Las Elecciones Generales del pasado 20 de agosto en Ecuador tuvieron lugar dos años antes de lo previsto. Este inusual escenario se produjo cuando Guillermo Lasso, Presidente de la nación, decidió implementar el mecanismo conocido como muerte cruzada, argumentando la existencia de una grave crisis política y conmoción interna. La muerte cruzada es una figura contemplada en la Constitución de 2008 que permite al Presidente disolver la Asamblea Nacional y convocar a elecciones anticipadas. Lasso optó por esta salida al verse arrinconado por el Legislativo en un juicio político que pudo haber terminado en su censura y destitución.
El primer mandatario fue acusado de conocer la existencia de contratos públicos fraudulentos relacionados con el transporte marítimo de hidrocarburos y no haber emprendido ninguna acción que previniera afectaciones en contra del Estado. Las acusaciones surgieron a raíz de una investigación periodística que sostenía la vinculación de personas cercanas a Lasso con organizaciones de narcotráfico internacional y densas tramas de corrupción. Es fundamental mencionar que para el momento del juicio el Presidente no contaba con popularidad entre la ciudadanía. El rechazo popular provenía de la incapacidad del gobierno para lidiar con la crisis económica pos pandémica y con una creciente ola de inseguridad y de violencia causada por el crecimiento de la influencia del narcotráfico dentro del territorio ecuatoriano.
El 24 de mayo, una vez emitido el Decreto de muerte cruzada, el Consejo Nacional Electoral publicó la convocatoria para las Elecciones Generales Anticipadas que se celebrarían el 20 de agosto. A partir de este momento, las maquinarias partidistas iniciaron una carrera a contrarreloj para inscribir a sus postulantes. El resultado fue el registro de ocho binomios que aspiraban a ocupar los cargos de Presidente y Vicepresidente, acompañados por sus respectivas listas de candidatos a Asambleístas.
Los protagonistas
El grupo de candidatos estaba conformado por dos segmentos: uno que incluía figuras relativamente reconocidas y otro integrado por rostros que parecían ser nuevos. Dentro del primer grupo podemos ubicar a Yaku Pérez, Xavier Hervas, Otto Sonnenholzner y Fernando Villavicencio. Pérez y Hervas fueron candidatos a la presidencia en las Elecciones de 2021 y obtuvieron el tercer y cuarto lugar con una votación de 19.39% y un 15.69%, respectivamente. Pese a esto, en las Elecciones Anticipadas de 2023, la suma de los votos de ambos candidatos era menor al 5% del total. Por su parte, Otto Sonnenholzner no era un extraño para los ecuatorianos, ya que había ocupado el cargo de Vicepresidente por un año y medio durante el gobierno de Lenin Moreno. Al inicio de la campaña de 2023 la opinión pública identificaba a Sonnenholzner como uno de los favoritos para pasar a segunda vuelta. No obstante, una campaña débil y el peso de la impopularidad del gobierno de Moreno terminaron por ubicarlo en un quinto lugar con un poco más del 7% de la votación.
El último integrante del segmento de figuras relativamente conocidas es Fernando Villavicencio. Tras haber sido líder sindical de Petroecuador, empresa pública dedicada a la explotación y exportación de petróleo, se incorporó a la política como asesor del Asambleísta Cléver Jiménez. A partir de este punto, el candidato se dio a conocer como acérrimo detractor del correismo, presentando una serie de denuncias de corrupción que involucraban a Rafael Correa y funcionarios de su gobierno. Adicionalmente, ocupó el cargo de Asambleísta durante el período interrumpido por la muerte cruzada. A pesar de la trayectoria de Villavicencio, especialmente su lugar como opositor de Rafael Correa, los cálculos electorales iniciales no lo identificaban como uno de los favoritos. Por lo general, las encuestas le auguraban un cuarto o quinto lugar.
El segundo segmento, el de aquellos candidatos que se presentaban como rostros nuevos en la política, estaba encabezado por Luisa González. Desde el inicio de la campaña existía la seguridad de que González sería la candidata más votada. A pesar de esto, no existían certezas sobre si esos votos serían suficientes para otorgarle la victoria definitiva sin necesidad de un balotaje. La candidata fue elegida como Asambleísta en 2021 y había ocupado varios cargos públicos. Sin embargo, su rostro y su trayectoria eran desconocidos para el ciudadano promedio. En este contexto, la popularidad de González emanaba de la facción política que respaldaba su candidatura: el Movimiento Revolución Ciudadana (RC5), liderado por Rafael Correa.
Entre los rostros desconocidos de estas elecciones encontramos a Daniel Noboa y Jan Topic. Si bien los nombres de ambos candidatos no habían sido relevantes en el pasado, los nombres de sus padres sí que tuvieron un lugar en la política. Daniel Noboa es hijo de Álvaro Noboa, dueño de una de las fortunas más grande del Ecuador y protagonista de cinco intentos infructuosos de ser elegido Presidente. Por su parte, Tomislav Topic, padre de Jan Topic, fue el fundador de una de las empresas de telecomunicaciones más grandes del país. Adicionalmente, Tomislav Topic fue acusado por tráfico de influencias dentro de las denuncias de corrupción que se hicieron en contra del gobierno de Rafael Correa y la constructora Odebrecht.
Durante gran parte de la carrera electoral la opinión pública no le prestó mayor atención a la candidatura de Daniel Noboa. Su intento de ser Presidente era percibido como la extensión del capricho que su padre había tenido con el cargo. Por el contrario, Topic era incluido entre los favoritos para alcanzar la segunda vuelta. En esta percepción influyeron el perfil y el discurso del candidato. Topic sirvió en la Legión Extranjera francesa y preside una empresa que presta servicios de seguridad, puntos que apuntalaron con fuerza su discurso de “mano dura” contra la delincuencia y su manifiesta admiración por el gobierno de Nayib Bukele.
El candidato restante es Bolívar Armijos. Hay pocos aspectos que reseñar sobre el candidato. Las esperanzas en torno a su postulación eran nulas y los resultados obtenidos estuvieron a la par de estas expectativas. Armijos ocupó el último puesto y obtuvo menos del 1% de la votación.
La primera vuelta
La campaña electoral arrancó oficialmente el 13 de julio y estuvo terriblemente marcada por la violencia. Rider Sánchez, candidato a Asambleísta, fue asesinado al resistirse a un atraco la noche del 16 de julio. El hecho tuvo lugar en Quinindé, ciudad ubicada en Esmeraldas, una de las provincias más azotadas por la violencia y el narcotráfico. Sánchez no eran un desconocido para la política de su ciudad, en el pasado ocupó el cargo de Concejal y fue candidato a Prefecto de su provincia en las Elecciones Seccionales celebradas en febrero de 2023.
Diez días después del asesinato de Sánchez, el Alcalde de Manta, Agustín Intriago fue asesinado mientras supervisaba el avance de unas obras de alcantarillado. Intriago era un político bastante popular: tras haber triunfado en las elecciones de 2019, consiguió reelegirse para su cargo en el 2023, obteniendo el 61% de los votos. Es importante tener en cuenta que Manta es uno de los territorios más apetecidos por el narcotráfico debido a su puerto enclavado en el Pacífico.
La misma noche en que Intriago fue asesinado, los internos de la Penitenciaria del Litoral, ubicada en Guayaquil, organizaron un motín que desembocó en violentos enfrentamientos entre reclusos. El amotinamiento se replicó en otras prisiones del país y la violencia no tardó en recorrer las calles. La Fiscalía de Esmeraldas fue atacada con una bomba molotov y en Guayaquil varios autos y autobuses fueron incendiados. La causa de la ola de violencia fue la ruptura de una alianza existente entre dos bandas criminales relacionadas con el cartel mexicano Jalisco Nueva Generación: los Tiguerones y los Lobos. El saldo de esta jornada fue un total de 31 personas privadas de la libertad fallecidas.
Los asesinatos de Sánchez e Intriago y los motines carcelarios hicieron que la inseguridad y la violencia se asentarán con firmeza como los ejes principales de la campaña electoral. Esto representó una ventaja significativa para Jan Topic, quien desde el principio de la contienda centró su campaña en un discurso de “mano dura” contra la delincuencia. Esta coyuntura permitió que Topic se ubicara en un segundo lugar dentro de las encuestas, obteniendo un porcentaje que en teoría era suficiente para ubicarlo en una segunda vuelta junto a Luisa González. Sin embargo, se produjo un nuevo hecho de violencia que conmovió al país y le dio un giro radical a la campaña.
El 09 de agosto, a cuatro días del Debate Presidencial y a once de las elecciones, el candidato Fernando Villavicencio fue asesinado en Quito al salir de un mitin. El hecho tuvo repercusiones inmediatas. Los partidos políticos se acusaban del asesinato mutuamente y no faltó quienes apuntaron su dedo en contra del Presidente Lasso. Luisa González y el correismo fueron los más afectados por este cruce de acusaciones. Como se señaló anteriormente, Villavicencio fue uno de los opositores más acérrimos de Rafael Correa, así que no fue difícil posicionar dentro de la opinión pública un discurso que identificaba al correismo como culpable del asesinato. Los comentarios que se levantaban alrededor del magnicidio parecían augurar el descenso de González y la posibilidad de una segunda vuelta.
El atentado contra Villavicencio también transformó el futuro electoral de los movimientos Gente Buena y Construye, organizaciones que se aliaron para respaldar su candidatura. A menos de una semana de las elecciones, Christian Zurita tomó el lugar del candidato asesinado. Aunque Zurita era un amigo cercano de Villavicencio y había publicado investigaciones periodísticas sobre casos de corrupción durante el gobierno de Rafael Correa, su nombre era poco conocido. Sin embargo, esto no impidió que llegadas las votaciones una porción importante de la ciudadanía se conmoviera por el hecho de violencia y permitiera que en los resultados electorales Zurita se posicionara en un inesperado tercer lugar con un 16,37% del total de la votación. Si bien este resultado no bastó para que Zurita alcance la segunda vuelta, si fue suficiente para que la alianza entre Gente Buena y Construye se situarán como la segunda fuerza política dentro de la Asamblea Nacional.
El 13 de agosto se celebró el Debate Presidencial organizado por el Consejo Nacional Electoral. El evento tuvo una sintonía inusualmente alta. En condiciones normales los debates electorales son eventos que pasan desapercibidos para la ciudadanía ecuatoriana. Sin embargo, la muerte de Villavicencio dotó a la política de cierto magnetismo. El desenvolvimiento de los candidatos, sumado al elevado rating del Debate Presidencia, definió de forma definitiva los resultados electorales.
Luisa González no tuvo un desempeño óptimo en el debate. El discurso de la candidata se centró en reseñar las iniciativas de obra pública implementadas por el gobierno de Rafael Correa durante el período 2007 – 2017. “Ya lo hicimos y lo volveremos a hacer” fue el mantra repetido por González a lo largo de las tres horas que duró el debate. La candidata del correismo selló su destino. La segunda vuelta era inevitable.
Del resto de candidatos, Daniel Noboa fue quien más atrajo la atención de los votantes durante el debate. Las intervenciones de Noboa se caracterizaron por su soltura y fluidez. Adicionalmente, y a diferencia del resto de candidatos, su discurso se alejó de la tradicional disputa entre correismo y anti correismo, enfrentamiento que con el paso del tiempo ha generado una fuerte antipatía entre los ciudadanos.
El debate puso la atención de los ecuatorianos sobre Noboa. Los extractos de sus intervenciones llenaron las redes sociales y varios líderes de opinión, entre ellos el propio Rafael Correa, identificaban al candidato como el “ganador del debate”. Todo esto provocó que Noboa dejara atrás el sexto o séptimo lugar en que lo situaban las encuestas y se ubicara en segundo lugar dentro de los resultados finales. Con un 23.47% del total de votos, Daniel Noboa aseguró su participación en la segunda vuelta, en donde enfrentaría a Luisa González, quien mantuvo el primer lugar con una votación del 33.61%.
La segunda vuelta: nuevos rostros para pasados rancios.
La segunda vuelta representa un desafío titánico para González y Noboa. Ninguno parece tener la victoria asegurada y todo dependerá de su desenvolvimiento hasta el 15 de octubre, fecha en que tendrán lugar los comicios del balotaje. Aunque ambos candidatos se presentan como rostros nuevos, estos rostros encubren pasados rancios que de algún modo juegan en su contra. Por tanto, gran parte de la campaña consistirá en minimizar el impacto negativo que estos pasados puedan tener sobre su imagen y su aceptación popular.
González tendrá que buscar la forma de desmarcarse del pasado correista. Como se mencionó anteriormente, el discurso de la candidata de la Revolución Ciudadana se ha centrado en destacar los logros en materia de política pública conseguidos durante el gobierno de Correa. Esta estrategia de comunicación política parecería tener sentido; sin embargo, su alcance es limitado debido a tres razones. Primero, la densa sombra que pesa sobre Correa y su gobierno. Si bien se reconoce los avances en política social y obra de infraestructura desarrollados entre 2007 y 2017, también son ampliamente reconocidas las denuncias de corrupción y sobreprecios relacionados con estas obras. Segundo, los votantes jóvenes no se sienten atraídos por la evocación del pasado. Los jóvenes que hoy tienen entre 18 y 25 años eran apenas unos niños en los años de mayor auge del correismo. Por tanto, con ciertas excepciones, muchos de ellos no tienen recuerdos significativos de aquellos años. Finalmente, el correismo ha sido sinónimo de soberbia y autoritarismo. Durante su gobierno, Correa no estuvo dispuesto a generar acuerdos con otros sectores políticos. Basado en su popularidad y en busca de hegemonía, hizo esfuerzos por desarticular organizaciones políticas y sociales que pudieran desafiar su control del terreno político. Hoy, el apoyo de las organizaciones sociales que ofendió en el pasado, entre las que se encuentran agrupaciones sindicales e indígenas, es precisamente lo que hace falta para que González pueda asegurar su victoria.
Paralelamente, Noboa tendrá que hacer un esfuerzo por desmarcarse del pasado propio del sector social y político al que representa: la oligarquía agroexportadora y el sector financiero. Noboa pertenece a una de las familias más acaudalas de Ecuador y los caminos empresariales recorridos por esta familia no están exentos de controversia. Sobre su padre, reconocido por su participación en el cultivo y exportación de banano, pesan denuncias por explotación laboral, explotación infantil y evasión de impuestos. A lo largo de la contienda electoral se reveló que las empresas vinculadas a su grupo familiar tienen una deuda de más de 80 millones de dólares con el Estado por concepto de impuestos.
Por otro lado, Noboa se enfrenta al desafío de cambiar el paradigma que identifica a los ricos con posturas conservadoras y antipopulares. Sin embargo, hasta la fecha no lo ha conseguido de forma efectiva. El presidenciable ha emitido declaraciones afirmando que en Ecuador existen personas que buscan ser recluidas en prisión con la finalidad de obtener comida y medicina gratuitas. Si bien esta postura puede ser chocante en cualquier contexto, lo es más en un Ecuador en el que dentro de los últimos 21 meses se han producido once masacres carcelarias, en las que perdieron la vida al menos 413 personas privadas de la libertad.
Cabe destacar que Verónica Abad, compañera de fórmula de Noboa, representa uno de los principales obstáculos que el candidato enfrenta a la hora de desmarcarse de su propio pasado rancio. Abad se define como una política de derecha, pro vida, liberal clásica y en sus redes sociales ha manifestado su apoyo a las posturas políticas del partido español Vox y del ex Presidente Donald Trump. Sumado a esto, la candidata a Vice Presidente se ha hecho acreedora a numerosas críticas por sostener que la violencia de género es un mito y que en Ecuador los sectores feministas exageran las cifras de feminicidio con fines monetarios.
La campaña oficial de la segunda vuelta arrancará el 24 de septiembre y, aunque para los candidatos sea clave el ocultamiento de sus pasados, la ciudadanía espera escuchar propuestas concretas, especialmente en el ámbito de la seguridad y la violencia. Las propuestas de González y Noboa coinciden en varios puntos: modificar el sistema judicial, reformar las instituciones penitenciarias, depurar las filas de las fuerzas del orden y combatir el desempleo y la pobreza. Sin embargo, hasta hoy, los candidatos no han conseguido exponer con claridad cuáles son los medios y los recursos que usarán para volver realidad sus ofrecimientos. De esta forma, los ecuatorianos se encuentran sumidos en la incertidumbre y el escepticismo. Incertidumbre sobre cuál será el resultado de las elecciones y escepticismo al respecto de la capacidad que tendrá el vencedor de sacar sus promesas del papel y plasmarlas sobre la realidad.
Sobre el autor: Carlos Eduardo Castro
Ecuatoriano de 31 años. Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad San Francisco de Quito y Máster en Ciencia Política por la Universidad de Salamanca. Profesor de la Universidad San Francisco de Quito. Investigador apasionado de la historia social y política de América Latina.