Contemplaciones

Por Hugo Garciamarín

Original

Cuando uno decide escribir un homenaje, prepara café y finge el comienzo de un rito preciso; cuando uno mira por la ventana, espera que la inspiración se deslice entre el ruido de los autos, los ladridos y la lluvia; cuando uno se estira, se levanta, abre un cajón, saca una hoja y toma un bolígrafo, ruega que trace algo auténtico; cuando, a pesar de las obligaciones, uno quiere ser un hombre de verdad, un hombre antiguo, silencioso, sin más distracción que el roce del tinta sobre el papel; cuando uno se resigna a tomar un libro, abrir en cualquier parte, buscar en él una frase que salve, el tono que guíe, el original que no se alcanza; cuando uno escribe sobre alguien a quien admira no queda más que imitar con torpeza, con esa resignación que sólo conoce quien obra sabiendo que no es nadie.

La desdicha del casado

Parece tan duro casarse, perder la libertad de vivir cada día al límite, convertirse en un hombre que trabaja para endeudarse, alimentar una, dos, tres bocas que devoran también el tiempo; decidir vivir sin perseguir anhelos, soportar los reclamos cotidianos, la rutina que sustituye a la ternura, la caricia que ya no llega, la admiración que se diluye en el silencio de la sala; dormitar en una silla a las once de la noche, sin dignidad ni alivio, sabiendo que al día siguiente todo habrá de repetirse con exactitud implacable; tomar como modelo a tu padre, para vestir, hablar, sobrellevar el día a día, como si la vida fuera sólo imitar gestos, repetir silenciosamente una historia que nunca fue propia. 

Soluciones

Salir de un problema debería ser sencillo si tengo batería suficiente. Estiro el brazo, tomo el teléfono, le pregunto a I. qué haría en mi lugar, saludo con entusiasmo a A., le pido que piense por mí. Fingiendo perfección, aparentando lucidez, mi ser queda bloqueado. Otra vez hay que comenzar: preguntarle a I., solicitarle a A., esperar una nueva respuesta. En medio de ese proceso lo único verdaderamente humano es un gesto casi infantil, casi instintivo: fruncir el ceño y pasarse el dedo meñique por las cejas.

Quieto

Estoy de pie, como lo he estado toda mi vida. Espero que algo suceda sin que yo lo provoque. Estoy seguro de que conozco mi lugar en el mundo. Estoy seguro, como siempre lo he estado. Tranquilo. Pensante. Sólo espero que un transporte de aplicación me recoja y me lleve a algún lugar.

Ella se acerca como siempre ha vivido: libre. Se contonea, no espera; actúa. Viste corto, viste alegre. Me mira, sonríe, me invita a que la invite. Activa. Viva. Existe. Pero yo sigo ahí. No me muevo. Nunca lo he hecho. No sé cómo hacerlo.

Ella continúa su camino. Sigue moviéndose. Yo sigo quieto. ¿Tranquilo? ¿Pensante? Llega el auto. Me lleva a donde siempre.

Una mañana

Maté a un joven. Lo miré a los ojos y le dije: «Nunca más». Murió mientras se miraba al espejo, abotonaba la camisa, cubría sus tatuajes, ajustaba la corbata y pensaba en no llegar tarde.

La condena

Te deseo, siempre lo he hecho. Desde la primera vez que imaginé el roce y la entrega, cuando tus palabras eran apenas una posibilidad y tu cuerpo una promesa lejana; ya entonces quise tenerte, abrazarte, poseerte, y cuando me invitaste a alcanzarte, quise seguirte, de verdad lo quise, pero ¿cómo podría yo perseguir algo tan magnífico, tan vivo, tan seguro de sí? Mi madre me dijo: «Tú no mereces nada».

Te deseo, siempre lo he hecho; en la imaginación todo ocurre con precisión: me escapo, te encuentro, me acerco, te admiro; deslizo mi mano bajo tu falda, me incitas, sonríes, y yo sigo, por un momento soy otro, uno que no teme, uno que avanza, que conquista.

Te deseo, siempre lo he hecho, pero sólo sé desear. Desconfío de mi torpeza, no soy suficiente, no puedo ser suficiente. No soy nadie, sólo sé desear. Te cansaste, claro que te cansaste. Mi madre tenía razón: no merezco nada.

Presente

Hoy Israel bombardeó Gaza. Por la tarde vi un juego del Barça. 

San Jerónimo contemplando. Wellcome Collection.

Hugo Garciamarín (@Hgarciamarin) es politólogo y Director de la Revista Presente

Más artículos
El aborto y la política de alianzas.