39 días para 39 años

Por Pablo Toussaint Noriega

  • Reseña de: Alonso de la Torre, Nunca te fíes de un militar gallego (Trilogía El peluquero de Franco I), La Moderna, Galisteo, 2020, 602 pp

El 20 de noviembre se conmemora en México el inicio de una revolución (la primera de siglo XX). En España se recuerda el final de un periodo de 39 años de violencia y represión con un nombre al frente: Francisco Franco. Su muerte en 1975 permitió a España pasar de ser un estado autoritario a una democracia moderna (si bien su plenitud se sigue debatiendo); no obstante, como demuestra Nunca te fíes de un militar gallego, la novela que firma Alonso de la Torre, algunos de los símbolos e ideas que auparon al fascismo en aquel verano de 1936 para levantarse en armas contra el gobierno de la II República Española siguen vigentes hoy en día, si bien se encuentran normalizados por más de 40 años de “normalidad” democrática[1].

Cómo llegó Franco a ser el hombre al frente de un levantamiento armado y del gobierno resultante, cuando el bando golpista contaba con varias cabezas militares y más de un lider político con mayor “derecho” a hacerse con el mando, es lo que, en una serie de escenas cortas y casi teatrales, se vislumbra entre los hechos de una cotidianidad interrumpida por la guerra que los habitantes (nuevos y de toda la vida) de una pequeña e histórica ciudad de provincia como Cáceres (Extremadura) viven en los primeros días de lo que se llegaría a conocer como “Guerra Civil Española” y que Miguel de Unamuno calificaría más acertadamente como “incivil”.

En la que no es su primera novela[2] —pero sí la primera parte de una trilogía (El peluquero de Franco) que, como presagio de los siguientes 39 años, relata los primeros 13 días de los 39 que Cáceres albergó el estado mayor del ejército de África, comandado por Francisco Franco—, Alonso de la Torre retrata de forma algo pintoresca y con marcado orgullo extremeño el trajín de una casa señorial (El palacio medieval de Los Golfines de Arriba, convertido en residencia y centro de operaciones del estado mayor franquista), un hotel moderno y su central telefónica (El hotel Álvarez), una cafetería (la del hotel Jámec), la redacción de un periódico (El Extremadura Diario Católico) y una estación de tren, además de las concurridas y animadas calles de la ciudad inundada de soldados.

Los personajes nacidos de la mente del autor o inspirados en personas reales se entremezclan en el vaivén de llamadas y pugnas por el poder entre Sevilla, Burgos y Cáceres, las órdenes mandadas al frente, las sentencias de muerte a los opositores al golpe de estado, las delegaciones alemanas, italianas e irlandesas que apoyan en secreto al futuro “caudillo”, así como la prensa francesa que busca formarse una imagen de ese hombre pequeño y con la voz chillona que va camino de convertirse en “generalísimo de los ejércitos”. Paquito Mena, el encargado de afeitar a su tocayo, el general, todas las mañanas a las 7 en punto, Antonia, el ama de llaves del palacio, Teresa, la espía novata y telefonista del hotel Álvarez (en el que se hospeda la cúpula militar), Rafael, el periodista exiliado de Madrid por un malentendido, y otros tantos personajes escritos con cierta naïveté, son testigos de lo que ocurre “tras bambalinas” en la guerra: Paquito escucha las conversaciones de Franco con sus colaboradores de confianza, Teresa consigue y pasa información al bando republicano gracias a sus dotes lingüísticas, a su posición en el hotel y a su conveniente belleza femenina, Rafael, con el idealismo de algunos periodistas, busca contar la “verdad” de lo que ocurre en el frente, y Antonia —probablemente el personaje más auténtico de toda la obra, y de quien proviene el título de la misma[3]—, atiende las necesidades de la casa de los Sánchez-Figueroa, mientras, pasivamente, termina en el centro de todo el conveniente enredo tejido por el autor.

Tomando como referencia del 25 de agosto al 6 de septiembre de 1936, con la rapidez y concentración de acciones que caracteriza a producciones audiovisuales como 24[4], a pesar de tener cerca de 600 páginas, Nunca te fíes de un militar gallego pinta un cuadro fácil de recorrer, a veces fantasioso y poco natural en los diálogos y con ciertos matices de cursilería que, no obstante, ilustra claramente el poder de la propaganda ideológica de los perpetradores del golpe de estado del 36, la estrategia militar y diplomática de los futuros vencedores de la guerra, y la normalización de una violencia represiva contra todo aquel que pensase de forma diferente (“garrote y prensa”); todo esto con las calles, edificios, fuentes y patios de una ciudad calurosa y medieval como el escenario en el que bullía la vida cuando a su alrededor se propagaba la muerte.

«26-4-1937 bombardeo de guernica guerra civil española» by Jose Javier Martin Espartosa is licensed under CC BY-NC-SA 2.0

 

[1] Símbolos como la bandera “rojigualda”, la marcha real o la familia real.

[2] Cf. Alonso de la Torre, Expediente ojos de orgasmo, La Moderna, Galisteo, 2019.

[3] Su mala suerte en el amor con un militar gallego la lleva a tener claro que “no debe fiarse, por este orden, ni de los hombres, ni de los militares, ni de los gallegos” (p. 30).

[4] La famosa serie de televisión protagonizada por Kiefer Sutherland.

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