace tiempo, advirtieron sobre las consecuencias de la falta de inversión sostenida en los sistemas de vacunación, así como sobre el impacto que tiene la ausencia de esquemas dirigidos también a adultos, fundamentales para proteger a los bebés mediante el efecto rebaño. Hoy día los resultados son ineludibles: hay 45 bebés muertos por tos ferina en lo que va del año y 749 casos confirmados, una cifra que multiplica casi por veinte la registrada en el mismo periodo de 2024, cuando apenas se contabilizaron 47 casos.

Datos oficiales revelan que los contagios de tos ferina pasaron de 22 a 43 en apenas siete días, lo que representa un aumento alarmante de 21 nuevos casos en tan corto lapso. Lo más grave, sin embargo, no es solamente el crecimiento de los contagios, sino la confirmación de que la mayoría de los afectados carece de antecedente de vacunación, una omisión imperdonable en enfermedades para las cuales existe desde hace décadas un esquema de prevención probado y eficaz. Cada número expresa no solo una vulnerabilidad individual, sino un fallo estructural: la ausencia de protección sistemática en franjas etarias que, en condiciones normales, deberían estar ya inmunizadas.

Ahora bien, entre los males más lacerantes que siguen brotando de la vasija se encuentra el abuso infantil, una herida profunda en la vida nacional que las cifras se encargan de hacer aún más terrible. En 2023, México ocupó el primer lugar a nivel mundial en abuso sexual infantil, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y del Senado de la República, con más de 4.5 millones de niños afectados anualmente. La tragedia no se detiene ahí. Entre 2023 y 2024 se observó un incremento del 6.5 por ciento en los homicidios de menores. Únicamente los primeros once meses de 2024 se contabilizaron 2,243 víctimas de asesinato entre 0 y 17 años —456 niñas y 1,787 niños— frente a las 2,106 víctimas registradas en el mismo periodo del año anterior.

Allegory of night and day or human reason?, Apollo seated in his chariot in the upper right with signs of the zodiac on the ceiling. © The Trustees of the British Museum. Shared under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 4.0 International (CC BY-NC-SA 4.0) licence

A lo anterior se suma el doloroso aumento de feminicidios de niñas y adolescentes, que alcanzaron 73 casos, superando los 68 del año previo y marcando un alza del 7.3 por ciento. A su vez, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), cada día desde 2023, en México, 25 personas de entre 0 y 17 años son reportadas como desaparecidas. Desde que se tiene registro, la cifra asciende a 106,343 niñas, niños y adolescentes, y de ellos, una de cada seis —16,388 en total— seguía desaparecida o sin localizarse hasta el 30 de agosto de 2024.

La violencia que sufren las infancias en México ha generado un malestar social tan profundo que incluso ha derivado en estallidos de violencia. Ahí está el episodio de Taxco, Guerrero, donde una mujer fue linchada por habitantes de la ciudad, acusada de ser la principal sospechosa del secuestro y asesinato de Camila Gómez, una niña de ocho años. La escena, que todos vimos en X o en Facebook, mostró a una multitud arrastrando a golpes, patadas y palos a los presuntos responsables. La mujer falleció después de ser auxiliada —demasiado tarde— por policías y elementos de la Guardia Nacional; sus dos supuestos cómplices también fueron hospitalizados.

El linchamiento no fue un acto espontáneo, sino el desenlace de una cadena de omisiones y desgobierno. Decenas de habitantes bloquearon la avenida principal, sitiaron la casa de la sospechosa y, ante la inacción de las autoridades —que argumentaron no contar con una orden de arresto—, rompieron el cerco policial para tomar la justicia por su mano. La irrupción violenta muestra a una sociedad que, al verse desprotegida, recurre a sus propios mecanismos de sanción, mientras expone la fragilidad de las instituciones y la disolución del pacto civilizatorio de nuestro país.

Pero además, la infancia mexicana enfrenta también el abandono, una forma silenciosa pero igualmente devastadora de violencia estructural. Un ejemplo de ello es el caso de Lucio y Diana, quienes abandonaron a un bebé recién nacido, en un episodio que se hizo viral y conmocionó al país durante algún tiempo. En 2023 se registraron 144 casos de abandono infantil, una cifra apenas inferior a los 146 casos documentados en 2022. Sin embargo, el verdadero drama emerge al observar la tendencia de largo plazo: entre 2010 y 2016, el promedio anual era de 71 casos, pero a partir de 2017 y hasta 2023, el número casi se duplicó, alcanzando un promedio de 120 casos anuales, lo que representa un incremento del 70 por ciento. Las cifras son particularmente alarmantes en ciertas entidades: la Ciudad de México, el Estado de México e Hidalgo concentran el 65 por ciento de todos los casos reportados a nivel nacional. La capital del país encabeza la lista con 387 casos desde 2010, seguida por el Estado de México con 306 y San Luis Potosí con 177.

En el México contemporáneo, los niños, las niñas, los bebés y las infancias en general han quedado fuera del discurso político, relegados a la periferia de una retórica que sólo los invoca para la cursilería de los actos protocolarios, las fotografías de ocasión en Instagram o los lugares comunes en campañas electorales. No es casualidad: una clase política sin atributos, obsesionada con el corto plazo, donde lo que no representa votos carece de valor estratégico, los más pequeños no encuentran espacio ni voz. Se habla de bienestar, de épocas de felicidad restaurada, incluso intelectuales optimistas gastan tinta en hablar de todo, menos de lo más elemental: la vida concreta, frágil y olvidada de quienes deberían ser el centro mismo de cualquier proyecto de nación.

Frente a esta indiferencia, las infancias quedan a merced de los males que brotan, sin freno, de una vasija de malestares que nadie se interesa en cerrar. La enfermedad, la violencia, el abandono y la muerte avanzan, silenciosos y persistentes, mientras el país se adormece en la ilusión de transformaciones sin que nadie quiera cerrar la vasija de Pandora que sigue arrojando males sobre los más desprotegidos.

Landscape with, in the foreground, Pandora standing naked with a vase in l hand; river in the distance; in the upper part, the Olympian gods creating Pandora, with Jupiter riding his eagle and presiding over the scene; copy after Callot Etching. © The Trustees of the British Museum. Shared under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 4.0 International (CC BY-NC-SA 4.0) licence.

Hugo Garciamarín (@Hgarciamarin) es politólogo y Director de la Revista Presente

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