En 2017, empecé a trabajar en el Ministerio de Comunicación de Bolivia. Mi labor consistió en dar seguimiento a las actividades de Evo Morales, lo que constituyó un reto mayor, porque hacíamos entre 3 y 5 viajes diarios a diferentes puntos del país. Igualmente, cuando salíamos de Bolivia, tenía varias tareas que hacer en cortos periodos de tiempo. Para cumplir con mis responsabilidades, tuve que desarrollar un método que se ajustara a los ritmos veloces y las exigencias de las coberturas.
Más allá de eso, enfoqué mi trabajo en retratar todo aquello que está detrás de Evo como persona y retratar todos esos momentos a los que el resto de los medios no tenía acceso, confianza ni oportunidad. Me interesaba mostrar su vida, a un sujeto real como los demás, de alguna forma cambiar la mirada fotoperiodística y de prensa que había de él a algo más personal e íntimo, muy poco conocido visualmente.