Esta vez quiero hablar de una verdadera joya que, sin temor a equivocarme, es de lo mejor que he leído en 2025. Alma Delia Murillo abre sus memorias y vivencias en un relato autobiográfico titulado La cabeza de mi padre, una obra que resulta, a la vez, profundamente individual y universal.
Esta novela transmite valentía, denuncia, catarsis y ternura, todo al mismo tiempo. Más allá de que logré identificarme a profundidad con muchos escenarios de su pasado y pasiones que ostenta, creo que cada mexicano y mexicana debería tenerlo como libro de cabecera, pues contiene un sello innegable de lo que podríamos nombrar —con todos sus matices— identidad mexa.

La cabeza de mi padre es la historia de un viaje que la autora y su familia deciden hacer a Michoacán con el único propósito de encontrar, después de 40 años sin saber de él, a Porfirio Murillo, padre de los ocho hermanos de Alma Delia y ex pareja de su madre. No conocer a la figura paterna en México es algo muy común que simboliza una herida que trasciende familias de todos los tiempos, ya sea por abandono, negligencia o fallecimiento. Alma Delia dice en su relato que: “todos somos hijos de Pedro Páramo”, analogía literaria que es una realidad estadística y refiere que no es raro o extraordinario que las familias en México funcionen bajo figuras matriarcales.
La historia no se desarrolla de manera lineal, pues al pasar por cada capítulos se encuentran saltos temporales, entre el pasado y presente. El estilo de narrar de Alma Delia conduce hacia reflexiones dolorosas, pero también a pasajes felices y profundamente emotivos, envueltos por experiencias que tienen que ver con vivencias familiares musicalizadas con fragmentos alusivos a la música de Juan Gabriel.
De alguna manera, la autora describe vivencias colectivas, que, en mi caso, las encontré personalísimas: reseña lo que muchas veces implica abandonar el doloroso Estado de México siendo muy joven, para convertirse en citadina, trabajadora, unamita, corredora, escritora; y que siente amor y odio por la feroz Ciudad de México una vez que se consagra como chilanga.
A pesar de que, probablemente no todos los lectores de esta obra se identifiquen con la ausencia de la figura paterna, me resulta imposible pensar que no haya una identificación universal con lo humano, porque la manera de escribir de Alma es pura pasión, locura y arrojo. Además, se disfruta en demasía las referencias de autores tan emblemáticos como Juan Rulfo con su Pedro Páramo, Paul Auster con La invención de la soledad y William Shakespeare con Hamlet, Macbeth y el Rey Lear, mismas que entrelaza con su historia con el objetivo de darle sentido a la revolución de emociones que lleva consigo respecto a la relación con su padre.
Una vez que comienzas el libro no puedes parar de leerlo: el estilo tan característico que tiene Alma de escribir lo que piensa y siente, te engancha por lo crudo, lo honesto, con un solo parámetro general que es la fidelidad a ella misma. Honrando a su madre, a su hermana, a ella misma y a las muchas etapas, pensamientos y retos que las mujeres atravesamos irremediablemente en esta sociedad tan compleja y cabrona. El trabajo de Delia es una muestra de que hay mujeres escritoras mexicanas con infinito talento.

Belem Hernández es Licenciada en Ciencia Política y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México. Tapatía por herencia, puma de corazón.
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