¿Qué es la izquierda? Reseña de Sol Arguedas, ¿Qué es la izquierda mexicana?

Por Michelle Martínez

  • Reseña de Sol Arguedas, ¿Qué es la izquierda mexicana?, México, Orfila Valentini, 2014, 113 pp.

Si hay una cosa característica sobre la forma de hacer política en el siglo pasado —entre otras— es una profunda y transparente actitud ideológica. Podríamos estar de acuerdo que la distinción entre izquierda y derecha era un elemento crucial en la política. Una cuestión profundamente necesaria porque era claro, entonces, que la ideología comprendía la forma de entender el mundo y relacionarse con él. Porque era claro que reflejaba la forma de mirar y entender los problemas humanos, la forma de plantear las soluciones, los caminos y el futuro de la vida misma. Por esta razón, uno de los problemas implícitos consistía en definir estas posturas ¿qué es la derecha? ¿Qué es la izquierda?

Sol Arguedas Urbina es una de esas muchas mujeres inspiradoras cuyo reconocimiento público no es suficiente, pues ella formaba parte de los más selectos círculos intelectuales del siglo XX. Siendo una mujer de izquierda tenía una clara preocupación por el problema de su definición y —valiéndose de su presencia, reconocimiento y respeto en estos círculos— se dio a la tarea de responder a la pregunta ¿qué es la izquierda mexicana? A través de las voces de los representantes o dirigentes de las corrientes organizadas de izquierda más características de México: partidos, organizaciones, sindicatos, movimientos sociales, intelectuales y académicos.

Esta preocupación se acrecentaba debido al contexto específico en que se inscribía México. Por un lado, la Guerra Fría, el imperialismo, la independencia de las colonias africanas, el desarrollo del comunismo y socialismo a nivel internacional, la crisis de las izquierdas en Latinoamérica, el triunfo de la Revolución Cubana y la vigorización de la derecha. Por otro lado, el sectarismo y las divisiones de la izquierda en México, mayor presencia de las fuerzas reaccionarias en el juego político, y la crisis política de un régimen con creciente rigidez, inscrito en un contexto de mayores demandas de participación política, que ponía en duda el corporativismo mexicano y el mito de la estabilidad política producto de la Revolución mexicana, expresado en el creciente autoritarismo y represión observados en las movilizaciones agrarias y obreras de 1958 y 1959.

Es en este contexto —1962— en que Sol Arguedas decide llevar a cabo una serie de entrevistas con el propósito de definir la izquierda mexicana, conocer sus metas y objetivos de corto y largo plazo, sus actividades, sus métodos y sus discrepancias. Este trabajo no saldría a la luz, sino dos años después —1964— de forma privada, a través de una edición personal de la autora y finalmente sería publicado para su difusión hasta 2014, el texto reseñado en estas letras.

La obra se compone de una advertencia de la autora donde habla sobre las cuestiones de elegir el enfoque, las preguntas, los entrevistados, entre otros; un prólogo de Octavio Rodríguez Araujo, que nos pone al tanto de la autora como mujer de izquierda, del contexto durante y después de las entrevistas, así como de la vigencia de la pregunta central del proyecto; finalmente el contenido es expresado en cuatro partes que siguen la división del cuestionario planteado por la autora: 1) ¿Qué es la izquierda y por qué está dividida? 2) ¿Qué posibilidades existen para lograr su unidad? 3) Las relaciones de la izquierda con el gobierno; y 4) la actitud de la izquierda ante la contienda electoral de 1964. Cada una de las partes engloba con ella otras importantes preguntas.

Un primer problema al que se enfrentó la autora para realizar este proyecto —y que es uno de los méritos de la obra—  fue a partir de cómo responder la pregunta ¿qué es la izquierda? Arguedas definió que la respuesta no se encontraba sólo en los libros y la teoría, sino que era necesario escuchar y conocer la viva voz de la experiencia y actividad de las personas que participan de ella y luchan bajo su bandera. Resuelto esto, la autora debía seleccionar a estas personas considerando de antemano que la izquierda en México resultaba muy amplia, pues iba desde las corrientes marxistas-leninistas hasta los partidarios de la Revolución mexicana que pretendían hacer cumplir a cabalidad su Constitución.

Terminó por reducir tal amplitud a los partidarios del socialismo científico de la corriente marxista-leninista y, dentro de ésta, a aquellos sectores organizados. Así entrevistó a los representantes o dirigentes: a) de partidos políticos, del Partido Popular Socialista (PPS), Vicente Lombardo Toledano; del Partido Obrero-Campesino Mexicano (POCM), Carlos Sánchez Cárdenas; del Partido Comunista Mexicano (PCM), Manuel Terrazas. b) de organizaciones, de la Liga Leninista Espartaco (Liga), José Revueltas y Eduardo Lizalde. c) de sindicatos; del Consejo Nacional Ferrocarrilero (Consejo), J. Trinidad Estrada. d) de intelectuales, Carlos Fuentes. e) de académicos, José Luis Ceceña. Y f) de movimientos, del Movimiento de Liberación Nacional (MLN), Alonso Aguilar.

Sobre la primera parte —¿Qué es la izquierda y por qué está dividida?— destaca la amplitud con la que los entrevistados consideran a la izquierda en México, pues la mayoría la  relaciona con algo más que el pensamiento y el proyecto marxista-leninista. Curiosamente, sólo Lombardo Toledano (PPS) señala que la izquierda únicamente es aquella actitud que se rige por el proyecto marxista-leninista, incluso el propio PCM considera que la izquierda es más amplia y matizada. En términos muy generales, los entrevistados consideran que la izquierda se puede identificar sea por una actitud, por los objetivos que persigue, por los programas y/o la organización que de ella se desprenda. Casi todos los entrevistados consideran al contexto, al momento o desarrollo histórico del país como un determinante de tales actitudes, objetivos, programas y organización de la izquierda.

De acuerdo con el contexto del México de los sesenta, la izquierda se caracterizaría por luchas por la democracia, el antimperialismo, ampliar la esfera económica del Estado, la industrialización del país, la independencia económica del mismo, el progreso social y la organización de la izquierda. Algunos otros ponen atención a la reforma agraria (POCM y Carlos Fuentes); otros a las transformaciones revolucionarias de las estructuras sociales, políticas y económicas en favor de los derechos de la clase obrera y las masas (PCM); algunos más llamarían a la profundización de la Revolución Mexicana (Carlos Fuentes). Finalmente, también están aquellos que niegan la existencia de una verdadera izquierda en México y critican aquellas organizaciones que enarbolan su bandera (Liga y Consejo), por lo que el objetivo principal es lograr la organización de clase (Liga, Consejo y PCM).

En cuanto a la segunda parte —¿qué posibilidades existen para lograr su unidad?— se puede observar una preocupación común por crear, fortalecer y/o unir la organización de la clase obrera. Resulta, pues, un objetivo imprescindible, fundamental e inmediato. Pero esta preocupación se acompaña de una gran convicción: la certeza de que el cambio de rumbo no tomaría mucho tiempo y sería inevitable «Y esta [la conciencia revolucionaria del proletariado] acabará por imponerse a todas las divergencias, no a muy largo plazo» (Arguedas, 2014, p. 35)

También es importante señalar que en este apartado se agudiza más que en otros la percepción de que México está al borde de un cataclismo, parece un punto en el que la supervivencia del país está profundamente amenazada, como si se estuviera ante un próximo quiebre, un punto de no retorno. Esa ansiedad por el futuro del país, que se nota en todo el libro y ante la cual la mayoría de las izquierdas señalan como opción la constitución de un frente común a pesar de sus antagonismos, diferencias y contradicciones, es profundamente criticada por Revueltas (Liga) como una trampa ideológica de someter al proletariado al cumplimiento de objetivos y tareas que no son los suyos, y perderlos de su lucha que, por sí misma, se encuentra en mal estado.

En este sentido, sería bueno preguntarnos si tenía razón Revueltas una vez que podemos observar cómo ha sido el desarrollo histórico de las izquierdas. En todo caso, esto podría enseñarnos sobre la tensión de los problemas inmediatos y los de larga duración para las izquierdas, cuya preocupación llega a generar una distracción y hasta un olvido o sacrificio de los objetivos de largo plazo en favor de la resolución de los objetivos inmediatos. Todos sumamente complejos y difíciles de abordar, pero ¿cómo conseguir un «equilibro»? ¿Cómo orientar nuestras luchas presentes hacia las luchas de larga duración? y ¿cómo ocurre en nuestro presente cuando gobiernos de izquierda con proyectos de transformación afrontan las dificultades y las trampas de la realidad política inmediata?

En la tercera parte —¿Qué relación tiene y debe tener la izquierda con el gobierno?— unos consideran que debe apoyarse lo bueno y criticarse lo malo (PPS, POCM), que la oposición por la oposición no tiene sentido (PPS).  Otros consideran que la izquierda debe mantener su independencia respecto del gobierno para poder denunciar el carácter real de su política (PCM). La izquierda debe ser oposición (PCM, Liga), salvo en los casos en que un gobierno medianamente favorable se encuentre en peligro de ser reemplazado por un gobierno reaccionario y mientras la clase obrera no pueda reemplazarlo. Asimismo, considera que las políticas positivas deben llevarse adelante, exigirles más y a las políticas negativas hay que contrarrestarlas por la fuerza (Liga). A éstos, la postura de apoyar lo bueno y criticar lo malo les parece oportunista (PCM, Liga).

Además, esta sección puede dejar la enseñanza sobre la falta de autoconocimiento de la propia izquierda. Ya que se puede percibir que ésta tiene mayor certeza para caracterizar y definir a la burguesía o a su “enemigo”, que a sí misma. También resaltamos la conclusión de la autora sobre «la extraordinaria capacidad de adaptación que han tenido las clases privilegiadas de la sociedad a lo largo de la historia» (p. 91) y, en esta línea, observar de forma crítica la participación de sectores de las clases privilegiadas en las alianzas amplias que se constituyen a lo largo de la historia.

En la cuarta parte —la actitud de la izquierda ante la contienda electoral de 1964— se observa la sensación de estar ante una situación crítica (salvo por la Liga) y no favorable para las izquierdas, que se expresaría abiertamente en las próximas elecciones, ante la presencia de fuerzas reaccionarias y la toma de terreno en las correlación de fuerzas del gobierno. Ante esto, la opción que encontraban las izquierdas era la unión de fuerzas, con sus matices. Resulta muy interesante que todos comparten, a pesar de esto, una sensación de que es un momento crucial para las izquierdas porque pueden resultar muy favorecidas de éste, la izquierda se conserva optimista. Asimismo, se puede asomar el espíritu y demanda democrática por abrir el diálogo, por crear debate público, por constituir un público en México que ya no sea espectador de los actos de la autoridad, sino uno que sea participante activo en la vida pública y política.

En síntesis, esta obra es una ventana para conocer una parte de la historia de las izquierdas mexicanas y la forma de hacer política en el siglo pasado, con la ventaja de la retrospectiva que permite saber los desenlaces de tales planteamientos y, en este sentido, aprender más sobre ellos. A través de las cuatro partes de la entrevista se puede observar —como lo señala Rodríguez Araujo— a una izquierda que es poco consistente y poco inclinada al debate de las ideas, pero que aun así el debate político entre ellas existía. Y, con ello, un principio central como fuente de posibilidad de la discusión pública, “que no coincidamos con alguien no quiere decir que lo ignoremos” (Rodríguez, 2014, p. 17). Sería bueno preguntarnos si existe este principio de posibilidad y este debate en nuestro presente.

Por otro lado, permite observar la ausencia de mujeres en la historia de las izquierdas, no porque no existieran, sino porque la presencia de su voz no ha sido reconocida como la de los hombres. La autora ofrece un ejemplo perfecto, mujeres que forman parte de los círculos de izquierda, que contribuyen a los debates serios para la formación y fortalecimiento de ésta y que participan de la actividad combativa, pero que no se reflejan como figuras representativas.

Finalmente, se pueden apreciar las contradicciones dentro y entre cada grupo de izquierda, los matices —algunos más radicales, otros más reservados— que se desprenden del lugar de enunciación —intelectuales, activistas, dirigentes, académicos, militantes— haciendo notar que éste importa y tiene consecuencias en la manera de concebir la realidad, definir los problemas, los objetivos, los caminos y los ideales, así como en señalar su urgencia y necesidad.  Se puede apreciar, el lenguaje y las categorías de la época que reflejan la forma de hacer política en el siglo pasado, caracterizada por la necesidad de considerar ciertas pautas que definan la izquierda y funcionen como una brújula de la acción política. De la cual parecemos carecer en nuestros días, no por la falta de diferencias políticas sino, curiosamente, por un propio esfuerzo ideológico que pretende señalar que ya no hay ideologías. Por tanto, ahora nos corresponde a las personas interesadas encargarnos de tratar de responder, ¿qué es la izquierda?

 La autora es politóloga. @m_michellek

Más artículos
Estado, derechos y pandemia: una mirada desde la experiencia argentina