Así las cosas se hizo la independencia,
vino la república, murió la personalidad
jurídica del Rey de España y surgió una
nueva personalidad: la soberanía nacional
Andrés Molina Enríquez
Marc Crosas, comentarista de fútbol en televisión, nacido en Cataluña, pero con ciudadanía mexicana tras llegar a México en 2012 para jugar en el Santos de Torreón en una carrera futbolística iniciada con el FC Barcelona, sorprendió a propios y extraños tras sugerir en X que la popularidad de La Casa de los Famosos distrae a la gente de la Reforma Judicial.
El exfutbolista catalán y mexicano escribió:
“Hey, pero sigamos todos peleándonos por lo que hacen y dicen concursantes de un programa de TV… mientras el futuro de nuestro país está en juego.” Tras citar un video de Ricardo Monreal celebrando la aprobación en lo general por diputados del bloque Morena-Verde-PT de la iniciativa de reforma para votar a jueces, ministros y magistrados, Crosas acabó su mensaje con la frase, “pan y circo.”
Además de seguir ávidamente el mundo deportivo, quien esto escribe se ha pronunciado por escrito a favor de la Reforma Judicial en el número especial de Presente. De modo que, al leer el mensaje de Crosas, fue inevitable recordar que varias personalidades futbolísticas de origen catalán, como el entrenador Josep Guardiola, abiertamente han manifestado su respaldo por tratar la situación política de Cataluña en España por la vía democrática del voto popular.
Crosas mismo se ha mostrado favorable al referéndum catalán del 1 de octubre de 2017, por lo que un servidor le manifestó en X que apoyar el derecho de la gente en Cataluña a decidir cuestiones de la vida pública mediante el sufragio involucra asimismo apoyar en México el derecho de nuestro Pueblo a elegir a sus autoridades. Sí, incluyendo a las del Poder Judicial. A partir de ahí, inició un intercambio que motivó estas líneas.
Aunque parecieran ser cuestiones separadas por el Atlántico, Cataluña y la Reforma Judicial en México tienen en común el debate inconcluso sobre si la soberanía popular y la democracia serán prácticas tangibles para llamar a la ciudadanía a participar en la cosa pública; o si “soberanía” y “democracia” serán bellos conceptos puestos en las Constituciones sin aplicación real.
Por si fuera poco, la situación catalana en España y la iniciativa judicial en México parten del mismo contexto histórico, que conviene explicar brevemente.
En su trilogía Liberalismo Mexicano, don Jesús Reyes Heroles documenta que la primera Constitución del México independiente de España (1824) fue profundamente influenciada por el pensamiento ilustrado de liberales peninsulares tras la invasión de Napoleón: la Constitución de Cádiz de 1812 resucitaba el principio de que la soberanía dimana del Pueblo y varios constituyentes mexicanos citaban al jurista español Francisco Martínez Marina, para quien las Cortes estaban por encima de los monarcas, pues aquellas eran órganos de representación popular, con legítima autoridad para hacer y reformar leyes.
Son tan hondas las raíces ibéricas del concepto de soberanía en México, que el propio Andrés Molina Enríquez consigna que nuestro artículo 27 constitucional (que establece que la propiedad privada se origina en la Nación y que la Nación tiene derecho de modificarla según interés público) se remonta a la Nueva España: si en la colonia se hablaba de patrimonio “real” (es decir, del Rey), el Estado moderno habrá de llamarlo patrimonio nacional, del que parte la tradición mexicana vigente en cuanto a petróleo y recursos naturales.
Volviendo al intercambio con Marc Crosas, la historia de los párrafos anteriores tiene que ver con Cataluña y la Reforma Judicial porque la filosofía detrás del Estado moderno en ambos lados del Atlántico estipula que, (al anular políticamente la riqueza y la propiedad privada) toda manifestación de soberanía dimana de un derecho ciudadano, universal y personal: el voto o sufragio.
Constitucionalmente hablando, la ciudadanía en Cataluña elige sus representantes en el gobierno autonómico de la Generalitat y en el Parlament, así como la ciudadanía en México hizo lo propio el pasado dos de junio con el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo a nivel federal.
Ahora bien, la cuestión política catalana y la reforma judicial mexicana tocan fibras sensibles de la teoría constitucional acerca del verdadero alcance del voto en las democracias “poscoloniales”, cargadas por lastres del colonialismo como el racismo y el clasismo. Mientras el voto en México contempla la posibilidad real de formar mayoría para modificar la constitución política, el voto de alguien en Cataluña topa con muros jurídicos infranqueables. La disyuntiva, parafraseando al padre fundador estadounidense James Wilson, es: ¿Son los Pueblos más que las Constituciones o son estas más que aquellos?
Las publicaciones de Marc Crosas en X a favor del voto popular, las consultas y los referéndums en Cataluña demuestran lo que se palpa en México con motivo de la Reforma Judicial: la democracia participativa y la soberanía popular son poderosas fuerzas que desbordan el debate político convencional, pues involucran la libertad en ámbitos como la cultura y el deporte. Por ello quien esto escribe lo contactó para invitarlo a pronunciarse públicamente sobre la iniciativa del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador.
Si la historia política de México no fuese del agrado de Crosas para explicarle que elegir jueces, ministros y magistrados por voto popular materializa el lema del legislador constituyente mexicano Servando Teresa de Mier, quien sostenía en 1823 que nuestro país “no quiere la independencia por la independencia, sino la independencia por la libertad”, valdría recordarle unas palabras muy similares, pero más recientes, de Pep Guardiola sobre Cataluña: “no se trata de independencia, sino de democracia.”
César Martínez (@cesar19_87): Maestro en Relaciones Internacionales por la Universidad de Bristol y en Literatura de Estados Unidos por la Universidad de Exeter.